Sé que en verano somos muy pesados con las fotos -o por lo menos, yo-. "Postureo" dicen ahora que se llama. He encontrado hasta la definición: "es un neologismo acuñado recientemente y
usado especialmente en el contexto de la redes sociales y las nuevas
tecnologías, para expresar formas de comportamiento y de pose, más por
imagen o por las apariencias que por una verdadera motivación".
Incluso ya existe derivaciones como "piestureo" por la cantidad de pies en la playa que inundan las redes sociales. O postureo gastronómico: "instagramea" tus platos, ensaladas coloridas, desayunos preciosos, batidos 'smoothies' por doquier. Uno de cada tres comensales hacen fotos de su comida y la comparten.
Despectivamente dicen que es el afán de exhibicionismo, de mostrar a los demás lo feliz que eres aunque no lo seas. No es mi caso, no finjo una foto para tener más seguidores porque no soy una famosa ni pretendo estar siempre guapa. Cada foto que subo es real, es mía, estoy en la playa, me tomo un mojito, ¡hasta mi perro posa! De lo único que se me puede acusar es de ser una pesada con el móvil en la mano fotografiando todo o aburrir a mis seguidores con demasiadas publicaciones. En eso tienen razón.
A mí me gusta ver lo que publican los demás en playas paradisiacas o atardeceres preciosos simplemente porque hay cosas que son bonitas, dignas de fotografiar...y también de compartir. Y el que lo esté viendo en ese momento o viviéndolo, que lo disfrute, lo mire bien y lo retenga en la retina y en sus recuerdos. Mirar al mar relaja, un atardecer, un paisaje desde lo alto de la montaña o la luna llena en una noche de verano, será postureo pero a mí me gusta ver esas fotos preciosas.
lunes, 29 de agosto de 2016
domingo, 21 de agosto de 2016
Los Juegos
Ahora que llevamos unos días sentados en el sofá viendo tenis, voleibol o natación, sin siesta por ver bádminton, que todos entendemos mucho de taekwondo, piragüismo incluso aguas bravas...me pregunto: ¿por qué entonces el resto del año -de los anteriores 4 años- sólo existe el fútbol? Si quisiera ser más hiriente, sólo existe la Primera División, si apuras más, sólo tres o cuatro equipos....
No me vale la excusa de la oferta y la demanda, eso de que sólo vemos fútbol porque es lo único que 'echan' porque, por lo menos en una ciudad como Valladolid, con la gran oferta deportiva que hay, el fútbol gana por goleada (nunca mejor dicho).
La gente en los bares habla de fútbol, en las comidas familiares se habla de la Liga, los aficionados siguen a pies juntillas los fichajes, incluso acuden a partidos de pretemporada. Aún estos días teniendo todo los deportes de los Juegos Olímpicos, la gente estaba en la playa viendo la Supercopa. Yo no veo esa ilusión por el atletismo, ni el waterpolo, ni mucho menos en el tenis de mesa.
Esta queja en voz alta es para decir que hay más mundo fuera, que de repente nos sabemos de memoria nombres que no han tenido apenas cobertura -ni de los medios ni del público-, pero todos se merecen el mismo respeto. Es un orgullo escuchar el himno mientras nuestros deportistas contienen la emoción en lo más alto del podio. Esa medalla al cuello compensa todo el trabajo, que ha sido mucho. Pero todos han hecho el mismo esfuerzo. Incluso las familias, animándoles desde que solo era un chiquillo al tenían que acompañar a los entrenamientos.
Y ahora, acabados los Juegos, comienza la Liga...
No me vale la excusa de la oferta y la demanda, eso de que sólo vemos fútbol porque es lo único que 'echan' porque, por lo menos en una ciudad como Valladolid, con la gran oferta deportiva que hay, el fútbol gana por goleada (nunca mejor dicho).
La gente en los bares habla de fútbol, en las comidas familiares se habla de la Liga, los aficionados siguen a pies juntillas los fichajes, incluso acuden a partidos de pretemporada. Aún estos días teniendo todo los deportes de los Juegos Olímpicos, la gente estaba en la playa viendo la Supercopa. Yo no veo esa ilusión por el atletismo, ni el waterpolo, ni mucho menos en el tenis de mesa.
