Aunque en realidad esto serán dos post seguidos de turismo y viajes, no quisiera que porque escribí de Viena la semana pasada, parezca que el resto de mis viajes invernales no me han gustado. No quisiera caer en el error que me han hecho a mí de desmerecer Budapest.
Éste ha sido mi viaje de diciembre este año y he de confesar que Budapest es la bella desconocida -como se llama aquí también a la Catedral de Palencia-. Quizás porque mucha gente realiza conjuntamente el paquete Praga-Viena-Budapest puede parecer que ésta última sale perdiendo. El caso es que no sabía muy bien qué iba a ver. Bien, mi conclusión es que ha sido una grata sorpresa.
Es cierto que resulta menos navideña que el esplendor de Viena, con menos mercadillos y menos luces, pero también con su encanto. Me ha parecido más grande de lo que me esperaba y como digo, más hermosa. Sobre todo, y sin ningunda duda, de noche. Realmente me he enamorado de Budapest de noche. El Parlamento, que me ha parecido maravilloso de día, de noche, con niebla, desde el barco o desde el bus turístico, pero iluminado alcanza su máximo esplendor. Igualmente, el castillo de Buda, el balneario Géllert, el puente de las Cadenas y el resto de puentes sobre el Danubio con esas magníficas luces.
El Danubio le imprime un encanto especial. Por eso no dejaría escapar la oportunidad de realizar el típico paseo en barco tan turístico, que te permite ver todos los edificios perfectamente iluminados. Obviaremos el tema frío porque merece la pena.
La Plaza de los Héroes, el Mercado Central, la Ópera, la sinagoga judía, los balnearios o el Bastión de los Pescadores son paradas obligatorias. Este me gustó especialmente, es un mirador en la colina de Buda, desde donde puedes contemplar todo Pest. Puedes aprovechar para visitar también el castillo y la iglesia de Matías, impresionantemente hermosa. El castillo Vajdahunyad, una copia del de Transilvania, en un día de niebla y frío como le vimos nosotros, le da un aire fantamagórico muy apropiado. Y delante, una de las más grandes pistas de patinaje sobre hielo del mundo.
La Catedral de San Esteban me gustó más por fuera, curiosamente. Y más en esta época navideña, con un gran árbol delante, una enorme corona de Adviento, una pequeña pista de patinaje y uno de los mercadillos más grandes de la ciudad junto al de la plaza Vörösmarty. Un montón de puestos de artesanía y de comida húngara -buenísimos los lángos- y bebida para entrar en calor. Y un espectáculo de luces -uno distinto cada media hora- proyectado sobre la fachada de la basílica que merecía la pena ver.
Así que acabamos con luces como empezamos, quizás porque es una de las cosas que más me gusta de esta época.
jueves, 22 de diciembre de 2016
martes, 20 de diciembre de 2016
Mis mejores deseos
Mis mejores deseos para estos días, que vuestra sonrisa sea vuestro mejor traje de fiesta, la felicidad de los demás el mejor adorno, el mejor regalo la familia unida, el brillo de los ojos las mejores luces, renacer el niño que llevamos dentro el mejor mensaje, la ilusión y la magia los mejores brindis, un beso el mayor detalle.
Feliz Navidad
jueves, 15 de diciembre de 2016
Viena en Navidad
Ya he hablado otras veces de lo que me gusta viajar, de lo que me aporta, de lo que aprendes...Quizás lo he heredado de mis padres y yo he continuado esa tradición o quizás solo sea un culo inquieto con ganas siempre de seguir aprendiendo. Además de nuestras vacaciones de verano, intentamos a hacer una escapada invernal a alguna ciudad que no conozcamos. Unos años ha sido Teruel, Logroño, Huesca...y otros Brujas, Viena o Budapest. Estas últimas tienen un objetivo claro: ver cómo se vive la Navidad en otras ciudades europeas.
Adoro las luces de Navidad, los adornos, los mercadillos, los pequeños regalos...Creo que esto lo tiene claro quien me conoce bien. Por eso me gusta comparar las ciudades, hacer turismo y recuperar el espíritu navideño. Nuestro destino del año pasado fue Viena y ahí comprobamos cómo la magia del Adviento se respira en cada rincón de la ciudad. No he visto unas calles mejor iluminadas que allí, brillan con todo su esplendor. Tan pronto veías lámparas imperiales colgadas imitando un salón de baile como las coronas de los Reyes Magos.
Cuatro velones enormes te dan la bienvenida a la plaza del Ayuntamiento -ya de por sí precioso edificio- con un gran árbol de Navidad delante. Unos arcos de luces ejercen de puertas que te incitan a pararte en cada una de las más de 200 cabañas de madera. Unos preciosos angelitos están presentes en toda la zona, en las velas rojas de la entrada, en las luces de las calles adyacentes, en un gracioso photocall donde paramos a hacernos la típica foto celestial... Pero en este mercado había luces en todos los árboles, en forma de corazones, estrellas, caramelos o de cupcakes, que las fotos no lograron captar todo su brillo.
Al igual que en los mercadillos alemanes (Christmas market) que la primera vez que los ví perdí el sentido, en Viena había puestos de bolas para decorar el árbol y dejarlo como el más bonito del Universo, auténticas piezas de artesanía, figuras de velas de mil formas de cera de abeja, jabones navideños que no sabías si hincarlos el diente, muñecos blancos que te transportaban al frío -osos polares, pingüinos, muñecos de nieve, ciervos...- campanas que lucían con una vela en su interior, casitas de adorno, nacimientos, galletas y otros dulces navideños, bolas de cristal de las que se agitan y cae la nieve, coronas para colocar en la puerta ...y un sinfín de decoración preciosa.
El frío al caer la noche hacía pararte en los puestos de comida y bebida, y aunque lo típico es el vino caliente (glühwein), nosotros optamos mejor por un chocolate o un té, acompañado de algún dulce. Pagando un poco más te llevabas las bonitas tazas, cada mercado tenía la suya como si de una colección se tratase.
Porque aunque el Christkindlmarkt sea quizás el más grande, cada plaza y palacio tenía su mercado navideño: la iglesia de San Carlos Borromeo, el Palacio de Schönbrunn, el Palacio Belvedere y la Catedral son algunos de los otros rincones de Viena donde se vive un verdadero ambiente de Navidad. Supongo que es obvio decir que merece la pena ir en cualquier fecha, tan imperial y majestuosa con esos palacios imponentes, la sombra de Sissi en cualquier rincón...pero en Navidad es un auténtico cuento.
Adoro las luces de Navidad, los adornos, los mercadillos, los pequeños regalos...Creo que esto lo tiene claro quien me conoce bien. Por eso me gusta comparar las ciudades, hacer turismo y recuperar el espíritu navideño. Nuestro destino del año pasado fue Viena y ahí comprobamos cómo la magia del Adviento se respira en cada rincón de la ciudad. No he visto unas calles mejor iluminadas que allí, brillan con todo su esplendor. Tan pronto veías lámparas imperiales colgadas imitando un salón de baile como las coronas de los Reyes Magos.
Cuatro velones enormes te dan la bienvenida a la plaza del Ayuntamiento -ya de por sí precioso edificio- con un gran árbol de Navidad delante. Unos arcos de luces ejercen de puertas que te incitan a pararte en cada una de las más de 200 cabañas de madera. Unos preciosos angelitos están presentes en toda la zona, en las velas rojas de la entrada, en las luces de las calles adyacentes, en un gracioso photocall donde paramos a hacernos la típica foto celestial... Pero en este mercado había luces en todos los árboles, en forma de corazones, estrellas, caramelos o de cupcakes, que las fotos no lograron captar todo su brillo.
Al igual que en los mercadillos alemanes (Christmas market) que la primera vez que los ví perdí el sentido, en Viena había puestos de bolas para decorar el árbol y dejarlo como el más bonito del Universo, auténticas piezas de artesanía, figuras de velas de mil formas de cera de abeja, jabones navideños que no sabías si hincarlos el diente, muñecos blancos que te transportaban al frío -osos polares, pingüinos, muñecos de nieve, ciervos...- campanas que lucían con una vela en su interior, casitas de adorno, nacimientos, galletas y otros dulces navideños, bolas de cristal de las que se agitan y cae la nieve, coronas para colocar en la puerta ...y un sinfín de decoración preciosa.
El frío al caer la noche hacía pararte en los puestos de comida y bebida, y aunque lo típico es el vino caliente (glühwein), nosotros optamos mejor por un chocolate o un té, acompañado de algún dulce. Pagando un poco más te llevabas las bonitas tazas, cada mercado tenía la suya como si de una colección se tratase.
Porque aunque el Christkindlmarkt sea quizás el más grande, cada plaza y palacio tenía su mercado navideño: la iglesia de San Carlos Borromeo, el Palacio de Schönbrunn, el Palacio Belvedere y la Catedral son algunos de los otros rincones de Viena donde se vive un verdadero ambiente de Navidad. Supongo que es obvio decir que merece la pena ir en cualquier fecha, tan imperial y majestuosa con esos palacios imponentes, la sombra de Sissi en cualquier rincón...pero en Navidad es un auténtico cuento.
martes, 29 de noviembre de 2016
Solidaridad
Toneladas de solidaridad es lo que encuentras en la Gran Recogida que el Banco de Alimentos ha realizado ese fin de semana en toda España. Todo el mundo ha pasado malas rachas, más agudizadas desde que llegó la crisis económica a instalarse en nuestras vidas, todos tenemos algún familiar o amigo en el paro, pero no tener para comprar comida debe ser lo peor. Por eso creo que la gente es solidaria con esta causa, porque piensa que puede pasar en cualquier momento, a cualquiera, y tener que tragar la vergüenza e ir a pedir comida con la que alimentar a tu familia.
Cuando vi la película "Techo y comida" me llamó la atención la madre soltera, buscando trabajo, siendo ayudada por una vecina, y poniéndole un bocadillo a su hijo mientras dice que ella no tiene hambre. Cuando consiguen una ayuda y compra hamburguesas y las saborean los dos como si fuera un manjar. Cuando entra en el supermercado, abre un bote de gel y lo huele embelesada o cuando le quita a su amiga unos bastoncillos de las orejas...Ella puede esa vecina de al lado y no saberlo.
Hace dos años que colaboro con esta entidad como voluntaria en las recogidas de alimentos. Es muy gratificante, sobre todo cuando ves todos los kilos de comida juntos y piensas en las personas que lo van a necesitar -17.000 en Valladolid-. Es bonito cuando ves a un padre decirle a sus hijos que depositen el paquete de cereales para otros niños que no tienen qué comer. También cuando se te acerca una señora mayor con un litro de leche y te asegura que ya donó más por la mañana en otro supermercado. Cuando llega una pareja joven y trae un carro entero de productos, cuando sale alguien despistado y te ve, y vuelve a entrar a coger algo porque se le había olvidado, cuando un señor te da 10 euros y te dice que entres tú a comprar lo que más se necesite...Incluso se aprende del que sale sin darte nada y te mira despectivamente....
Me niego a pensar que esos 22 toneladas que se han recogido - la misma cifra que el año pasado, aunque alimentos de más calidad- es porque hemos tocado techo. Me niego a creer que el viernes fuera peor la recogida porque competíamos con el Black Friday. ¡Esos alimentos sólo durarán un par de meses! Me gustaría pensar positivamente y resaltar que ha habido muchos más voluntarios este año y poner un hilo de esperanza en estas fechas que se acercan y creer que el año que viene nadie saldrá del supermercado sin haber donado antes un paquete de macarrones.
Cuando vi la película "Techo y comida" me llamó la atención la madre soltera, buscando trabajo, siendo ayudada por una vecina, y poniéndole un bocadillo a su hijo mientras dice que ella no tiene hambre. Cuando consiguen una ayuda y compra hamburguesas y las saborean los dos como si fuera un manjar. Cuando entra en el supermercado, abre un bote de gel y lo huele embelesada o cuando le quita a su amiga unos bastoncillos de las orejas...Ella puede esa vecina de al lado y no saberlo.
Me niego a pensar que esos 22 toneladas que se han recogido - la misma cifra que el año pasado, aunque alimentos de más calidad- es porque hemos tocado techo. Me niego a creer que el viernes fuera peor la recogida porque competíamos con el Black Friday. ¡Esos alimentos sólo durarán un par de meses! Me gustaría pensar positivamente y resaltar que ha habido muchos más voluntarios este año y poner un hilo de esperanza en estas fechas que se acercan y creer que el año que viene nadie saldrá del supermercado sin haber donado antes un paquete de macarrones.
lunes, 21 de noviembre de 2016
El buen profesor
¡Qué importante es tener un buen profesor! Sé que cuando leemos esto pensamos en nuestros tiempos del colegio, pero también son muy significativos en nuestra edad adulta. Más si cabe, porque creo que tienen la enorme labor de animarnos en una actividad o en una clase que eliges voluntariamente. La mayoría de las veces nos apuntamos porque queremos, no es obligatorio como antes lo era el colegio, aprender inglés o ir a pádel. Por eso es quizás tan valioso, porque si no te gusta el maestro no hay por qué estar allí ni perder el tiempo, puedes ir a otro sitio, buscar otro profesor, otra academia, o quedarte en casa que seguro también hay muchas cosas que hacer.
Respecto a la labor del docente en tiempos de colegio, creo que es obvia la influencia que ejercen en los niños, que están formando su personalidad en esas edades. Me parece tan difícil enseñarles a leer como inculcarles el gusanillo de la lectura. Hay veces que influyen en negativo. ¡Cuántas veces he oído ahora de mayores que me gustaba la Historia pero tenía una profesora odiosa y opté por otra asignatura! Es increíble cómo pueden dirigir tus pasos hacia un lado u otro en tu vida futura y profesional.
Creo que deben tener muchas cualidades que no todos tienen, pero quería centrarme en mi experiencia actual. Hemos tenido varios monitores en un curso -por temas de bajas laborales- y he podido comprobar cómo los alumnos dejaban de ir a esa clase. Como he dicho, si el profesor no te motiva, no te lo pasas bien, ya no es como antes, ahora hay más opciones. Sin embargo, he comprobado el caso contrario, apuntarme una actividad que en principio no entraba en mis planes y continuar porque me gusta cómo lo da el profesor. No me lo pierdo un día. Volvemos de nuevo al tema de disfrutar. Me gusta sobre todo cuando el profesor se prepara la clase, se nota que ha buscado sus ejercicios, que le gusta lo que hace y eso lo transmite. Me demuestra responsabilidad, dedicación, pasión, vocación. Y me hace sentir que su tiempo es tan importante como el mío.
Respecto a la labor del docente en tiempos de colegio, creo que es obvia la influencia que ejercen en los niños, que están formando su personalidad en esas edades. Me parece tan difícil enseñarles a leer como inculcarles el gusanillo de la lectura. Hay veces que influyen en negativo. ¡Cuántas veces he oído ahora de mayores que me gustaba la Historia pero tenía una profesora odiosa y opté por otra asignatura! Es increíble cómo pueden dirigir tus pasos hacia un lado u otro en tu vida futura y profesional.
