¿Quién no escuchaba en su juventud la lista del 40 al 1? ¿quién no esperaba a grabar su canción favorita rezando para que no hablara el locutor? ¿quién no ha ido de viaje escuchando un partido de fútbol? ¿quién no sabe quiénes son Gabilondo, Luis del Olmo o José María García? Mis primeros recuerdos de la radio en casa era desayunar para ir al cole con la música de "Protagonistas" y oír las noticias a mediodía mientras mi madre acababa de hacer la comida. Después llegaron muchos momentos más hasta llegar a estudiar periodismo, admirar a muchos profesionales, conocer en persona algunas de esas voces y tener una radio en cada habitación de casa, aunque reconozco que soy más de oírla en el coche.
Estoy hablando de hace 20 años cuando íbamos con un pesado magnetófono a grabar y rebobinábamos las cintas con un bolígrafo. Entonces casi nadie tenía móvil, ni spotify, ni USB en el coche, ni existían los podcasts para volver a oír tus programas favoritos, ni podías seguir a los presentadores en Twitter. Ahora es más fácil "poner cara" a esos periodistas que te enamoran con su voz y con su buen hacer, puedes escucharles, leerles, incluso verles.
En mi caso hay, si cabe, una vuelta de tuerca más. La radio fue el primer medio de comunicación donde hice prácticas en un tiempo donde había tanta oferta y demanda que hacíamos un test para acceder a ellas. La casualidad quiso que la chica anterior a mí en la lista de notas del examen cambiase a última hora su elección de empresa y a mí me tocó Radio Nacional de España en Valladolid. El azar quiso que un día preguntaran quién quería acompañar al redactor de deportes a una rueda de prensa y mis compañeros no levantaran la mano. El periodista con el que yo fui aquella primera vez es hoy mi marido. ¿Tú crees en el poder de las ondas?
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