Esta queja en voz alta es para decir que hay más mundo fuera, que de repente nos sabemos de memoria nombres que no han tenido apenas cobertura -ni de los medios ni del público-, pero todos se merecen el mismo respeto. Es un orgullo escuchar el himno mientras nuestros deportistas contienen la emoción en lo más alto del podio. Esa medalla al cuello compensa todo el trabajo, que ha sido mucho. Pero todos han hecho el mismo esfuerzo. Incluso las familias, animándoles desde que solo era un chiquillo al tenían que acompañar a los entrenamientos.
Y ahora, acabados los Juegos, comienza la Liga...
martes, 9 de agosto de 2016
La vida cíclica
Aquí estamos otra vez, un verano más en Gandía, desde hace ya ni me acuerdo. Es curiosa la mezcla de recuerdos antiguos y, a la vez, como que cada verano se presenta ante tí en blanco para que hagas algo nuevo. Hay cosas que me gustan repetir, año a año se han convertido en tradiciones, pero también hay que innovar..
La vida es ciclíca y te das cuenta cada vez que llega un acontecimiento anual: cumpleaños, fiestas, Navidad, Semana Santa... Está en nosotros hacerla diferente cada vez. Dicen que la rutina es buena, que es señal de que todo marcha bien, sin sobresaltos. En parte es cierto, pero hay veces que hay que salir del bucle porque te volverías loco viviendo en el día de la marmota.
Cuando trabajaba en el periódico te das cuenta de esto con las noticias que publicas: empiezas el año con los niños abriendo paquetes de Reyes, las heladas de febrero y Caranavales, las procesiones de Semana Santa, el día de la comunidad de Castilla y León y la feria del libro, la manifestación del 1 de mayo, las fiestas patronales de San Pedro Regalado, la noche de San Juan, noticias frescas de verano o más graves como incendios o accidentes, pinchos y conciertos de las fiestas de septiembre, la vuelta al cole, la Seminci, alumbrado navideño, la Cabalgata y vuelta a empezar.
Así que, como el que no quiere la cosa, ha pasado un año desde que comencé con este blog, este rincón donde escribir mis pensamientos en voz alta. Estoy en el mismo lugar, en la misma playa, con el mismo ordenador pero no soy la misma. Ha pasado un año igual, pero distinto. Muy distinto. Y me gusta. Para mí, ésa es la esencia de la vida: disfrutar cada instante para hacerlo diferente.
La vida es ciclíca y te das cuenta cada vez que llega un acontecimiento anual: cumpleaños, fiestas, Navidad, Semana Santa... Está en nosotros hacerla diferente cada vez. Dicen que la rutina es buena, que es señal de que todo marcha bien, sin sobresaltos. En parte es cierto, pero hay veces que hay que salir del bucle porque te volverías loco viviendo en el día de la marmota.
Cuando trabajaba en el periódico te das cuenta de esto con las noticias que publicas: empiezas el año con los niños abriendo paquetes de Reyes, las heladas de febrero y Caranavales, las procesiones de Semana Santa, el día de la comunidad de Castilla y León y la feria del libro, la manifestación del 1 de mayo, las fiestas patronales de San Pedro Regalado, la noche de San Juan, noticias frescas de verano o más graves como incendios o accidentes, pinchos y conciertos de las fiestas de septiembre, la vuelta al cole, la Seminci, alumbrado navideño, la Cabalgata y vuelta a empezar.
Así que, como el que no quiere la cosa, ha pasado un año desde que comencé con este blog, este rincón donde escribir mis pensamientos en voz alta. Estoy en el mismo lugar, en la misma playa, con el mismo ordenador pero no soy la misma. Ha pasado un año igual, pero distinto. Muy distinto. Y me gusta. Para mí, ésa es la esencia de la vida: disfrutar cada instante para hacerlo diferente.
lunes, 1 de agosto de 2016
Lo malo del verano
Después de que el año pasado publique mis placeres de verano (aqui y aqui) y necesité dos post que demuestran lo mucho que me gusta, he pensado que como todo, también tiene su cara B. Y aunque conste que prefiero el calor al frío, el verano al invierno, también soy objetiva y me doy cuenta de las cosas que no me gustan... o digamos que me gustan menos.