Creo que deben tener muchas cualidades que no todos tienen, pero quería centrarme en mi experiencia actual. Hemos tenido varios monitores en un curso -por temas de bajas laborales- y he podido comprobar cómo los alumnos dejaban de ir a esa clase. Como he dicho, si el profesor no te motiva, no te lo pasas bien, ya no es como antes, ahora hay más opciones. Sin embargo, he comprobado el caso contrario, apuntarme una actividad que en principio no entraba en mis planes y continuar porque me gusta cómo lo da el profesor. No me lo pierdo un día. Volvemos de nuevo al tema de disfrutar. Me gusta sobre todo cuando el profesor se prepara la clase, se nota que ha buscado sus ejercicios, que le gusta lo que hace y eso lo transmite. Me demuestra responsabilidad, dedicación, pasión, vocación. Y me hace sentir que su tiempo es tan importante como el mío.
lunes, 14 de noviembre de 2016
Noviembre
Noviembre empieza con un día de fiesta y termina casi pensando en el puente de diciembre, que no está nada mal. Empieza con los buñuelos, las flores, los disfraces de Halloween y termina anhelando unos días de descanso.
Noviembre trae el frío y las nieblas de Valladolid, te hace caer en la cuenta de que el otoño desapareció en un suspiro y te hace sacar el abrigo del armario. Sólo las hojas secas te recuerdan esa estación corta, de cambio, porque noviembre ya casi es invierno, al calor de las bufanda, el sofá y la manta, es calor de hogar.
Noviembre pone los platos de cuchara en la mesa, esos cocidos y esas sobremesas familiares de domingo. Te invita a comprar castañas calientes y pensar en Navidad, ver poner las luces en la calle y esperar al encendido.
Noviembre trae los catálogos a tu buzón, las tiendas se adornan esperando el milagro de la Navidad, los niños empiezan a pensar en su carta de juguetes y el supermercado a colocar sus estanterías dulces. Parece que todos se empeñan en suprimir este mes y adelantarse a diciembre...y, aunque a mí me gusta, tiempo al tiempo.
Noviembre trae la calefacción, las tardes tranquilas, la televisión, el cine, los libros, los álbumnes de fotos, las manualidades, las escapadas. Noviembre para mí es transición, un mes tranquilo... que huele a diciembre.
martes, 8 de noviembre de 2016
De cine y música
Este puente pasado no hubo disfraces para mí, sino cine y música, dos de mis aficiones en mi tiempo libre. El último sábado de octubre asistí a la clausura de la Seminci -Semana Internacional de Cine de Valladolid- tras haber visto un par de películas esos días y no haber podido ir a ver la alfombra roja, que son mis dos "tradiciones" personales en esta semana.
Me gustó mucho la película que proyectaron tras la entrega de premios -Le Fils de Jean (Los hijos de Jean)- y, aunque nuestro festival no es de traer a grandes estrellas mediáticas, me hizo mucha ilusión ver a Melina Matthews, Jon Plazaola, Gonzalo Miró, Fernando Guillén Cuervo, Raúl Arévalo, Nya de la Rubia, Daniel Sánchez Arévalo o Ginés García Millán, con el que hablamos en el cocktail de después y me pareció muy amable.
La Seminci me gusta también porque es muy de Valladolid, muy nuestra, se celebra en el Teatro Calderón que me encanta, y se proyectan películas de autor, en cines pequeños, no de grandes centros comerciales.
Como ya dije, octubre terminó con un viaje a Barcelona y un concierto muy esperado, el Reencuentro de Operación Triunfo. Sí, lo admito, era y soy muy triunfita y cuando me regalaron las entradas estallé de alegría. Y he pasado de darme vergüenza confesarlo a tener en mi móvil muchos mensajes diciéndome que lo habían visto por la televisión y que les daba mucha envidia.
Porque sí, porque no se trataba de un concierto para observar la calidad vocal -aunque pude comprobar por qué me gustaron los mismos que hace 15 años y por qué han triunfado los que para mí fueron los mejores- sino de un acontecimiento social, como lo fue en su momento el programa. Se trataba de estar todo el concierto con la sonrisa en la cara, esa que te dibujan los recuerdos, y asistir a una catarsis colectiva de nostalgia con otras 17.000 personas de tu edad en el Palau Sant Jordi. Pensar qué hacías hace 15 años cuando veías OT, dónde estabas, con quién, qué estudiabas, y comprobar cómo has crecido con ellos.
Recordar cómo compré sus discos cada semana, cómo trasnochaba los lunes y veía y leía todo lo que se publicaba de ellos, cómo fui a varios conciertos cuando salieron de la Academia, incluido un viaje a Madrid para el primero de su gira. Cómo cubrí la primera rueda de prensa de Bisbal y Chenoa porque en el periódico donde trabajaba la que más sabía de OT era yo, cómo he seguido su trayectoria y he seguido yendo a conciertos, y los has visto mejorar, crecer, casarse...como si fueras parte de ellos.
Así que lo de menos era la luz, el sonido o las voces, lo de más era cantar y bailar todas y cada una de las canciones, recordar, enloquecer con "Escondidos" y terminar gritando "Mi música es tu voz" como si fuera un himno. Y emocionarte mucho y poder decir "yo estuve aquí" (asistiendo en directo al momento "no cobra").
Me gustó mucho la película que proyectaron tras la entrega de premios -Le Fils de Jean (Los hijos de Jean)- y, aunque nuestro festival no es de traer a grandes estrellas mediáticas, me hizo mucha ilusión ver a Melina Matthews, Jon Plazaola, Gonzalo Miró, Fernando Guillén Cuervo, Raúl Arévalo, Nya de la Rubia, Daniel Sánchez Arévalo o Ginés García Millán, con el que hablamos en el cocktail de después y me pareció muy amable.
La Seminci me gusta también porque es muy de Valladolid, muy nuestra, se celebra en el Teatro Calderón que me encanta, y se proyectan películas de autor, en cines pequeños, no de grandes centros comerciales.
Porque sí, porque no se trataba de un concierto para observar la calidad vocal -aunque pude comprobar por qué me gustaron los mismos que hace 15 años y por qué han triunfado los que para mí fueron los mejores- sino de un acontecimiento social, como lo fue en su momento el programa. Se trataba de estar todo el concierto con la sonrisa en la cara, esa que te dibujan los recuerdos, y asistir a una catarsis colectiva de nostalgia con otras 17.000 personas de tu edad en el Palau Sant Jordi. Pensar qué hacías hace 15 años cuando veías OT, dónde estabas, con quién, qué estudiabas, y comprobar cómo has crecido con ellos.
Recordar cómo compré sus discos cada semana, cómo trasnochaba los lunes y veía y leía todo lo que se publicaba de ellos, cómo fui a varios conciertos cuando salieron de la Academia, incluido un viaje a Madrid para el primero de su gira. Cómo cubrí la primera rueda de prensa de Bisbal y Chenoa porque en el periódico donde trabajaba la que más sabía de OT era yo, cómo he seguido su trayectoria y he seguido yendo a conciertos, y los has visto mejorar, crecer, casarse...como si fueras parte de ellos.
Así que lo de menos era la luz, el sonido o las voces, lo de más era cantar y bailar todas y cada una de las canciones, recordar, enloquecer con "Escondidos" y terminar gritando "Mi música es tu voz" como si fuera un himno. Y emocionarte mucho y poder decir "yo estuve aquí" (asistiendo en directo al momento "no cobra").
jueves, 27 de octubre de 2016
Imagina
Imagina que soy una blogger famosa, como que este pequeño rincón de pensamientos lo leyera mucha gente, como si hubiera muchas faldas a lo loco detrás y llegara a muchas personas con mis consejos. Entonces, voy a recomendar los cosméticos ESDOR. Cree que esto es una de esas entradas recomendadas que realizan las bloggers después de llegar a un acuerdo de colaboración con una empresa y que ésta le haya regalado sus productos.
Piensa en un concurso en Instagram donde hay que subir fotos de tus productos Esdor del verano con el hastag #EnMiMaletaNuncaFalta. Supón que utilizo estas cremas, que envío varias fotos en la playa, en la piscina, de viaje...Fantasea con que soy una de las ganadoras y que el premio es pasar una jornada en octubre en la Bodega Emina de Valbuena de Duero (Valladolid).
Figurate que me invitan a comer un lechazo buenísimo, acompañado de sus vinos Emina, que me enseñan los viñedos y hacen una visita por el Museo del Vino para ver el proceso del vino. Supón que veo las uvas, las barricas, las botellas, los corchos e imagina que después, con los hollejos de las uvas y el poder antioxidante de los polifenoles tan beneficioso para la piel, elaboran cosméticos.
Fantasea con que para redondear el día, Grupo Matarromera hace una cosmeticata, y presenta tres vinos (blanco, rosado y tinto) con tres productos Esdor (exfoliante facial, manteca y el sérum SOS). Me enseñan los olores y sabores de los caldos y explican las maravillas de estos cosméticos que huelen fenomenal. Por último, imagina que me regalan una botella de vino y la crema de manos.
Sólo una parte es real: participé en el concurso con mis cremas compradas, gané y asistí a esta jornada como premio. Y como no es un sueño, digo (a los pocos seguidores que me leen) que eché en falta alguien de Esdor que nos recibiera al comienzo de la jornada y que podían haber enseñado más productos para ir ampliando "mis imprescindibles". Porque -aunque no es cierto que sea una blogger famosa ni tenga acuerdo de colaboración con la empresa- sí es verdad que recomiendo esta marca sin ninguna duda ni dinero de por medio.
Piensa en un concurso en Instagram donde hay que subir fotos de tus productos Esdor del verano con el hastag #EnMiMaletaNuncaFalta. Supón que utilizo estas cremas, que envío varias fotos en la playa, en la piscina, de viaje...Fantasea con que soy una de las ganadoras y que el premio es pasar una jornada en octubre en la Bodega Emina de Valbuena de Duero (Valladolid).
Figurate que me invitan a comer un lechazo buenísimo, acompañado de sus vinos Emina, que me enseñan los viñedos y hacen una visita por el Museo del Vino para ver el proceso del vino. Supón que veo las uvas, las barricas, las botellas, los corchos e imagina que después, con los hollejos de las uvas y el poder antioxidante de los polifenoles tan beneficioso para la piel, elaboran cosméticos.
Fantasea con que para redondear el día, Grupo Matarromera hace una cosmeticata, y presenta tres vinos (blanco, rosado y tinto) con tres productos Esdor (exfoliante facial, manteca y el sérum SOS). Me enseñan los olores y sabores de los caldos y explican las maravillas de estos cosméticos que huelen fenomenal. Por último, imagina que me regalan una botella de vino y la crema de manos.
Sólo una parte es real: participé en el concurso con mis cremas compradas, gané y asistí a esta jornada como premio. Y como no es un sueño, digo (a los pocos seguidores que me leen) que eché en falta alguien de Esdor que nos recibiera al comienzo de la jornada y que podían haber enseñado más productos para ir ampliando "mis imprescindibles". Porque -aunque no es cierto que sea una blogger famosa ni tenga acuerdo de colaboración con la empresa- sí es verdad que recomiendo esta marca sin ninguna duda ni dinero de por medio.
jueves, 20 de octubre de 2016
Malquedas
Últimamente tengo más trato con gente desconocida y, lamentablemente, he notado que la educación brilla por su ausencia. Son los que en un argot coloquial yo llamo malquedas. Son personas que de primeras no conozco, no son amigos, pero contactan contigo por algún interés...pero luego parece que pierden ese interés.
Gente que te dice de quedar a una hora y llega muy tarde, sin excusas, sin avisar, o lo que es peor, no se presenta sin dar ninguna explicación. Mensajes mal escritos con faltas de ortografía, incluso faltas de respeto. Consultas y preguntas que hace alguien, te molestas en contestar largo y tendido y después, si te he visto no me acuerdo.
Y yo, sinceramente, no lo entiendo. Con lo poco que cuesta quedar bien...¿qué necesidad de quedar mal? ¿No puedes poner una simple frase del tipo "ya no me interesa, gracias de todas formas, llego tarde, no puedo ir, he encontrado algo mejor, me ha surgido un imprevisto"....? Bastantes problemas surgen con la gente conocida, la que de verdad importa, como para tenerlos con desconocidos.
Entiendo que cada uno va a lo suyo, todo el mundo está muy liado y tiene muchas cosas en la cabeza, pero hay unos mínimos de educación que hay que respetar. Lo dice muy claro el diccionario: "Adecuación del comportamiento de una persona a las normas de cortesía comúnmente admitidas". Y a mí estas faltas de cortesía sin ton ni son no las acabo de comprender.
Gente que te dice de quedar a una hora y llega muy tarde, sin excusas, sin avisar, o lo que es peor, no se presenta sin dar ninguna explicación. Mensajes mal escritos con faltas de ortografía, incluso faltas de respeto. Consultas y preguntas que hace alguien, te molestas en contestar largo y tendido y después, si te he visto no me acuerdo.
Y yo, sinceramente, no lo entiendo. Con lo poco que cuesta quedar bien...¿qué necesidad de quedar mal? ¿No puedes poner una simple frase del tipo "ya no me interesa, gracias de todas formas, llego tarde, no puedo ir, he encontrado algo mejor, me ha surgido un imprevisto"....? Bastantes problemas surgen con la gente conocida, la que de verdad importa, como para tenerlos con desconocidos.
Entiendo que cada uno va a lo suyo, todo el mundo está muy liado y tiene muchas cosas en la cabeza, pero hay unos mínimos de educación que hay que respetar. Lo dice muy claro el diccionario: "Adecuación del comportamiento de una persona a las normas de cortesía comúnmente admitidas". Y a mí estas faltas de cortesía sin ton ni son no las acabo de comprender.
jueves, 13 de octubre de 2016
Admiración
Normalmente se siente admiración por un actor, un cantante, un deportista o un escritor. Por alguien que tiene un don, del que tú careces, o que reconoces que lo hace mejor que tú. El diccionario define admiración como "valoración muy positiva de una persona o una cosa por sus extraordinarias cualidades". Así que también se puede sentir entusiasmo por la forma de ser de las
personas, sus valores, su personalidad. Así, te puedes fascinar con su
fuerza de voluntad, su bondad, su buen hacer, su paciencia, su
educación...
Este fin de semana sentí eso, de nuevo en el mismo evento que otros años, volví a admirar ese tesón, esa capacidad de superación de los deportistas y la paciencia de los acompañantes. Pero también admiré la capacidad de trabajo de muchos de los que estaban allí, el altruismo de los voluntarios, el trabajo de médicos y masajistas, el speaker que no paró de animar, los niños que miraban con orgullo a sus padres, los amigos que preparaban sorpresas en meta, el compañerismo y el apoyo que mostraban entre todos. La humildad de los ganadores, la disciplina que habrán tenido todo este tiempo de entrenamiento, la perseverancia y el sacrificio pero también el entusiasmo, el esfuerzo y el compromiso.
El lunes en una reunión de trabajo también admiré algunas de esas cualidades, sobre todo la ilusión, el compañerismo y el respeto. Eran palabras que creía olvidadas en ambientes laborales la verdad. Hay muchas frases motivadoras por internet pero ésta de Steve Jobs creo que es muy real, por lo menos para mí que soy muy "transparente".
