Hace tiempo escribí una opinión sobre lo "estrellitas" que me parecieron algunos -no quiero generalizar- jugadores del Real Madrid y del Barcelona cuando jugaron en Zorrilla otra temporada, y algunos -no quiero generalizar- futbolistas de la Selección Española después de ganar el Mundial.
En esta última ocasión salieron del hotel directos al autobús sin acercarse a la gente que esperaba en la puerta, bastante alejada de la entrada, y se marcharon hacia el estadio sin dar la luz interior del bus por lo que no se les veía. Al acabar el partido, más de lo mismo, llovía, ellos se subieron al autobús y la gente se quedó esperando y sólo un par de ellos bajaron a las escaleras del bus a firmar unos pocos autógrafos.
Yo pensé entonces ¿pero qué se creerán? que sí, que tendrán la Copa del Mundo pero antes que futbolistas son personas como dije en mi anterior post, y como personas, muchos -no todos, no quiero generalizar- dejaron mucho que desear.
Cuando vino el Real Madrid, el conductor dio la vuelta al autobús de tal forma que cuando bajaron accedían directamente a la entrada del estadio sin que los aficionados -muchos niños- que llevaban horas esperando les pudieran ver. A mí se me partía el alma.
Cuando vino el Barça, había una joven histérica por ver a su jugador preferido, que tenía su nombre pintado por toda la cara y por supuesto, vestía la camiseta con su número. El futbolista en cuestión pasó por delante de ella y ni la miró -que no me explico cómo no le llamó la atención una chica con su nombre escrito en la frente-. Después de que le llamamos varios de los que estábamos ahí cerca, incluso una persona de seguridad, ya se paró y sí, muy "amablemente", se hizo una foto con ella que no cabía en sí de gozo. Fue una anécdota que se me quedó grabada.
Por no hablar de los cascos enormes con los que van escuchando música que parece que no quieren oír los gritos de los chavales que corean sus nombres para que se acerquen a firmarles o para una foto. Esto me pone mala, de verdad. Cuándo entenderán que ellos serán muy buenos -o no- en lo suyo, pero que lo son en parte gracias a la afición que está detrás, que llena estadios y compra sus camisetas. Cuándo comprenderán que hoy están arriba y mañana no, que hoy gritamos su nombre pero mañana no nos acordamos. Porque, ya lo dije aquí, primero son personas.