La primera está clara: el calor. Con todo lo que eso conlleva. No me suelo quejar del calor pero sí en noches en las que no puedes dormir. Además, para intentar llevarlo mejor, abres las ventanas, con lo que eso trae otras cosas malas. El ruido de los trasnochadores -en nuestra calle hay unos niños que juegan y gritan hasta altas horas- y los mosquitos. Aunque para mí son peor las moscas. No hago vida de ellas. ¡Qué molestas son!
Hablo mal del calor cuando tienes que ir a trabajar, claro está. El calor se ve diferente si puedes refrescarte en el mar o en la piscina, si puedes ir ligera de ropa o quedarte en casa al fresco. Aunque otra cosa mala de cuando te quedas en casa es la televisión. No hay nada bueno en la tele.
Aunque no es mi caso, entiendo que si no te gusta la playa o el agua o tienes alergia, odies el verano. Tambien porque la playa saca a la luz nuestros peores complejos y nos han bombardeado con falsos estereotipos de cuerpos diez.
También lo comprendo si no tienes vacaciones, pero sobre todo si ves marchar a los demás. Si tienes que trabajar en verano mal, pero siempre pienso que es peor trabajar cuando los demás están de vacaciones. Es decir, sector hostelería, por ejemplo. Trabajar en un hotel cuando los huéspedes llegan para descansar o ser camarero sirviendo refrescos a los que disfrutan del tiempo de ocio en la terraza, cocinar en un sitio de playa sudando, preparar el viaje de los demás en una agencia y estar pendiente del móvil por si tienen algún imprevisto, ser animador o monitor infantil y que tengas un mal día...
Añado otra cosa más, el sudor. Desde niña me han sudado mucho las manos y los pies. He probado mil productos y ya he desistido, así que para mí este sería el mayor perjuicio. Aun así, como he dicho que lo prefiero: ¡bienvenido agosto, encantada de verte!
La primera está clara: el calor. Con todo lo que eso conlleva. No me suelo quejar del calor pero sí en noches en las que no puedes dormir. Además, para intentar llevarlo mejor, abres las ventanas, con lo que eso trae otras cosas malas. El ruido de los trasnochadores -en nuestra calle hay unos niños que juegan y gritan hasta altas horas- y los mosquitos. Aunque para mí son peor las moscas. No hago vida de ellas. ¡Qué molestas son!
Hablo mal del calor cuando tienes que ir a trabajar, claro está. El calor se ve diferente si puedes refrescarte en el mar o en la piscina, si puedes ir ligera de ropa o quedarte en casa al fresco. Aunque otra cosa mala de cuando te quedas en casa es la televisión. No hay nada bueno en la tele.
Aunque no es mi caso, entiendo que si no te gusta la playa o el agua o tienes alergia, odies el verano. Tambien porque la playa saca a la luz nuestros peores complejos y nos han bombardeado con falsos estereotipos de cuerpos diez.
También lo comprendo si no tienes vacaciones, pero sobre todo si ves marchar a los demás. Si tienes que trabajar en verano mal, pero siempre pienso que es peor trabajar cuando los demás están de vacaciones. Es decir, sector hostelería, por ejemplo. Trabajar en un hotel cuando los huéspedes llegan para descansar o ser camarero sirviendo refrescos a los que disfrutan del tiempo de ocio en la terraza, cocinar en un sitio de playa sudando, preparar el viaje de los demás en una agencia y estar pendiente del móvil por si tienen algún imprevisto, ser animador o monitor infantil y que tengas un mal día...
Añado otra cosa más, el sudor. Desde niña me han sudado mucho las manos y los pies. He probado mil productos y ya he desistido, así que para mí este sería el mayor perjuicio. Aun así, como he dicho que lo prefiero: ¡bienvenido agosto, encantada de verte!