Este fin de semana sentí eso, de nuevo en el mismo evento que otros años, volví a admirar ese tesón, esa capacidad de superación de los deportistas y la paciencia de los acompañantes. Pero también admiré la capacidad de trabajo de muchos de los que estaban allí, el altruismo de los voluntarios, el trabajo de médicos y masajistas, el speaker que no paró de animar, los niños que miraban con orgullo a sus padres, los amigos que preparaban sorpresas en meta, el compañerismo y el apoyo que mostraban entre todos. La humildad de los ganadores, la disciplina que habrán tenido todo este tiempo de entrenamiento, la perseverancia y el sacrificio pero también el entusiasmo, el esfuerzo y el compromiso.
El lunes en una reunión de trabajo también admiré algunas de esas cualidades, sobre todo la ilusión, el compañerismo y el respeto. Eran palabras que creía olvidadas en ambientes laborales la verdad. Hay muchas frases motivadoras por internet pero ésta de Steve Jobs creo que es muy real, por lo menos para mí que soy muy "transparente".
martes, 4 de octubre de 2016
Octubre
Octubre empieza con el cumpleaños de mis padres -sí, de los dos, esos caprichos que tiene el destino para juntar a las personas- y termina con Halloween, víspera del puente de Todos los Santos. Es decir, que empieza y acaba bien. Comienza con una fiesta, regalos, celebración doble... y este año octubre terminará para mí con un viaje especial y un
concierto muy esperado. Es decir, que también espero acabarlo bien.
Aunque cuando era pequeña el 1 de octubre era el día que empezábamos el colegio por la tarde y volvíamos a vestirnos de uniforme. Es decir, la pura vuelta al cole. Septiembre, por mucho que se defina como de regreso, en Valladolid se pasa entre fiestas y ferias y medio adaptación.
Es octubre el que viene a recolocar nuestra rutina. Octubre trae las actividades extraescolares de los pequeños y no tan niños, los horarios, retomar las buenas costumbres, las clases particulares y así sin darte cuenta, el otoño se instala definitivamente en nuestro hogar.
Las hojas caídas teñirán de naranja octubre. Las tardes otoñales darán paso a noviembre y sin darnos cuenta estaremos llegando al último mes del año. Así que es buen momento para empezar un nuevo final. Dicen que todo termina para empezar de nuevo. Como esos papeles en blanco de los cuadernos por estrenar, donde comenzar a escribir el nuevo curso.
Aunque cuando era pequeña el 1 de octubre era el día que empezábamos el colegio por la tarde y volvíamos a vestirnos de uniforme. Es decir, la pura vuelta al cole. Septiembre, por mucho que se defina como de regreso, en Valladolid se pasa entre fiestas y ferias y medio adaptación.
Es octubre el que viene a recolocar nuestra rutina. Octubre trae las actividades extraescolares de los pequeños y no tan niños, los horarios, retomar las buenas costumbres, las clases particulares y así sin darte cuenta, el otoño se instala definitivamente en nuestro hogar.
Las hojas caídas teñirán de naranja octubre. Las tardes otoñales darán paso a noviembre y sin darnos cuenta estaremos llegando al último mes del año. Así que es buen momento para empezar un nuevo final. Dicen que todo termina para empezar de nuevo. Como esos papeles en blanco de los cuadernos por estrenar, donde comenzar a escribir el nuevo curso.
lunes, 26 de septiembre de 2016
Pequeñas cosas
El otro día leí que quien no haya aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, no ha empezado a vivir. Esto es algo que tardas en aprender pero que cuando lo sabes, te ayuda a ser mucho más feliz. Lo malo es que sólo aplicamos la lección normalmente después de algún golpe.
La felicidad está en aquellas pequeñas cosas...como dice la canción de Serrat. En cosas cotidianas del día a día que te arrancan una sonrisa, que te hacen sentirte bien y que cuando faltan, es cuando te das cuenta de que eran grandes.
Como disfrutar de un atardecer, un paseo con mi perro, un beso de buenas noches, el olor a café por la mañana, dormir en sábanas limpias, escuchar a tu cantante favorito en el coche, ver dormir a un bebé, una ducha caliente después de hacer ejercicio, reencontrarse con una vieja amistad, una llamada, ayudar a alguien, ver crecer a tus hijos, sentir el apoyo de tu pareja.
Sonreir al evocar un recuerdo, una cena con amigos, despertarse con un beso, un abrazo donde refugiarse, quitarse los zapatos después de un día duro, una visita a mi abuela, una celebración familiar, un rayo de sol en la cara, el olor a hierba mojada, andar descalza en el jardín, gritar en un concierto, sentirse orgulloso de un proyecto, el primer helado del verano, una tarde de sofá con un buen libro, meter los pies en el mar.
Reir hasta saltarse las lágrimas, un chocolate caliente cuando hace frío, las luces de Navidad, un regalo inesperado, un viaje sorpresa, que mi sobrino me llame tía, la mirada azul de mi ahijada, el olor de una flor, estrenar ropa, andar descalza en casa, ver fotos antiguas, charlar en una larga sobremesa, mi perro acurrucándose junto a mí, un parque lleno de risas infantiles, colaborar en una labor altruista.
Y copio el final de lo que leí, que sonaba a reproche, a pregunta retórica, a animarte a espabilar, a disfrutar... "¿Dónde la estás buscando?"
La felicidad está en aquellas pequeñas cosas...como dice la canción de Serrat. En cosas cotidianas del día a día que te arrancan una sonrisa, que te hacen sentirte bien y que cuando faltan, es cuando te das cuenta de que eran grandes.
Como disfrutar de un atardecer, un paseo con mi perro, un beso de buenas noches, el olor a café por la mañana, dormir en sábanas limpias, escuchar a tu cantante favorito en el coche, ver dormir a un bebé, una ducha caliente después de hacer ejercicio, reencontrarse con una vieja amistad, una llamada, ayudar a alguien, ver crecer a tus hijos, sentir el apoyo de tu pareja.
Sonreir al evocar un recuerdo, una cena con amigos, despertarse con un beso, un abrazo donde refugiarse, quitarse los zapatos después de un día duro, una visita a mi abuela, una celebración familiar, un rayo de sol en la cara, el olor a hierba mojada, andar descalza en el jardín, gritar en un concierto, sentirse orgulloso de un proyecto, el primer helado del verano, una tarde de sofá con un buen libro, meter los pies en el mar.
Reir hasta saltarse las lágrimas, un chocolate caliente cuando hace frío, las luces de Navidad, un regalo inesperado, un viaje sorpresa, que mi sobrino me llame tía, la mirada azul de mi ahijada, el olor de una flor, estrenar ropa, andar descalza en casa, ver fotos antiguas, charlar en una larga sobremesa, mi perro acurrucándose junto a mí, un parque lleno de risas infantiles, colaborar en una labor altruista.
Y copio el final de lo que leí, que sonaba a reproche, a pregunta retórica, a animarte a espabilar, a disfrutar... "¿Dónde la estás buscando?"
domingo, 18 de septiembre de 2016
El tren de la amistad
Bajó del tren y mientras buscaba a su amiga entre rostros desconocidos en la estación, que miraban anhelantes a sus familiares -¡cuántas historias guardan las estaciones y aeropuertos!- pensó en cuánto tiempo había pasado, en cómo se encontrarían, en cuánto habían cambiado sus vidas. Y allí la vio, de pie, con su barriga prominente y otro crío de la mano. Pues sí habían cambiado, sí...
Comieron poniéndose al día de empleos, familias y amigos comunes. Tan pronto hablaban de nombres para el nuevo bebé como de una anécdota de trabajo. Pero por la tarde, recostadas en el sofá de su casa, en aquella calurosa tarde de verano, mientras hablaban de cosas cotidianas, los recuerdos se agolpaban en su mente. Sintió que volvían a ser aquellas jóvenes estudiantes, en esas escaleras donde se labró su amistad entre apuntes y nervios de exámenes, en aquellos cafés interminables y noches de fiesta. Mucho antes de licenciarse, de que los maridos llegaran a sus vidas, y los trabajos, y los hijos, y los jefes...mucho antes de mudarse de ciudad y no verse tanto, mucho antes de la boda y del pequeño, mucho antes... Cuando sólo eran dos alumnas con todos los sueños por cumplir.
Y al volver a subir al tren pensó que quizás ésa era la esencia de la amistad. La confianza, las confidencias que puedes hacer a una persona aunque haga tanto que no la ves, lo cómodo que te sientes a pesar de la distancia y del tiempo, y de los cambios de la vida. Como si no pasaran los años pero habían pasado veinte.
Comieron poniéndose al día de empleos, familias y amigos comunes. Tan pronto hablaban de nombres para el nuevo bebé como de una anécdota de trabajo. Pero por la tarde, recostadas en el sofá de su casa, en aquella calurosa tarde de verano, mientras hablaban de cosas cotidianas, los recuerdos se agolpaban en su mente. Sintió que volvían a ser aquellas jóvenes estudiantes, en esas escaleras donde se labró su amistad entre apuntes y nervios de exámenes, en aquellos cafés interminables y noches de fiesta. Mucho antes de licenciarse, de que los maridos llegaran a sus vidas, y los trabajos, y los hijos, y los jefes...mucho antes de mudarse de ciudad y no verse tanto, mucho antes de la boda y del pequeño, mucho antes... Cuando sólo eran dos alumnas con todos los sueños por cumplir.
Y al volver a subir al tren pensó que quizás ésa era la esencia de la amistad. La confianza, las confidencias que puedes hacer a una persona aunque haga tanto que no la ves, lo cómodo que te sientes a pesar de la distancia y del tiempo, y de los cambios de la vida. Como si no pasaran los años pero habían pasado veinte.
lunes, 5 de septiembre de 2016
Septiembre
Septiembre es melancolía, es morriña, es rutina, es vuelta a la normalidad. Es volver a los horarios, a llevar reloj en la muñeca, a acostarse pronto, a poner el despertador. Añorar las noches de verano en la calle y los paseos con luz a las diez de la noche. Melancolía.
Es atardecer, es color anaranjado, hojas caídas, color ocre. Últimos rayos de sol y calor. Melancolía.
Es fiesta, conciertos, carruseles, gastronomía, teatro. Es pueblo, primos, cenas, desfiles, música. Últimos coletazos del verano, de salir, de bailar. Melancolía.
Es recoger el jardín, sacar la chaqueta, comprar ropa otoñal, acomodarte en el sofá, resguardarte en un fular, esconder el moreno y volverte a maquillar. Melancolía.
Es estrenar cuadernos, hojas en blanco, todo por escribir. Es colegio, uniformes, trabajo, agendas. Es volver a clase, apuntarse a actividades nuevas o retomar viejas. Melancolía.
Son los propósitos de año nuevo, es dieta, deporte, estudiar... Es volver. Melancolía.
Es soñar despierto y añorar el mar, sacar las fotos de verano y hacer planes de otoño. Es quedarse en casa, volverse hogareño y familiar. Melancolía.
Es atardecer, es color anaranjado, hojas caídas, color ocre. Últimos rayos de sol y calor. Melancolía.
Es fiesta, conciertos, carruseles, gastronomía, teatro. Es pueblo, primos, cenas, desfiles, música. Últimos coletazos del verano, de salir, de bailar. Melancolía.
Es recoger el jardín, sacar la chaqueta, comprar ropa otoñal, acomodarte en el sofá, resguardarte en un fular, esconder el moreno y volverte a maquillar. Melancolía.
Es estrenar cuadernos, hojas en blanco, todo por escribir. Es colegio, uniformes, trabajo, agendas. Es volver a clase, apuntarse a actividades nuevas o retomar viejas. Melancolía.
Son los propósitos de año nuevo, es dieta, deporte, estudiar... Es volver. Melancolía.
Es soñar despierto y añorar el mar, sacar las fotos de verano y hacer planes de otoño. Es quedarse en casa, volverse hogareño y familiar. Melancolía.
lunes, 29 de agosto de 2016
Postureo
Sé que en verano somos muy pesados con las fotos -o por lo menos, yo-. "Postureo" dicen ahora que se llama. He encontrado hasta la definición: "es un neologismo acuñado recientemente y
usado especialmente en el contexto de la redes sociales y las nuevas
tecnologías, para expresar formas de comportamiento y de pose, más por
imagen o por las apariencias que por una verdadera motivación".
Incluso ya existe derivaciones como "piestureo" por la cantidad de pies en la playa que inundan las redes sociales. O postureo gastronómico: "instagramea" tus platos, ensaladas coloridas, desayunos preciosos, batidos 'smoothies' por doquier. Uno de cada tres comensales hacen fotos de su comida y la comparten.
Despectivamente dicen que es el afán de exhibicionismo, de mostrar a los demás lo feliz que eres aunque no lo seas. No es mi caso, no finjo una foto para tener más seguidores porque no soy una famosa ni pretendo estar siempre guapa. Cada foto que subo es real, es mía, estoy en la playa, me tomo un mojito, ¡hasta mi perro posa! De lo único que se me puede acusar es de ser una pesada con el móvil en la mano fotografiando todo o aburrir a mis seguidores con demasiadas publicaciones. En eso tienen razón.
A mí me gusta ver lo que publican los demás en playas paradisiacas o atardeceres preciosos simplemente porque hay cosas que son bonitas, dignas de fotografiar...y también de compartir. Y el que lo esté viendo en ese momento o viviéndolo, que lo disfrute, lo mire bien y lo retenga en la retina y en sus recuerdos. Mirar al mar relaja, un atardecer, un paisaje desde lo alto de la montaña o la luna llena en una noche de verano, será postureo pero a mí me gusta ver esas fotos preciosas.
Incluso ya existe derivaciones como "piestureo" por la cantidad de pies en la playa que inundan las redes sociales. O postureo gastronómico: "instagramea" tus platos, ensaladas coloridas, desayunos preciosos, batidos 'smoothies' por doquier. Uno de cada tres comensales hacen fotos de su comida y la comparten.
Despectivamente dicen que es el afán de exhibicionismo, de mostrar a los demás lo feliz que eres aunque no lo seas. No es mi caso, no finjo una foto para tener más seguidores porque no soy una famosa ni pretendo estar siempre guapa. Cada foto que subo es real, es mía, estoy en la playa, me tomo un mojito, ¡hasta mi perro posa! De lo único que se me puede acusar es de ser una pesada con el móvil en la mano fotografiando todo o aburrir a mis seguidores con demasiadas publicaciones. En eso tienen razón.
A mí me gusta ver lo que publican los demás en playas paradisiacas o atardeceres preciosos simplemente porque hay cosas que son bonitas, dignas de fotografiar...y también de compartir. Y el que lo esté viendo en ese momento o viviéndolo, que lo disfrute, lo mire bien y lo retenga en la retina y en sus recuerdos. Mirar al mar relaja, un atardecer, un paisaje desde lo alto de la montaña o la luna llena en una noche de verano, será postureo pero a mí me gusta ver esas fotos preciosas.
domingo, 21 de agosto de 2016
Los Juegos
Ahora que llevamos unos días sentados en el sofá viendo tenis, voleibol o natación, sin siesta por ver bádminton, que todos entendemos mucho de taekwondo, piragüismo incluso aguas bravas...me pregunto: ¿por qué entonces el resto del año -de los anteriores 4 años- sólo existe el fútbol? Si quisiera ser más hiriente, sólo existe la Primera División, si apuras más, sólo tres o cuatro equipos....
