"No he estudiado nada pero he sacado un 10", "¡qué suerte ha tenido esa que ha conseguido el trabajo!", "yo es que como de todo y no hago ejercicio y así estoy". Seguro que más de una vez hemos oído estas frases a alguien y yo, personalmente, no me las creo. Salvo excepciones lógicas de que alguien tenga una inteligencia superior o una constitución de cuerpo muy benévola, estoy segura de que todo premio tiene detrás mucho esfuerzo y sacrificio.
Cuando estudias, apruebas. Cuando estudias más, llegas al notable. Si sales a correr, quemas el plato de pasta que te has comido. Si te sacrificas y comes menos dulce, no engordas tanto. Así en todo, o en muchas cosas, porque sé que por ejemplo, en el tema del trabajo "no siempre ganan los buenos", no los mejores consiguen siempre los mejores puestos de trabajo. Hay gente buena en el paro, pero creo que ahí influyen otras muchas cosas que todos tenemos en el pensamiento.
Esta semana he tenido varios ejemplos y varias conversaciones en las que, al final, mi conclusión era que es cierto que el esfuerzo tiene su recompensa. Cuando algo sale bien, pocas veces pensamos en las horas de trabajo que hay detrás, reuniones, visitas, viajes, horas extra, llamadas de teléfono, días enteros delante del ordenador...Cuando veo lo bien que sale un ejercicio de natación sincronizada pienso en la de veces que lo habrán repetido, en tantas horas y días entrenando para conseguirlo. Hablo con una amiga que me dice que adelgazó 15 kilos y me cuenta cómo buscaba tiempo de debajo de las piedras para salir a correr para acompañar el régimen que seguía. Y confiesa que pasaba hambre. ¡Pues claro! Me sienta mal cuando alguien quita mérito a los sacrificios. Otra amiga me cuenta las horas de pilates que le iban bien para su dolor de espalda. Otra me dice que tiene una entrevista de trabajo, y me cuenta la de curriculum que ha echado antes que fueron rechazados.
Somos muy dados a juzgar a la ligera, y sé que a veces entra en juego el factor suerte tan necesario en la vida para tener una ecuación perfecta, pero no menosprecio el valor del trabajo y del esfuerzo. Me enseñaron eso de pequeña, que había que esforzarse, no para aprobar, sino para sacar sobresaliente. Y ahora admiro a quien se levanta pronto para trabajar, a quien madruga para correr, a quien no come chocolate porque esta a dieta...porque ya se sabe que el que algo quiere, algo le cuesta.
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