No me vale la excusa de la oferta y la demanda, eso de que sólo vemos fútbol porque es lo único que 'echan' porque, por lo menos en una ciudad como Valladolid, con la gran oferta deportiva que hay, el fútbol gana por goleada (nunca mejor dicho).
La gente en los bares habla de fútbol, en las comidas familiares se habla de la Liga, los aficionados siguen a pies juntillas los fichajes, incluso acuden a partidos de pretemporada. Aún estos días teniendo todo los deportes de los Juegos Olímpicos, la gente estaba en la playa viendo la Supercopa. Yo no veo esa ilusión por el atletismo, ni el waterpolo, ni mucho menos en el tenis de mesa.
Esta queja en voz alta es para decir que hay más mundo fuera, que de repente nos sabemos de memoria nombres que no han tenido apenas cobertura -ni de los medios ni del público-, pero todos se merecen el mismo respeto. Es un orgullo escuchar el himno mientras nuestros deportistas contienen la emoción en lo más alto del podio. Esa medalla al cuello compensa todo el trabajo, que ha sido mucho. Pero todos han hecho el mismo esfuerzo. Incluso las familias, animándoles desde que solo era un chiquillo al tenían que acompañar a los entrenamientos.
Y ahora, acabados los Juegos, comienza la Liga...
No me vale la excusa de la oferta y la demanda, eso de que sólo vemos fútbol porque es lo único que 'echan' porque, por lo menos en una ciudad como Valladolid, con la gran oferta deportiva que hay, el fútbol gana por goleada (nunca mejor dicho).
La gente en los bares habla de fútbol, en las comidas familiares se habla de la Liga, los aficionados siguen a pies juntillas los fichajes, incluso acuden a partidos de pretemporada. Aún estos días teniendo todo los deportes de los Juegos Olímpicos, la gente estaba en la playa viendo la Supercopa. Yo no veo esa ilusión por el atletismo, ni el waterpolo, ni mucho menos en el tenis de mesa.
Esta queja en voz alta es para decir que hay más mundo fuera, que de repente nos sabemos de memoria nombres que no han tenido apenas cobertura -ni de los medios ni del público-, pero todos se merecen el mismo respeto. Es un orgullo escuchar el himno mientras nuestros deportistas contienen la emoción en lo más alto del podio. Esa medalla al cuello compensa todo el trabajo, que ha sido mucho. Pero todos han hecho el mismo esfuerzo. Incluso las familias, animándoles desde que solo era un chiquillo al tenían que acompañar a los entrenamientos.
Y ahora, acabados los Juegos, comienza la Liga...
martes, 9 de agosto de 2016
La vida cíclica
Aquí estamos otra vez, un verano más en Gandía, desde hace ya ni me acuerdo. Es curiosa la mezcla de recuerdos antiguos y, a la vez, como que cada verano se presenta ante tí en blanco para que hagas algo nuevo. Hay cosas que me gustan repetir, año a año se han convertido en tradiciones, pero también hay que innovar..
La vida es ciclíca y te das cuenta cada vez que llega un acontecimiento anual: cumpleaños, fiestas, Navidad, Semana Santa... Está en nosotros hacerla diferente cada vez. Dicen que la rutina es buena, que es señal de que todo marcha bien, sin sobresaltos. En parte es cierto, pero hay veces que hay que salir del bucle porque te volverías loco viviendo en el día de la marmota.
Cuando trabajaba en el periódico te das cuenta de esto con las noticias que publicas: empiezas el año con los niños abriendo paquetes de Reyes, las heladas de febrero y Caranavales, las procesiones de Semana Santa, el día de la comunidad de Castilla y León y la feria del libro, la manifestación del 1 de mayo, las fiestas patronales de San Pedro Regalado, la noche de San Juan, noticias frescas de verano o más graves como incendios o accidentes, pinchos y conciertos de las fiestas de septiembre, la vuelta al cole, la Seminci, alumbrado navideño, la Cabalgata y vuelta a empezar.
Así que, como el que no quiere la cosa, ha pasado un año desde que comencé con este blog, este rincón donde escribir mis pensamientos en voz alta. Estoy en el mismo lugar, en la misma playa, con el mismo ordenador pero no soy la misma. Ha pasado un año igual, pero distinto. Muy distinto. Y me gusta. Para mí, ésa es la esencia de la vida: disfrutar cada instante para hacerlo diferente.
La vida es ciclíca y te das cuenta cada vez que llega un acontecimiento anual: cumpleaños, fiestas, Navidad, Semana Santa... Está en nosotros hacerla diferente cada vez. Dicen que la rutina es buena, que es señal de que todo marcha bien, sin sobresaltos. En parte es cierto, pero hay veces que hay que salir del bucle porque te volverías loco viviendo en el día de la marmota.
Cuando trabajaba en el periódico te das cuenta de esto con las noticias que publicas: empiezas el año con los niños abriendo paquetes de Reyes, las heladas de febrero y Caranavales, las procesiones de Semana Santa, el día de la comunidad de Castilla y León y la feria del libro, la manifestación del 1 de mayo, las fiestas patronales de San Pedro Regalado, la noche de San Juan, noticias frescas de verano o más graves como incendios o accidentes, pinchos y conciertos de las fiestas de septiembre, la vuelta al cole, la Seminci, alumbrado navideño, la Cabalgata y vuelta a empezar.
Así que, como el que no quiere la cosa, ha pasado un año desde que comencé con este blog, este rincón donde escribir mis pensamientos en voz alta. Estoy en el mismo lugar, en la misma playa, con el mismo ordenador pero no soy la misma. Ha pasado un año igual, pero distinto. Muy distinto. Y me gusta. Para mí, ésa es la esencia de la vida: disfrutar cada instante para hacerlo diferente.
lunes, 1 de agosto de 2016
Lo malo del verano
Después de que el año pasado publique mis placeres de verano (aqui y aqui) y necesité dos post que demuestran lo mucho que me gusta, he pensado que como todo, también tiene su cara B. Y aunque conste que prefiero el calor al frío, el verano al invierno, también soy objetiva y me doy cuenta de las cosas que no me gustan... o digamos que me gustan menos.
La primera está clara: el calor. Con todo lo que eso conlleva. No me suelo quejar del calor pero sí en noches en las que no puedes dormir. Además, para intentar llevarlo mejor, abres las ventanas, con lo que eso trae otras cosas malas. El ruido de los trasnochadores -en nuestra calle hay unos niños que juegan y gritan hasta altas horas- y los mosquitos. Aunque para mí son peor las moscas. No hago vida de ellas. ¡Qué molestas son!
Hablo mal del calor cuando tienes que ir a trabajar, claro está. El calor se ve diferente si puedes refrescarte en el mar o en la piscina, si puedes ir ligera de ropa o quedarte en casa al fresco. Aunque otra cosa mala de cuando te quedas en casa es la televisión. No hay nada bueno en la tele.
Aunque no es mi caso, entiendo que si no te gusta la playa o el agua o tienes alergia, odies el verano. Tambien porque la playa saca a la luz nuestros peores complejos y nos han bombardeado con falsos estereotipos de cuerpos diez.
También lo comprendo si no tienes vacaciones, pero sobre todo si ves marchar a los demás. Si tienes que trabajar en verano mal, pero siempre pienso que es peor trabajar cuando los demás están de vacaciones. Es decir, sector hostelería, por ejemplo. Trabajar en un hotel cuando los huéspedes llegan para descansar o ser camarero sirviendo refrescos a los que disfrutan del tiempo de ocio en la terraza, cocinar en un sitio de playa sudando, preparar el viaje de los demás en una agencia y estar pendiente del móvil por si tienen algún imprevisto, ser animador o monitor infantil y que tengas un mal día...
Añado otra cosa más, el sudor. Desde niña me han sudado mucho las manos y los pies. He probado mil productos y ya he desistido, así que para mí este sería el mayor perjuicio. Aun así, como he dicho que lo prefiero: ¡bienvenido agosto, encantada de verte!
La primera está clara: el calor. Con todo lo que eso conlleva. No me suelo quejar del calor pero sí en noches en las que no puedes dormir. Además, para intentar llevarlo mejor, abres las ventanas, con lo que eso trae otras cosas malas. El ruido de los trasnochadores -en nuestra calle hay unos niños que juegan y gritan hasta altas horas- y los mosquitos. Aunque para mí son peor las moscas. No hago vida de ellas. ¡Qué molestas son!
Hablo mal del calor cuando tienes que ir a trabajar, claro está. El calor se ve diferente si puedes refrescarte en el mar o en la piscina, si puedes ir ligera de ropa o quedarte en casa al fresco. Aunque otra cosa mala de cuando te quedas en casa es la televisión. No hay nada bueno en la tele.
Aunque no es mi caso, entiendo que si no te gusta la playa o el agua o tienes alergia, odies el verano. Tambien porque la playa saca a la luz nuestros peores complejos y nos han bombardeado con falsos estereotipos de cuerpos diez.
También lo comprendo si no tienes vacaciones, pero sobre todo si ves marchar a los demás. Si tienes que trabajar en verano mal, pero siempre pienso que es peor trabajar cuando los demás están de vacaciones. Es decir, sector hostelería, por ejemplo. Trabajar en un hotel cuando los huéspedes llegan para descansar o ser camarero sirviendo refrescos a los que disfrutan del tiempo de ocio en la terraza, cocinar en un sitio de playa sudando, preparar el viaje de los demás en una agencia y estar pendiente del móvil por si tienen algún imprevisto, ser animador o monitor infantil y que tengas un mal día...
Añado otra cosa más, el sudor. Desde niña me han sudado mucho las manos y los pies. He probado mil productos y ya he desistido, así que para mí este sería el mayor perjuicio. Aun así, como he dicho que lo prefiero: ¡bienvenido agosto, encantada de verte!
martes, 26 de julio de 2016
Otros veranos
Hubo un tiempo en que en verano no pasaba nada... Te sobresaltaban los incendios y los accidentes de tráfico en medio de la agenda de fiestas de pueblos. Pero el resto, era morralla con la que tenías que rellenar, rebajas, una ola de calor, cuánta gente hay en la playa, la venta de helados...
Esos veranos que hacíamos prácticas mientras se iban de vacaciones los profesionales y aprendíamos tanto como nos divertíamos. Pocas veces creo que se disfruta tanto del trabajo como cuando estás de prácticas que te comes el mundo.
Y ahora resulta que hay veranos como éste que te vas a la cama todos los días atemorizado: 84 personas mueren atropelladas por un camión en Niza, intento de golpe de estado en Turquía, un refugiado afgano con un hacha siembra el pánico en un tren alemán, un chico suicida en Munich mata a 9 personas, a los pocos días un atentado bomba con 15 heridos en un festival de música de Baviera, otro tiroteo en una discoteca en Florida, 19 personas acuchilladas en Japón, 13 muertos en un doble atentado en el aeropuerto de Mogadiscio (Somalia)... -cada día que retraso este post tengo que añadir algún triste suceso más-. Y me horroriza. El mundo se ha vuelto loco.
Y lo que más asusta es que da igual las víctimas, incluso no hacen falta armas. Puedes estar viendo unos fuegos artificiales, que viajando en tren, en un concierto, en una discoteca, en una hamburguesería o en un centro de discapacitados. Eso es lo que da miedo de verdad. Darse cuenta de lo efímero que es todo, que la vida se escapa entre las manos, se escurre como si fuera agua.
Pero la vez, no debemos ceder al miedo, ése es su objetivo. Tenemos que aprender la lección, lo único bueno que se me ocurre entre tanta muerte: aprovechar el momento. Disfrutar, como lo hacíamos en aquellos veranos en los que lo único que nos preocupaba era saber a qué pueblo íbamos a grabar las fiestas.
Esos veranos que hacíamos prácticas mientras se iban de vacaciones los profesionales y aprendíamos tanto como nos divertíamos. Pocas veces creo que se disfruta tanto del trabajo como cuando estás de prácticas que te comes el mundo.
Y ahora resulta que hay veranos como éste que te vas a la cama todos los días atemorizado: 84 personas mueren atropelladas por un camión en Niza, intento de golpe de estado en Turquía, un refugiado afgano con un hacha siembra el pánico en un tren alemán, un chico suicida en Munich mata a 9 personas, a los pocos días un atentado bomba con 15 heridos en un festival de música de Baviera, otro tiroteo en una discoteca en Florida, 19 personas acuchilladas en Japón, 13 muertos en un doble atentado en el aeropuerto de Mogadiscio (Somalia)... -cada día que retraso este post tengo que añadir algún triste suceso más-. Y me horroriza. El mundo se ha vuelto loco.
Y lo que más asusta es que da igual las víctimas, incluso no hacen falta armas. Puedes estar viendo unos fuegos artificiales, que viajando en tren, en un concierto, en una discoteca, en una hamburguesería o en un centro de discapacitados. Eso es lo que da miedo de verdad. Darse cuenta de lo efímero que es todo, que la vida se escapa entre las manos, se escurre como si fuera agua.
Pero la vez, no debemos ceder al miedo, ése es su objetivo. Tenemos que aprender la lección, lo único bueno que se me ocurre entre tanta muerte: aprovechar el momento. Disfrutar, como lo hacíamos en aquellos veranos en los que lo único que nos preocupaba era saber a qué pueblo íbamos a grabar las fiestas.
lunes, 18 de julio de 2016
No lo abandones
Hoy toca post moral, lo advierto, pero no puedo por menos de intentar poner mi pequeñísimo grano de arena a una lacra que sitúa a España como el país con más abandonos de animales. He encontrado datos por internet que hablan de 150.000-200.000 abandonos de mascotas, 400 al día, lo que supone uno casi cada cinco minutos.
Seguro que recuerdan aquel anuncio de la Fundación Affinity en 1988 cuyo lema "No lo abandones. Él nunca lo haría" se me quedó grabado a fuego en el recuerdo... y en el corazón. Aquella mirada del perro, solo, en medio de la carretera. Era más pequeña y se me encogía el alma cada vez que lo veía en la tele, pero pensaba, -inocente de mí- que era un anuncio, una campaña publicitaria, con un perro escogido para tal efecto. No pensaba que podría haber alguien tan cruel cómo para parar en una gasolinera y dejarlo allí. Y subirse al coche y seguir viaje como si nada. La vida da tantas vueltas que no pensaba entonces que muchos años después, adoptaría no uno, sino dos, de estos animales abandonados.
Me encanta esa frase que circula por la red de que cuando abandonas a un animal porque ya no te sirve, tus hijos están aprendiendo la lección. Quizás hagan eso contigo cuando seas anciano...
Una de las cosas que más me llaman la atención de tener perro es cuando llegas a casa cómo te reciben. Da igual que hayas estado toda la mañana trabajando o te hayas ido sólo cinco minutos a comprar el pan, te reciben como si no te hubieran visto en días. Y cuando de verdad no te han visto en días, sólo les falta hablar. A mí me emociona ese recibimiento. Es lo mejor de volver.
No puedo entender que alguien, porque para mí es "alguien", a quien has querido durante días, alimentado, paseado, incluso besado, lleguen los calores del verano y te deshagas de él. ¡Qué no saben qué hacer con ellos en vacaciones dicen! ¿Llevártelo, quizás? Pedir el favor a algún familiar o amigo, llevarlo a una guardería canina o de viaje contigo, o si me apuras, no ir de vacaciones a ese sitio donde no aceptan animales, pero nunca, jamás, abandonarlo. Porque ahora sé que la gran verdad de aquella campaña publicitaria es que él nunca lo haría.
Seguro que recuerdan aquel anuncio de la Fundación Affinity en 1988 cuyo lema "No lo abandones. Él nunca lo haría" se me quedó grabado a fuego en el recuerdo... y en el corazón. Aquella mirada del perro, solo, en medio de la carretera. Era más pequeña y se me encogía el alma cada vez que lo veía en la tele, pero pensaba, -inocente de mí- que era un anuncio, una campaña publicitaria, con un perro escogido para tal efecto. No pensaba que podría haber alguien tan cruel cómo para parar en una gasolinera y dejarlo allí. Y subirse al coche y seguir viaje como si nada. La vida da tantas vueltas que no pensaba entonces que muchos años después, adoptaría no uno, sino dos, de estos animales abandonados.
Me encanta esa frase que circula por la red de que cuando abandonas a un animal porque ya no te sirve, tus hijos están aprendiendo la lección. Quizás hagan eso contigo cuando seas anciano...
Una de las cosas que más me llaman la atención de tener perro es cuando llegas a casa cómo te reciben. Da igual que hayas estado toda la mañana trabajando o te hayas ido sólo cinco minutos a comprar el pan, te reciben como si no te hubieran visto en días. Y cuando de verdad no te han visto en días, sólo les falta hablar. A mí me emociona ese recibimiento. Es lo mejor de volver.
No puedo entender que alguien, porque para mí es "alguien", a quien has querido durante días, alimentado, paseado, incluso besado, lleguen los calores del verano y te deshagas de él. ¡Qué no saben qué hacer con ellos en vacaciones dicen! ¿Llevártelo, quizás? Pedir el favor a algún familiar o amigo, llevarlo a una guardería canina o de viaje contigo, o si me apuras, no ir de vacaciones a ese sitio donde no aceptan animales, pero nunca, jamás, abandonarlo. Porque ahora sé que la gran verdad de aquella campaña publicitaria es que él nunca lo haría.
martes, 12 de julio de 2016
Viajando ideas
He estado ausente estos días aunque en realidad he estado más presente que nunca. Me fui de vacaciones en toda la magnitud de la palabra. Viajar no es sólo cambiar de ciudad, sino de ideas. Y yo he estado en muchas ciudades. Y cuando mi mente sale de viaje, no se relaja, al contrario, bulle ideas, aprende más, mira, observa y lo fija en los recuerdos.
Viajar te da la oportunidad de conocer otros sitios, otras costumbres, otras personas, pero sobre todo conocerte a ti mismo. Para mí es cierta esa frase de que viajar abre la mente. Mirar con otros ojos. Es una nueva forma de ver las cosas. No sólo las ciudades que estás visitando sino lo que está a tu alrededor y, cuando regresas, también tienes una nueva forma de apreciar lo cotidiano o la oportunidad de cambiarlo si no estás conforme.
Aprendes mucho viendo a tus compañeros de viaje, sus comportamientos, es increíble cómo la gente no deja nunca de sorprenderte (para bien o para mal). Te conoces mejor porque estás en una situación diferente a la cotidiana, fuera del trabajo, tu casa, tu rutina diaria, sin planes, sin reloj...Y me gusta. Me gusta mucho lo que aprendo.
Ya lo dijo Séneca: “Viajar y cambiar de lugar revitaliza la mente” y quién soy yo para contradecirle.
Viajar te da la oportunidad de conocer otros sitios, otras costumbres, otras personas, pero sobre todo conocerte a ti mismo. Para mí es cierta esa frase de que viajar abre la mente. Mirar con otros ojos. Es una nueva forma de ver las cosas. No sólo las ciudades que estás visitando sino lo que está a tu alrededor y, cuando regresas, también tienes una nueva forma de apreciar lo cotidiano o la oportunidad de cambiarlo si no estás conforme.
Aprendes mucho viendo a tus compañeros de viaje, sus comportamientos, es increíble cómo la gente no deja nunca de sorprenderte (para bien o para mal). Te conoces mejor porque estás en una situación diferente a la cotidiana, fuera del trabajo, tu casa, tu rutina diaria, sin planes, sin reloj...Y me gusta. Me gusta mucho lo que aprendo.
Ya lo dijo Séneca: “Viajar y cambiar de lugar revitaliza la mente” y quién soy yo para contradecirle.
lunes, 20 de junio de 2016
Operación bikini
Un año más oímos estas dos palabras y con lo bonitos que son los bikinis qué poco me gustan juntas: "operación bikini". Aunque a estas alturas de mes, ya te puedes imaginar que no voy a dar ningún consejo porque si has querido prepararte para lucir cuerpo en verano, habrás comenzado bastante antes y habrás leído todo lo que las revistas, blogs, clínicas de estética, tiendas, anuncios...bombardean con esta información.
Así que yo no porque me he dado cuenta que no puedo pensar en la operación bikini si estoy relamiéndome con los helados que me voy a tomar, las barbacoas que vamos a organizar, la paella de la playa y las cervecitas y patatas fritas de la terraza. Se llamará falta de fuerza de voluntad, aunque yo prefiero llamarlo disfrutar del verano.
Hay que cuidarse sí, por salud y para sentirte bien. Y eso es lo importante. Este año me propuse hacer más ejercicio y me obligué a ir a varias actividades deportivas que me gustasen para poder asistir todo el curso. Y lo he conseguido, a pesar de los días que me ha dado más pereza, me busqué ejercicios que me motivasen y cerquita de casa para no tener excusas. Y como lo he cumplido me siento bien, aunque luego no haya visto un adelgazamiento.
Y sí, otros años he hecho dietas y he probado tratamientos estéticos y masajes, y he de decir que son muy efectivos y que me han funcionado...mientras los hacía. Luego, he vuelto a mi celulitis habitual. Así que ahora apuesto por lo que os decía, cuidarme -sigo usando las cremas que me van bien- pero no me pierdo un helado por nada del mundo. Porque como bien dice esta ilustración que vi en instagram "son hoyuelos de felicidad".
Así que yo no porque me he dado cuenta que no puedo pensar en la operación bikini si estoy relamiéndome con los helados que me voy a tomar, las barbacoas que vamos a organizar, la paella de la playa y las cervecitas y patatas fritas de la terraza. Se llamará falta de fuerza de voluntad, aunque yo prefiero llamarlo disfrutar del verano.
Hay que cuidarse sí, por salud y para sentirte bien. Y eso es lo importante. Este año me propuse hacer más ejercicio y me obligué a ir a varias actividades deportivas que me gustasen para poder asistir todo el curso. Y lo he conseguido, a pesar de los días que me ha dado más pereza, me busqué ejercicios que me motivasen y cerquita de casa para no tener excusas. Y como lo he cumplido me siento bien, aunque luego no haya visto un adelgazamiento.
Y sí, otros años he hecho dietas y he probado tratamientos estéticos y masajes, y he de decir que son muy efectivos y que me han funcionado...mientras los hacía. Luego, he vuelto a mi celulitis habitual. Así que ahora apuesto por lo que os decía, cuidarme -sigo usando las cremas que me van bien- pero no me pierdo un helado por nada del mundo. Porque como bien dice esta ilustración que vi en instagram "son hoyuelos de felicidad".
martes, 14 de junio de 2016
Cambio de armario
No me gusta el cambio de armario. Así, a bocajarro. Y todavía mucho menos el cambio de ropa de verano hacia el otoño e invierno. Y aunque ahora he hecho el cambio al revés y me resulta un poco mejor porque vamos hacia el buen tiempo y la ropa más ligera, me sigue sin gustar.
Quizás es porque me lleva tiempo, porque hay que ordenar a fondo el armario o porque veo delante de mí la cantidad de ropa que tengo, la que no me he puesto y la que no me vale. Creo que no sólo me pasa a mí, lo de tener mucha ropa digo...ni lo de que me quede pequeña de una estación a otra....Consuelo de muchos...
Así que aprovecho para probármelo todo, deprimirme porque he engordado, hacer firme propósito de adelgazar y otra cosa muy importante: hacer una buena limpieza. Preparo bolsas grandes para quitar todo aquello que ya no me he puesto porque no me vale o porque ya es de hace varios años y estoy un poco cansada de ponérmela. Aunque suene fuerte decirlo así, hay ropa que dono que está perfecta.
En estos tiempos en que todo se vende, yo sigo apostando por regalar, dárselo a algún familiar o amigo o, la mayoría de las veces, se lo doy a un señor que recoge ropa y comida para familias desfavorecidas. Lo que antes hacía con mi madre y con los juguetes que llevábamos a la parroquia, lo sigo haciendo con la ropa. Puede que esto calme mi conciencia sí, pero me siento bien sabiendo que esa prendas que están bien van a servir a más gente, así que animo a todos a que hagan lo mismo. Porque no nos engañemos que volveré a comprar más ropa...ahora que he hecho hueco en el armario.
Quizás es porque me lleva tiempo, porque hay que ordenar a fondo el armario o porque veo delante de mí la cantidad de ropa que tengo, la que no me he puesto y la que no me vale. Creo que no sólo me pasa a mí, lo de tener mucha ropa digo...ni lo de que me quede pequeña de una estación a otra....Consuelo de muchos...
Así que aprovecho para probármelo todo, deprimirme porque he engordado, hacer firme propósito de adelgazar y otra cosa muy importante: hacer una buena limpieza. Preparo bolsas grandes para quitar todo aquello que ya no me he puesto porque no me vale o porque ya es de hace varios años y estoy un poco cansada de ponérmela. Aunque suene fuerte decirlo así, hay ropa que dono que está perfecta.
En estos tiempos en que todo se vende, yo sigo apostando por regalar, dárselo a algún familiar o amigo o, la mayoría de las veces, se lo doy a un señor que recoge ropa y comida para familias desfavorecidas. Lo que antes hacía con mi madre y con los juguetes que llevábamos a la parroquia, lo sigo haciendo con la ropa. Puede que esto calme mi conciencia sí, pero me siento bien sabiendo que esa prendas que están bien van a servir a más gente, así que animo a todos a que hagan lo mismo. Porque no nos engañemos que volveré a comprar más ropa...ahora que he hecho hueco en el armario.
lunes, 6 de junio de 2016
Ortografía
Ahora que acaba el curso, que estarán estudiando y haciendo exámenes sin parar, voy a barrer para casa y apostar por la ortografia. Porque será de formación profesional pero no soporto un texto mal escrito.No hablo de que no sepas colocar las comas, hablo de verdaderas barbaridades que se leen por ahí.
No me refiero a gente más mayor que a lo mejor no ha podido estudiar, sino a mucha gente de mi edad que no distingue hay de ay ni haya de halla, que sigue poniendo "haber si nos vemos", que llena mensajes de "a ido", que no sabe qué "tuvo" poner, ni dónde "estava", ni sé si me "hecha" de menos. Me da dolor leerlo.
Hay errores además que llevan a confusión, que no quieren decir lo que se interpreta, ahora que además escribimos más mensajes y correos, en vez de hablar. Y aunque entiendo que hay palabras que todos dudamos, también es cierto que tenemos mil modos de averigüar la forma correcta de escribirlo antes de dar a enviar.Los niños tienen margen de mejora -pienso optimistamente- si leen más, se fijan y aprenden. No creo que sea una moda ni que escribir con el móvil haya influido tanto -solo tienen que dar al corrector o a la escritura predeterminada-, es porque efectivamente no saben escribirlo bien, ni siquiera tienen esas dudas lógicas.
A lo mejor soy muy dura, pero creo que no se puede aprobar un curso con faltas de ortografía graves, y muchos menos en la Universidad. Te lo dice una a la que suspendían cualquier materia por una sola falta de ortografía, y tres tildes mal puestas constituían una -el tema tildes es otro cantar-. Nunca suspendí, aunque solo fuera porque me fijaba mucho al escribir para no tener que examinarme de nuevo de Historia o Economía, por ejemplo.
No me refiero a gente más mayor que a lo mejor no ha podido estudiar, sino a mucha gente de mi edad que no distingue hay de ay ni haya de halla, que sigue poniendo "haber si nos vemos", que llena mensajes de "a ido", que no sabe qué "tuvo" poner, ni dónde "estava", ni sé si me "hecha" de menos. Me da dolor leerlo.
Hay errores además que llevan a confusión, que no quieren decir lo que se interpreta, ahora que además escribimos más mensajes y correos, en vez de hablar. Y aunque entiendo que hay palabras que todos dudamos, también es cierto que tenemos mil modos de averigüar la forma correcta de escribirlo antes de dar a enviar.Los niños tienen margen de mejora -pienso optimistamente- si leen más, se fijan y aprenden. No creo que sea una moda ni que escribir con el móvil haya influido tanto -solo tienen que dar al corrector o a la escritura predeterminada-, es porque efectivamente no saben escribirlo bien, ni siquiera tienen esas dudas lógicas.
A lo mejor soy muy dura, pero creo que no se puede aprobar un curso con faltas de ortografía graves, y muchos menos en la Universidad. Te lo dice una a la que suspendían cualquier materia por una sola falta de ortografía, y tres tildes mal puestas constituían una -el tema tildes es otro cantar-. Nunca suspendí, aunque solo fuera porque me fijaba mucho al escribir para no tener que examinarme de nuevo de Historia o Economía, por ejemplo.
miércoles, 25 de mayo de 2016
Equipo
En una de las charlas y cursos a los que he asistido sobre redes sociales dijeron que todos tenemos la necesidad de pertenecer a un grupo, hacer comunidad, y sobre todo, compartir las noticias, las cosas que nos pasan, aunque sean cotidianas. No puedo estar más de acuerdo. No creo que los que compartimos nuestra vida diaria por las redes sociales lo hagamos por ego, como he oído a algunas personas que lo critican, ni tampoco porque no tenga con nadie más con quien hablar físicamente.
Pero sí creo fervientemente en la necesidad de pertenencia a un grupo, da igual el carácter que tenga: puede ser una asociación benéfica, tu pandilla de amigos, tus vecinos, el equipo deportivo, una peña, tu clase o incluso la familia. Y cuando no se tiene este sentimiento de integración, uno se siente primero decepcionado, después frustado y por último, perdido. Doy fe de ello.
Ese sentimiento es lo que hay detrás de la frase de "ser la oveja negra de la familia", sentir que no encajas en ese conjunto. Los grupos pueden desaparecer, buscar uno nuevo, entrar a formar parte de uno ya creado, o ampliar el tuyo, pero siempre con ese sensación de ser parte integrante de algo, de ser una pequeña pieza del puzzle.
Y creo que una comunidad funciona cuando se aplican muchos de los valores del deporte de lo que tanto se habla que son beneficiosos para los niños, no sólo para hacer ejercicio y tener una vida saludable, sino por otros añadidos: hacer amigos, el compañerismo, el trabajo en equipo, el compromiso, la dedicación, el esfuerzo, la ilusión, el respeto, la confianza, la ayuda... y, de nuevo, esa sensación de ser un equipo que comparte juntos las victorias y las derrotas. Todos ellos se pueden aplicar a cualquier agrupación en el que hacen falta todas esas patas para que funcione correctamente. Si algo falla, será como una mesa coja. Compartir y juntos son las dos palabras clave.
Pero sí creo fervientemente en la necesidad de pertenencia a un grupo, da igual el carácter que tenga: puede ser una asociación benéfica, tu pandilla de amigos, tus vecinos, el equipo deportivo, una peña, tu clase o incluso la familia. Y cuando no se tiene este sentimiento de integración, uno se siente primero decepcionado, después frustado y por último, perdido. Doy fe de ello.
Ese sentimiento es lo que hay detrás de la frase de "ser la oveja negra de la familia", sentir que no encajas en ese conjunto. Los grupos pueden desaparecer, buscar uno nuevo, entrar a formar parte de uno ya creado, o ampliar el tuyo, pero siempre con ese sensación de ser parte integrante de algo, de ser una pequeña pieza del puzzle.
Y creo que una comunidad funciona cuando se aplican muchos de los valores del deporte de lo que tanto se habla que son beneficiosos para los niños, no sólo para hacer ejercicio y tener una vida saludable, sino por otros añadidos: hacer amigos, el compañerismo, el trabajo en equipo, el compromiso, la dedicación, el esfuerzo, la ilusión, el respeto, la confianza, la ayuda... y, de nuevo, esa sensación de ser un equipo que comparte juntos las victorias y las derrotas. Todos ellos se pueden aplicar a cualquier agrupación en el que hacen falta todas esas patas para que funcione correctamente. Si algo falla, será como una mesa coja. Compartir y juntos son las dos palabras clave.
martes, 17 de mayo de 2016
Calendarios
¿No os pasa que hay días que no ocurre nada y días que se te acumulan las cosas? Mira que yo soy de disfrutar, pero hay días marcados en el calendario en rojo por saturación de eventos, aunque sarna con gusto no pica como se suele decir.
Es curioso como cada uno tenemos ese calendario marcado, dependiendo de dónde vivas, tu familia, tus amigos, tus deportes...Me refiero a que este fin de semana estaría señalado para los seguidores del fútbol, bien para celebrar la Liga en Barcelona, como así fue, o en Madrid. Eso implica que estuvo también apuntado en los ayuntamientos de esas ciudades para tener preparadas las fuentes, las rúas y el calendario de celebraciones "por si acaso".
A la vez, también estaría marcado en los equipos de la Liga que podían descender, y en los equipos, como el Real Valladolid, ya en Segunda, que se jugaban su particular "final". Pero a quien no le guste el fútbol, el calendario marcaba en Valladolid que quizás el balonmano podía ascender y volver a la categoría Asobal. Esto estaba destacado también en nuestro particular calendario de amigos, así que organizamos cena para esperar a que llegara el autobús de los jugadores para ir a recibirles y festejarlo con ellos el ascenso.
Ajenos a todo esto, se encontraban los eurovisivos fans esperando a que Barei diera la campanada en Eurovisión y sin embargo, habría gente que no había oído su canción ninguna vez. Hablando de canciones, el sábado estaba subrayado en rojo también para los afortunados que tenían entradas para ver a Bruce Springteen en Barcelona y disfrutar de su concierto.
Mientras, la niña de mis vecinos tomaba la Primera Comunión, fecha señalada también para ella y su familia, otros empleados montaban los postes y las redes de voleibol para festejar "el día del voley", llevé a mi sobrino a un espectáculo de magia, una amiga fue a ver cómo había salido su tía de una complicada operación, otros esperaban que su pequeña naciera en esa fecha, otros tenían boda, unos amigos se iban de viaje, los vallisoletanos tenían puente porque celebraron el viernes San Pedro Regalado, su patrón, y los madrileños, San Isidro el lunes ...Son curiosos los diferentes calendarios...
J
Es curioso como cada uno tenemos ese calendario marcado, dependiendo de dónde vivas, tu familia, tus amigos, tus deportes...Me refiero a que este fin de semana estaría señalado para los seguidores del fútbol, bien para celebrar la Liga en Barcelona, como así fue, o en Madrid. Eso implica que estuvo también apuntado en los ayuntamientos de esas ciudades para tener preparadas las fuentes, las rúas y el calendario de celebraciones "por si acaso".
A la vez, también estaría marcado en los equipos de la Liga que podían descender, y en los equipos, como el Real Valladolid, ya en Segunda, que se jugaban su particular "final". Pero a quien no le guste el fútbol, el calendario marcaba en Valladolid que quizás el balonmano podía ascender y volver a la categoría Asobal. Esto estaba destacado también en nuestro particular calendario de amigos, así que organizamos cena para esperar a que llegara el autobús de los jugadores para ir a recibirles y festejarlo con ellos el ascenso.
Ajenos a todo esto, se encontraban los eurovisivos fans esperando a que Barei diera la campanada en Eurovisión y sin embargo, habría gente que no había oído su canción ninguna vez. Hablando de canciones, el sábado estaba subrayado en rojo también para los afortunados que tenían entradas para ver a Bruce Springteen en Barcelona y disfrutar de su concierto.
Mientras, la niña de mis vecinos tomaba la Primera Comunión, fecha señalada también para ella y su familia, otros empleados montaban los postes y las redes de voleibol para festejar "el día del voley", llevé a mi sobrino a un espectáculo de magia, una amiga fue a ver cómo había salido su tía de una complicada operación, otros esperaban que su pequeña naciera en esa fecha, otros tenían boda, unos amigos se iban de viaje, los vallisoletanos tenían puente porque celebraron el viernes San Pedro Regalado, su patrón, y los madrileños, San Isidro el lunes ...Son curiosos los diferentes calendarios...
J
miércoles, 11 de mayo de 2016
Sin luz
El otro día se fue la luz en mi zona por una avería general. y es entonces cuando descubres el mundo actual en el que vivimos que esas horas parecían la hecatombe. Además de la luz, que de momento no importaba porque era de día, fue el wifi y todos los aparatos electrónicos de la casa. Sin internet, sin ordenador, sin televisión, sin microondas... De hecho, me di cuenta de que no había luz en casa porque no tenía conexión wifi en el teléfono.
Será hora de reconocer que estoy enganchada...Confirmé mi adicción hace un par de años con un problema que tuve con un teléfono y cada dos por tres perdía los datos, las fotos, no podía llamar a nadie...en una palabra: estaba desconectada del mundo. Pero también me di cuenta de que no sólo yo estaba enganchada. Como no tenía teléfono, la gente no se comunicaba conmigo de otra forma. Fue como sentirse abandonada.
Lo malo para mí es la gente que piensa que ellos no están enganchados pero en realidad sí. ¿No os ha pasado llamar a una persona, y que no conteste o que comunique en ese momento, e insistir cada dos minutos? O peor aún, cuando consiguen contactar contigo y te preguntan: ¿dónde estabas? ¿Qué hacías que no contestabas? Y además del teléfono, todo lo demás, que a mi alrededor no conozco a nadie que sólo tenga el móvil para uso exclusivo de hablar por teléfono, sin usar la cámara de fotos o las redes sociales. Dicen que consultamos el móvil 150 veces al día, que creo que lo dice todo.
Ahora me pongo en plan "abuela cebolleta" y digo que se ha perdido la educación, ya no respetamos ni los horarios, da igual llamar a la hora de comer que por la noche, cuando antes esto era impensable. O el control. Algo que era muy bueno poder estar siempre localizado y resulta que sirve para ejercer autoridad. Recurren a esto en el control machista que ejercen los jóvenes con sus novias pero no sólo eso, que a mí me han preguntado por cosas que he publicado en las redes sociales con las que me he sentido observada. Pero esto ya sería otro tema...
Será hora de reconocer que estoy enganchada...Confirmé mi adicción hace un par de años con un problema que tuve con un teléfono y cada dos por tres perdía los datos, las fotos, no podía llamar a nadie...en una palabra: estaba desconectada del mundo. Pero también me di cuenta de que no sólo yo estaba enganchada. Como no tenía teléfono, la gente no se comunicaba conmigo de otra forma. Fue como sentirse abandonada.
Lo malo para mí es la gente que piensa que ellos no están enganchados pero en realidad sí. ¿No os ha pasado llamar a una persona, y que no conteste o que comunique en ese momento, e insistir cada dos minutos? O peor aún, cuando consiguen contactar contigo y te preguntan: ¿dónde estabas? ¿Qué hacías que no contestabas? Y además del teléfono, todo lo demás, que a mi alrededor no conozco a nadie que sólo tenga el móvil para uso exclusivo de hablar por teléfono, sin usar la cámara de fotos o las redes sociales. Dicen que consultamos el móvil 150 veces al día, que creo que lo dice todo.
Ahora me pongo en plan "abuela cebolleta" y digo que se ha perdido la educación, ya no respetamos ni los horarios, da igual llamar a la hora de comer que por la noche, cuando antes esto era impensable. O el control. Algo que era muy bueno poder estar siempre localizado y resulta que sirve para ejercer autoridad. Recurren a esto en el control machista que ejercen los jóvenes con sus novias pero no sólo eso, que a mí me han preguntado por cosas que he publicado en las redes sociales con las que me he sentido observada. Pero esto ya sería otro tema...
martes, 3 de mayo de 2016
Comprar la conciencia
Leo el otro día a un chico, supongo que desesperado, que ha perdido mil euros en un sobre en un centro comercial porque acababa de cobrar un trabajo y pidiendo que si alguien lo encuentra, por favor lo devuelva. Pero lo que más me llamó la atención fueron los cientos de comentarios restantes.
En vez de animarle y confiar en la buena gente que pueda encontrarlo y devolverlo, no, le macharcaron acusándole de torpe por perderlo, de llevarlo en un sobre en vez de en la cartera "porque el dinero no tiene dueño", incluso llegaron a insinuar que a ver qué trapicheaba para llevar ese dinero en metálico. ¿Hemos perdido el juicio? Yo estaba atónita, aunque algunos se retratraban con sus propias palabras.
¿La gente no tiene conciencia? ¿De verdad puedes dormir cuando has robado mil euros? ¿Puedes agacharte al ver un sobre en el suelo, mirar los billetes que hay dentro y metértelo al bolsillo sin más? ¿Puedes comprarte unos zapatos o un móvil con ese dinero y cada vez que te los pongas o lo uses recordar de dónde lo sacaste y quedarte tan a gusto?
El pobre chico tuvo que dar toda clase de explicaciones como justificándose: qué trabajo había realizado y cobrado, dónde lo llevaba, cómo se había caído... No sé, dudar así de alguien que no conoces me demuestra que nos hemos vuelto muy desconfiados y no me gusta. Y por otra parte, que la reacción sea esa de la gente tampoco me gusta. Me entristece. El dinero es muy goloso sí, pero dormir con la conciencia tranquila es la gloria.
En vez de animarle y confiar en la buena gente que pueda encontrarlo y devolverlo, no, le macharcaron acusándole de torpe por perderlo, de llevarlo en un sobre en vez de en la cartera "porque el dinero no tiene dueño", incluso llegaron a insinuar que a ver qué trapicheaba para llevar ese dinero en metálico. ¿Hemos perdido el juicio? Yo estaba atónita, aunque algunos se retratraban con sus propias palabras.
¿La gente no tiene conciencia? ¿De verdad puedes dormir cuando has robado mil euros? ¿Puedes agacharte al ver un sobre en el suelo, mirar los billetes que hay dentro y metértelo al bolsillo sin más? ¿Puedes comprarte unos zapatos o un móvil con ese dinero y cada vez que te los pongas o lo uses recordar de dónde lo sacaste y quedarte tan a gusto?
El pobre chico tuvo que dar toda clase de explicaciones como justificándose: qué trabajo había realizado y cobrado, dónde lo llevaba, cómo se había caído... No sé, dudar así de alguien que no conoces me demuestra que nos hemos vuelto muy desconfiados y no me gusta. Y por otra parte, que la reacción sea esa de la gente tampoco me gusta. Me entristece. El dinero es muy goloso sí, pero dormir con la conciencia tranquila es la gloria.
lunes, 25 de abril de 2016
Placeres de primavera
Aunque ya hace un mes que llegó la primavera como suele pasar hasta que no llegan los días soleados y se va un poco el frío no parece que estemos estrenando estación. Y como he hecho otras veces, esta también tiene sus placeres.
Para mí el primero, lo que comentaba al principio, más días de sol y mejor tiempo, que a mí me da la vida. Esa luz y calor me transmiten alegría. El segundo, los días son más largos. Aunque nunca he entendido el ahorro ese de las mañanas con el cambio de hora, por la tardes es una gozada tener más horas de luz, ver a la gente paseando, los parques llenos de gente y de vida.
Otro de mis placeres de primavera es obvio por el calendario: se acerca el verano y con él sus placeres. Sé que mucha gente no va a estar de acuerdo porque prefiere el invierno, pero como yo soy de los meses cálidos, pues para mí estos tres placeres van unidos: el buen tiempo, los días largos y la proximidad del verano. Con más tiempo al aire libre, comienzan los picnics y barbacoas, ir al pinar o al parque o a la piscina. Y comenzar a programar las vacaciones, reservarlas, soñar con ellas que cada vez están más cerca, incluso hacer una escapadita del fin de semana. Otro de mis placeres al aire libre es salir al jardín a leer o a hacer manualidades.
Las flores. Me encantan los árboles en flor, los colores, parece que todo tiene más luz. (Lo siento mucho por los alérgicos). Aquí incluyo una recomendación para quien no haya visitado el Valle del Jerte, con sus cerezos en flor en todo su esplendor.
Las comidas más ligeras.Y la ropa también más ligera. Vuelvo otra vez a que todo es más colorido, la ropa incluida. Esos colores brillantes, amarillos, fucsia, ácidos...Sacar las bailarinas y las sandalias del armario y desterrar las botas. Comer ensalada y zumos de fruta que me encantan y ese primer helado me sabe a gloria.
Tomar el sol. Aunque todavía no se puede tumbar uno en bikini al sol, ya se puede ir cogiendo color con los paseos matutinos con el perro y sentarse en una terraza y sentir los rayos de sol en la cara. Poco a poco, ir quitándose ese blanco nuclear de la piel.
Es la época de las celebraciones: bodas y comuniones, sobre todo. A ponerse guapa y pasarlo bien con la familia y los amigos. Yo, desde luego lo hago, aprovecho para estar más al aire libre, me encanta salir a dar paseos más largos con el perro, leer en el jardín, tomar algo en una terraza, planeo las vacaciones, siento el sol y su energía, y disfruto del buen tiempo. ¡A disfrutar!
Para mí el primero, lo que comentaba al principio, más días de sol y mejor tiempo, que a mí me da la vida. Esa luz y calor me transmiten alegría. El segundo, los días son más largos. Aunque nunca he entendido el ahorro ese de las mañanas con el cambio de hora, por la tardes es una gozada tener más horas de luz, ver a la gente paseando, los parques llenos de gente y de vida.
Otro de mis placeres de primavera es obvio por el calendario: se acerca el verano y con él sus placeres. Sé que mucha gente no va a estar de acuerdo porque prefiere el invierno, pero como yo soy de los meses cálidos, pues para mí estos tres placeres van unidos: el buen tiempo, los días largos y la proximidad del verano. Con más tiempo al aire libre, comienzan los picnics y barbacoas, ir al pinar o al parque o a la piscina. Y comenzar a programar las vacaciones, reservarlas, soñar con ellas que cada vez están más cerca, incluso hacer una escapadita del fin de semana. Otro de mis placeres al aire libre es salir al jardín a leer o a hacer manualidades.
Las flores. Me encantan los árboles en flor, los colores, parece que todo tiene más luz. (Lo siento mucho por los alérgicos). Aquí incluyo una recomendación para quien no haya visitado el Valle del Jerte, con sus cerezos en flor en todo su esplendor.
Las comidas más ligeras.Y la ropa también más ligera. Vuelvo otra vez a que todo es más colorido, la ropa incluida. Esos colores brillantes, amarillos, fucsia, ácidos...Sacar las bailarinas y las sandalias del armario y desterrar las botas. Comer ensalada y zumos de fruta que me encantan y ese primer helado me sabe a gloria.
Tomar el sol. Aunque todavía no se puede tumbar uno en bikini al sol, ya se puede ir cogiendo color con los paseos matutinos con el perro y sentarse en una terraza y sentir los rayos de sol en la cara. Poco a poco, ir quitándose ese blanco nuclear de la piel.
Es la época de las celebraciones: bodas y comuniones, sobre todo. A ponerse guapa y pasarlo bien con la familia y los amigos. Yo, desde luego lo hago, aprovecho para estar más al aire libre, me encanta salir a dar paseos más largos con el perro, leer en el jardín, tomar algo en una terraza, planeo las vacaciones, siento el sol y su energía, y disfruto del buen tiempo. ¡A disfrutar!
lunes, 18 de abril de 2016
Capital del rugby
Pues aunque iba a escribir de otro tema, hoy en Valladolid es un día tan grande -deportivamente hablando- que la final de la Copa del Rey de rugby ha eclipsado a toda una ciudad...y también mi blog. Y aunque no he ido al estadio Zorrilla a verlo, me ha "salpicado" de lleno -positivamente hablando-.
Partiendo de la base de que no entiendo de rugby y que tenía otros quehaceres y no he podido ir, sólo por ver a tanta gente hablando de Valladolid ha merecido la pena. Bienvenida sea una final de rugby en el estadio de fútbol si eso ha servido para que unos amigos vengan desde Pamplona a ver el partido. Bienvenida sea si Valladolid se ha colado un minuto en el telediario nacional para hablar de la final. Bienvenida sea si eso atrae a más gente a que venga a la ciudad y, como en los buenos tiempos del fútbol, las aficiones paseen por la ciudad, comen y gasten. Bienvenida si se llena un estadio de fútbol por primera vez para un partido de rugby. Bienvenida sea si parecía una de las grandes citas del Seis Naciones. Bienvenida si viene el Rey desde hace no sé cuántos años que no entrega la Copa. Bienvenida sea si él y mucha más gente se ha llevado en su retina esa imagen de 26.000 personas abarrotando un estadio de fútbol con un comportamiento ejemplar. Bienvenida sea si Valladolid dice alto y claro que es la capital del rugby.
Porque no olvidemos que este partido, esta final entre equipos vallisoletanos, este derbi lo ha habido otras veces y no hemos tenido todos estos beneficios. Ni en sueños nadie pensaba en que la Casa Real dedicara no uno, sino varios tuits, a un partido de rugby. O yo por lo menos no pensaba que iba a tener a estas horas las redes sociales inundadas de fotos y vídeos de un día histórico. Y aunque ha habido cosas que no me han gustado y, como se dice ahora, mucho "postureo" y mucho entendido, lo doy por válido si se saca provecho a todo ello. Si los tan manidos "valores del rugby" y del deporte calan en todos esos niños que hoy entraron gratis al estadio, si esa actitud del público es la que empiezan a tener siempre en este y en el resto de los deportes. Y, como he dicho antes, aunque no haya ido al estadio ni entienda ni supiera qué equipo quería que ganase, he visto el partido por la televisión sólo porque eran dos clubes vallisoletanos jugando un partido en el estadio de mi Valladolid.
Partiendo de la base de que no entiendo de rugby y que tenía otros quehaceres y no he podido ir, sólo por ver a tanta gente hablando de Valladolid ha merecido la pena. Bienvenida sea una final de rugby en el estadio de fútbol si eso ha servido para que unos amigos vengan desde Pamplona a ver el partido. Bienvenida sea si Valladolid se ha colado un minuto en el telediario nacional para hablar de la final. Bienvenida sea si eso atrae a más gente a que venga a la ciudad y, como en los buenos tiempos del fútbol, las aficiones paseen por la ciudad, comen y gasten. Bienvenida si se llena un estadio de fútbol por primera vez para un partido de rugby. Bienvenida sea si parecía una de las grandes citas del Seis Naciones. Bienvenida si viene el Rey desde hace no sé cuántos años que no entrega la Copa. Bienvenida sea si él y mucha más gente se ha llevado en su retina esa imagen de 26.000 personas abarrotando un estadio de fútbol con un comportamiento ejemplar. Bienvenida sea si Valladolid dice alto y claro que es la capital del rugby.
Porque no olvidemos que este partido, esta final entre equipos vallisoletanos, este derbi lo ha habido otras veces y no hemos tenido todos estos beneficios. Ni en sueños nadie pensaba en que la Casa Real dedicara no uno, sino varios tuits, a un partido de rugby. O yo por lo menos no pensaba que iba a tener a estas horas las redes sociales inundadas de fotos y vídeos de un día histórico. Y aunque ha habido cosas que no me han gustado y, como se dice ahora, mucho "postureo" y mucho entendido, lo doy por válido si se saca provecho a todo ello. Si los tan manidos "valores del rugby" y del deporte calan en todos esos niños que hoy entraron gratis al estadio, si esa actitud del público es la que empiezan a tener siempre en este y en el resto de los deportes. Y, como he dicho antes, aunque no haya ido al estadio ni entienda ni supiera qué equipo quería que ganase, he visto el partido por la televisión sólo porque eran dos clubes vallisoletanos jugando un partido en el estadio de mi Valladolid.
domingo, 10 de abril de 2016
Celebraciones
Perdón a quien me lea que esta semana no he aparecido, he estado recuperándome de unos días muy ajetreados pero geniales. El fin de semana pasado tuve un completo de celebraciones, con cena, cumpleaños y bautizo incluido. Celebrando la vida, un año más y una bebé más ... porque si algo nos gusta es celebrar. El otro día me lo confirmó un artículo que leí: el 95% de los españoles ha celebrado algo (lo que quieras) en el último año. El 71% declara que le gusta mucho o bastante, de lo que se deduce asombrosamente que al 29% restante no.
Esto es raro porque es la excusa perfecta para reunirte con tu gente y a veces los mejores planes surgen sin planearlos. En mi familia y amigos somos muy de celebrar, de disfrutar las cenas, los cumpleaños, hacemos una reunión familiar por menos de nada, algunas pequeñas y otras de esas que marcas meses antes en el calendario. En el artículo me veía perfectamente reflejada porque decía que los motivos favoritos para celebrar son los cumpleaños, las reuniones familiares y las quedadas con amigos. Pero tiene que haber muchas más porque cada español celebra una media de 37 acontecimientos al año, que es más de tres al mes, vamos, prácticamente cada fin de semana...
Y lo que decía el artículo ya lo dije yo en el post de las excusas gastronómicas que lo que no puede faltar en una buena celebración es la comida. Pero con unos datos estadísticos cuanto menos sorprendentes: la gastronomía (25%) y la bebida (16%) lideran el ranking muy por encima de la alegría (13%), la música (11%), la familia y los amigos (10%) y el buen ambiente (8%). Me llama la atención porque lo mejor de una buena celebración es cómo te lo pasas. Al final, estaría muy rico el lechazo y el vino sería muy bueno, pero al menos yo lo que recuerdo es si me reí, si estaba cómoda, con quién me senté, lo que hablé, si me divertí...en definitiva, si disfruté.
Eso es lo importante para mí. Cada cosa en su momento. Está claro que cuando se es más joven se prefiere salir con los amigos de fiesta y, a más edad, cobra más importancia estar con la familia y quedarse en casa, que también tiene su encanto. Un domingo casero de esos de los que hablaba de chándal, sofá y peli. Depende de la vida que lleve cada uno y del trabajo que tengas entre semana, de lo que veas a tu familia y amigos, pero a veces tener la agenda desocupada es una delicia.
Esto es raro porque es la excusa perfecta para reunirte con tu gente y a veces los mejores planes surgen sin planearlos. En mi familia y amigos somos muy de celebrar, de disfrutar las cenas, los cumpleaños, hacemos una reunión familiar por menos de nada, algunas pequeñas y otras de esas que marcas meses antes en el calendario. En el artículo me veía perfectamente reflejada porque decía que los motivos favoritos para celebrar son los cumpleaños, las reuniones familiares y las quedadas con amigos. Pero tiene que haber muchas más porque cada español celebra una media de 37 acontecimientos al año, que es más de tres al mes, vamos, prácticamente cada fin de semana...
Y lo que decía el artículo ya lo dije yo en el post de las excusas gastronómicas que lo que no puede faltar en una buena celebración es la comida. Pero con unos datos estadísticos cuanto menos sorprendentes: la gastronomía (25%) y la bebida (16%) lideran el ranking muy por encima de la alegría (13%), la música (11%), la familia y los amigos (10%) y el buen ambiente (8%). Me llama la atención porque lo mejor de una buena celebración es cómo te lo pasas. Al final, estaría muy rico el lechazo y el vino sería muy bueno, pero al menos yo lo que recuerdo es si me reí, si estaba cómoda, con quién me senté, lo que hablé, si me divertí...en definitiva, si disfruté.
Eso es lo importante para mí. Cada cosa en su momento. Está claro que cuando se es más joven se prefiere salir con los amigos de fiesta y, a más edad, cobra más importancia estar con la familia y quedarse en casa, que también tiene su encanto. Un domingo casero de esos de los que hablaba de chándal, sofá y peli. Depende de la vida que lleve cada uno y del trabajo que tengas entre semana, de lo que veas a tu familia y amigos, pero a veces tener la agenda desocupada es una delicia.
miércoles, 30 de marzo de 2016
La vida rosa
Ya estoy aquí, un poco más tarde de lo habitual pero necesitaba desconectar estas vacaciones. Salir de la rutina, y eso que dicen que ésta es buena porque da orden y estabilidad a tu vida. Pero no siempre es cierto. A veces hay que salir de esa zona de confort para ver que hay más mundo fuera... y si te gusta, luchar por conseguirlo. No hace falta irse al Caribe a pensar, sólo basta con romper con eso que haces todos los días igual, dejar de ver las mismas caras, pasear por las mismas calles, ir a los mismos sitios... ¿No os parece que el coche va solo al trabajo o a casa porque se sabe el camino de memoria?
Lo que bien se dice "cambiar de aires". Otras veces hay que salir y ver otras cosas...para apreciar las tuyas. Es curiosa esta paradoja. Nos pasamos la vida comparándonos con otros, y por qué no decirlo, también envidiándoles, y pocas veces pensamos que alguien pueda estar comparándose con nosotros. Pensamos en otro coche, otro trabajo, vemos su familia, su casa bonita, sus viajes, su vida...y no nos paramos a compararla con nuestra fortuna. Hay que apreciar lo que tenemos antes de que sea tarde y disfrutarlo.
Para eso está muy bien hablar con otra gente, no sólo ver su vida desde fuera. Porque igual que hay que alejarse de los amargados que nos agobian con sus quejas, tampoco son buenos los "super-happy-de-la-vida" que nos cansan con su vida de cuento. Esa gente que no tiene problemas, todo está bien, no se queja de nada, su familia parece de revista y tiene una vida de color de rosa. Ese extremo no es real, parecen un anuncio. La vida es menos rosa por eso hay que disfrutar intensamente los momentos en que es fucsia.
Lo que bien se dice "cambiar de aires". Otras veces hay que salir y ver otras cosas...para apreciar las tuyas. Es curiosa esta paradoja. Nos pasamos la vida comparándonos con otros, y por qué no decirlo, también envidiándoles, y pocas veces pensamos que alguien pueda estar comparándose con nosotros. Pensamos en otro coche, otro trabajo, vemos su familia, su casa bonita, sus viajes, su vida...y no nos paramos a compararla con nuestra fortuna. Hay que apreciar lo que tenemos antes de que sea tarde y disfrutarlo.
Para eso está muy bien hablar con otra gente, no sólo ver su vida desde fuera. Porque igual que hay que alejarse de los amargados que nos agobian con sus quejas, tampoco son buenos los "super-happy-de-la-vida" que nos cansan con su vida de cuento. Esa gente que no tiene problemas, todo está bien, no se queja de nada, su familia parece de revista y tiene una vida de color de rosa. Ese extremo no es real, parecen un anuncio. La vida es menos rosa por eso hay que disfrutar intensamente los momentos en que es fucsia.
domingo, 20 de marzo de 2016
Tradición
Hoy comienza la Semana Santa y para una ciudad como Valladolid podríamos decir que es el momento cúlmen. Valladolid me gusta en muchos momentos del año, pero si de algo estoy orgullosa es de las procesiones de Semana Santa y de sus pasos. Las tallas de Gregorio Fernández y Juan de Juni, acompañadas del silencio de los cofrades, es algo que tienes que venir a verlo para entenderlo.
Me gusta hacer turismo y que el turista venga a mi ciudad en esta época. No será la primera vez que ayudo a algún despistado a buscar una procesión o le recomiendo cuál es la mejor. Pero también entiendo que vivirlo es algo de tradición. En Valladolid está en el ambiente, en los colegios explican las cofradías, hacen manualidades con los hábitos de los cofrades, te llevan al Museo de Escultura a que veas las tallas, te compran una palma el Domingo de Ramos desde que tienes uso de razón, te sientan en un bordillo y observas los pies descalzos o te ponen una manta en la silla mientras ves pasar la procesión.
Yo lo he vivido de muchas formas, desde fuera, desde dentro, de acompañante, enseñándosela a amigos turistas...pero sobre todo, desde pequeña. Me he despertado con el sonido de las trompetas porque teníamos dos cofradías debajo de casa y ese es un recuerdo imborrable, junto con mi palma y mi ropa nueva porque "si no estrenas en Domingo de Ramos, te cortan las manos". Así que continúa esta tradición, al margen del componente religioso, ven a visitarnos, patea la ciudad viendo procesiones, respeta el silencio, admira a los penitentes, contempla esas tallas que parecen de verdad, entra en las iglesias y pregunta lo que no sepas que seguro que algún buen vallisoletano te explica orgulloso nuestra semana por excelencia.
Me gusta hacer turismo y que el turista venga a mi ciudad en esta época. No será la primera vez que ayudo a algún despistado a buscar una procesión o le recomiendo cuál es la mejor. Pero también entiendo que vivirlo es algo de tradición. En Valladolid está en el ambiente, en los colegios explican las cofradías, hacen manualidades con los hábitos de los cofrades, te llevan al Museo de Escultura a que veas las tallas, te compran una palma el Domingo de Ramos desde que tienes uso de razón, te sientan en un bordillo y observas los pies descalzos o te ponen una manta en la silla mientras ves pasar la procesión.
Yo lo he vivido de muchas formas, desde fuera, desde dentro, de acompañante, enseñándosela a amigos turistas...pero sobre todo, desde pequeña. Me he despertado con el sonido de las trompetas porque teníamos dos cofradías debajo de casa y ese es un recuerdo imborrable, junto con mi palma y mi ropa nueva porque "si no estrenas en Domingo de Ramos, te cortan las manos". Así que continúa esta tradición, al margen del componente religioso, ven a visitarnos, patea la ciudad viendo procesiones, respeta el silencio, admira a los penitentes, contempla esas tallas que parecen de verdad, entra en las iglesias y pregunta lo que no sepas que seguro que algún buen vallisoletano te explica orgulloso nuestra semana por excelencia.
miércoles, 16 de marzo de 2016
Esfuerzo
"No he estudiado nada pero he sacado un 10", "¡qué suerte ha tenido esa que ha conseguido el trabajo!", "yo es que como de todo y no hago ejercicio y así estoy". Seguro que más de una vez hemos oído estas frases a alguien y yo, personalmente, no me las creo. Salvo excepciones lógicas de que alguien tenga una inteligencia superior o una constitución de cuerpo muy benévola, estoy segura de que todo premio tiene detrás mucho esfuerzo y sacrificio.
Cuando estudias, apruebas. Cuando estudias más, llegas al notable. Si sales a correr, quemas el plato de pasta que te has comido. Si te sacrificas y comes menos dulce, no engordas tanto. Así en todo, o en muchas cosas, porque sé que por ejemplo, en el tema del trabajo "no siempre ganan los buenos", no los mejores consiguen siempre los mejores puestos de trabajo. Hay gente buena en el paro, pero creo que ahí influyen otras muchas cosas que todos tenemos en el pensamiento.
Esta semana he tenido varios ejemplos y varias conversaciones en las que, al final, mi conclusión era que es cierto que el esfuerzo tiene su recompensa. Cuando algo sale bien, pocas veces pensamos en las horas de trabajo que hay detrás, reuniones, visitas, viajes, horas extra, llamadas de teléfono, días enteros delante del ordenador...Cuando veo lo bien que sale un ejercicio de natación sincronizada pienso en la de veces que lo habrán repetido, en tantas horas y días entrenando para conseguirlo. Hablo con una amiga que me dice que adelgazó 15 kilos y me cuenta cómo buscaba tiempo de debajo de las piedras para salir a correr para acompañar el régimen que seguía. Y confiesa que pasaba hambre. ¡Pues claro! Me sienta mal cuando alguien quita mérito a los sacrificios. Otra amiga me cuenta las horas de pilates que le iban bien para su dolor de espalda. Otra me dice que tiene una entrevista de trabajo, y me cuenta la de curriculum que ha echado antes que fueron rechazados.
Somos muy dados a juzgar a la ligera, y sé que a veces entra en juego el factor suerte tan necesario en la vida para tener una ecuación perfecta, pero no menosprecio el valor del trabajo y del esfuerzo. Me enseñaron eso de pequeña, que había que esforzarse, no para aprobar, sino para sacar sobresaliente. Y ahora admiro a quien se levanta pronto para trabajar, a quien madruga para correr, a quien no come chocolate porque esta a dieta...porque ya se sabe que el que algo quiere, algo le cuesta.
Cuando estudias, apruebas. Cuando estudias más, llegas al notable. Si sales a correr, quemas el plato de pasta que te has comido. Si te sacrificas y comes menos dulce, no engordas tanto. Así en todo, o en muchas cosas, porque sé que por ejemplo, en el tema del trabajo "no siempre ganan los buenos", no los mejores consiguen siempre los mejores puestos de trabajo. Hay gente buena en el paro, pero creo que ahí influyen otras muchas cosas que todos tenemos en el pensamiento.
Esta semana he tenido varios ejemplos y varias conversaciones en las que, al final, mi conclusión era que es cierto que el esfuerzo tiene su recompensa. Cuando algo sale bien, pocas veces pensamos en las horas de trabajo que hay detrás, reuniones, visitas, viajes, horas extra, llamadas de teléfono, días enteros delante del ordenador...Cuando veo lo bien que sale un ejercicio de natación sincronizada pienso en la de veces que lo habrán repetido, en tantas horas y días entrenando para conseguirlo. Hablo con una amiga que me dice que adelgazó 15 kilos y me cuenta cómo buscaba tiempo de debajo de las piedras para salir a correr para acompañar el régimen que seguía. Y confiesa que pasaba hambre. ¡Pues claro! Me sienta mal cuando alguien quita mérito a los sacrificios. Otra amiga me cuenta las horas de pilates que le iban bien para su dolor de espalda. Otra me dice que tiene una entrevista de trabajo, y me cuenta la de curriculum que ha echado antes que fueron rechazados.
Somos muy dados a juzgar a la ligera, y sé que a veces entra en juego el factor suerte tan necesario en la vida para tener una ecuación perfecta, pero no menosprecio el valor del trabajo y del esfuerzo. Me enseñaron eso de pequeña, que había que esforzarse, no para aprobar, sino para sacar sobresaliente. Y ahora admiro a quien se levanta pronto para trabajar, a quien madruga para correr, a quien no come chocolate porque esta a dieta...porque ya se sabe que el que algo quiere, algo le cuesta.
lunes, 7 de marzo de 2016
Complementos
Aviso a navegantes antes de seguir leyendo, éste es un post frívolo. Porque sí. Porque me apetecía escribir unas bobadas femeninas sobre mí sin romperme mucho el seso. Así que allá vamos. Adoro los complementos: zapatos, bolsos, fulares, sombreros, gafas de sol, collares... Esto último abarca toda variedad de colgantes, pendientes, pulseras y anillos.
Me vuelvo loca en las tiendas de accesorios, todo me gusta, me encanta, me lo compraría todo, pero en mi defensa diré que la mayoría de las veces salgo con las manos vacías porque pienso que tengo de todo. Y es verdad. Tengo muchas cosas pero la mayoría de las veces -creo que todas- han sido regalos. ¿Me regalan estas cosas porque me gustan o me gustan cuando me las regalan?
El caso es que el otro día hice limpieza de mis collares, los ordené, los limpié, tiré los pendientes desparejados, los colgantes del año la tos y redescubrí algunos que ni me acordaba o que no había estrenado, aunque me dé vergüenza decirlo... Los puse bien visibles para ponerme cada día uno, aunque la gente suele decirme que siempre voy conjuntada. Recordaba de dónde eran cada uno -cuando los compro suele ser en algún mercadillo artesanal de algún viaje- o quién me lo ha regalado y cuándo. Estoy segura que esto forma parte del hecho de que me gusten tanto.
Los bolsos es otro complemento que me encanta y que tampoco suelo comprar yo, aunque los mire y remire siempre en la tienda. Y aunque me gustan de todo tipo, en invierno para el día a día me gustan grandes y ya dije en este otro post, que para los viajes prefiero bandoleras. Mi problema -sé que el de muchas- es que meto bastantes chorradas en los bolsos grandes y luego nunca encuentro nada. Hasta que el otro día me compré un organizador de bolsos con el que estoy encantada porque tengo dentro mis "imprescindibles" que muevo de un bolso a otro en un momento.
Además de la cartera, el móvil y las llaves, siempre llevo crema hidrante para las manos y bálsamo labial (a veces más de uno), pañuelos de papel, una batería externa del móvil, el cable para cargar y los cascos, una horquilla/goma del pelo, varios bolígrafos, un par de pastillas de aspirina/ibuprofeno, algo para picar, un espejo, un cepillo de dientes pequeño y una bolsa plegable.
Si voy a estar fuera de casa mucho tiempo y sé que me voy a tener que retocar el maquillaje, llevo también un estuche con mis "imprescindibles" de este apartado, que incluye la cajita de las lentillas y un frasco pequeño de colonia. Antes llevaba una agenda, pero ahora uso mucho la del teléfono y tengo una preciosa en casa en la que pongo fotos que casi es más un diario, así que sólo llevo un pequeño cuaderno para apuntar, y los bolígrafos que no falten, de formación profesional. A esto a veces añado una botella pequeña de agua o un paragüas plegable y alguna cosa más. Es entonces cuando me digo en voz alta: ¡cómo no me va a doler el hombro!
Me vuelvo loca en las tiendas de accesorios, todo me gusta, me encanta, me lo compraría todo, pero en mi defensa diré que la mayoría de las veces salgo con las manos vacías porque pienso que tengo de todo. Y es verdad. Tengo muchas cosas pero la mayoría de las veces -creo que todas- han sido regalos. ¿Me regalan estas cosas porque me gustan o me gustan cuando me las regalan?
El caso es que el otro día hice limpieza de mis collares, los ordené, los limpié, tiré los pendientes desparejados, los colgantes del año la tos y redescubrí algunos que ni me acordaba o que no había estrenado, aunque me dé vergüenza decirlo... Los puse bien visibles para ponerme cada día uno, aunque la gente suele decirme que siempre voy conjuntada. Recordaba de dónde eran cada uno -cuando los compro suele ser en algún mercadillo artesanal de algún viaje- o quién me lo ha regalado y cuándo. Estoy segura que esto forma parte del hecho de que me gusten tanto.
Los bolsos es otro complemento que me encanta y que tampoco suelo comprar yo, aunque los mire y remire siempre en la tienda. Y aunque me gustan de todo tipo, en invierno para el día a día me gustan grandes y ya dije en este otro post, que para los viajes prefiero bandoleras. Mi problema -sé que el de muchas- es que meto bastantes chorradas en los bolsos grandes y luego nunca encuentro nada. Hasta que el otro día me compré un organizador de bolsos con el que estoy encantada porque tengo dentro mis "imprescindibles" que muevo de un bolso a otro en un momento.
Además de la cartera, el móvil y las llaves, siempre llevo crema hidrante para las manos y bálsamo labial (a veces más de uno), pañuelos de papel, una batería externa del móvil, el cable para cargar y los cascos, una horquilla/goma del pelo, varios bolígrafos, un par de pastillas de aspirina/ibuprofeno, algo para picar, un espejo, un cepillo de dientes pequeño y una bolsa plegable.
Si voy a estar fuera de casa mucho tiempo y sé que me voy a tener que retocar el maquillaje, llevo también un estuche con mis "imprescindibles" de este apartado, que incluye la cajita de las lentillas y un frasco pequeño de colonia. Antes llevaba una agenda, pero ahora uso mucho la del teléfono y tengo una preciosa en casa en la que pongo fotos que casi es más un diario, así que sólo llevo un pequeño cuaderno para apuntar, y los bolígrafos que no falten, de formación profesional. A esto a veces añado una botella pequeña de agua o un paragüas plegable y alguna cosa más. Es entonces cuando me digo en voz alta: ¡cómo no me va a doler el hombro!
lunes, 29 de febrero de 2016
Recuerdos
Es curiosa la fuerza de los recuerdos. Me admira el poder de la mente para no acordarte de algunas cosas del mes pasado y que tengas grabado a fuego muchas cosas de la infancia. Y aunque esto se comprueba claramente con las personas mayores, yo misma me sorprendo a veces recordando pequeños detalles que se hacen grandes por lo que evocan. Un olor, una canción, una comida, una frase...es increíble cómo pueden transportarte a otra ciudad y a otras personas, muchos años atrás.
Me parece interesante que te vengan a la mente aquellas vacaciones, que recuerdes cada rincón de la casa de la abuela o una frase que solía decir un profesor, jugar en el parque, volver del colegio con tus vecinas, aquella excursión, el día que fuiste al parque de atracciones o al cine con tu tío, aprender a andar en bici, aquel regalo de Reyes... Que repitas de memoria los compañeros de clase, la canción de los dibujos animados, los nombres de los personajes de las serie, y que además sepas dónde lo veías, qué comías mientras tanto y con quién estabas. Algunos momentos son tan potentes que sabes que siempre permanecerán en tu memoria. Aunque esa gente ya no esté, siempre estarán en tu corazón.
Dicen que a partir de los 3 años y medio empezamos a ser conscientes de nuestros recuerdos, hay quien evoca hechos de antes y otros tienen la mente en blanco hasta los 8 años. Por eso me parece tan importante contribuir a la memoria de la siguiente generación, para que cuando ellos crezcan tengan buenos recuerdos como los tengo yo. Sobre todo si se tuvo una infancia feliz, claro, sino entiendo que no se quieran rememorar momentos tristes.
Muchas imágenes de la infancia las tenemos vivas gracias a nuestros familiares que nos repiten las anécdotas, pero luego hay otras historias que te vienen a la mente sin más. Mucha culpa tienen también las fotografías. Ver fotos es algo que a mí me encantaba hacer de niña y por eso me sigue gustando mucho hacer fotos y después ponerlas en álbumes: por todo lo que recuerdas al verlas, que parece que estés allí de nuevo. Son recuerdos grabados a fuego en tu corazón.
Me parece interesante que te vengan a la mente aquellas vacaciones, que recuerdes cada rincón de la casa de la abuela o una frase que solía decir un profesor, jugar en el parque, volver del colegio con tus vecinas, aquella excursión, el día que fuiste al parque de atracciones o al cine con tu tío, aprender a andar en bici, aquel regalo de Reyes... Que repitas de memoria los compañeros de clase, la canción de los dibujos animados, los nombres de los personajes de las serie, y que además sepas dónde lo veías, qué comías mientras tanto y con quién estabas. Algunos momentos son tan potentes que sabes que siempre permanecerán en tu memoria. Aunque esa gente ya no esté, siempre estarán en tu corazón.
Dicen que a partir de los 3 años y medio empezamos a ser conscientes de nuestros recuerdos, hay quien evoca hechos de antes y otros tienen la mente en blanco hasta los 8 años. Por eso me parece tan importante contribuir a la memoria de la siguiente generación, para que cuando ellos crezcan tengan buenos recuerdos como los tengo yo. Sobre todo si se tuvo una infancia feliz, claro, sino entiendo que no se quieran rememorar momentos tristes.
Muchas imágenes de la infancia las tenemos vivas gracias a nuestros familiares que nos repiten las anécdotas, pero luego hay otras historias que te vienen a la mente sin más. Mucha culpa tienen también las fotografías. Ver fotos es algo que a mí me encantaba hacer de niña y por eso me sigue gustando mucho hacer fotos y después ponerlas en álbumes: por todo lo que recuerdas al verlas, que parece que estés allí de nuevo. Son recuerdos grabados a fuego en tu corazón.
lunes, 22 de febrero de 2016
Respeto
Dicen que donde fueres haz lo que vieres, y esto sirve para muchas ocasiones en la vida, sobre todo para viajar. Ahí sí que ves las costumbres de otras ciudades, otras culturas, otras comidas, otras religiones. Entonces, puedes ser mero observador o participar, puedes ver la Mezquita azul de Estambul por fuera o entrar, y para ello tendrás que cubrirte con un velo. Puedes admirar la catedral de Milán o verla por dentro, y para ello, no podrás hacerlo en pantalón corto ni tirantes.
Ahora que llega Semana Santa, igual. Puedes planear tus vacaciones en la playa o descansar en casa. Puedes escaparte a esquiar o salir en una procesión. Pero si viajas a un sitio con mucha tradición de Semana Santa, deberás hacerlo con respeto. No reirse de sus trajes ni tradiciones, si es costumbre verlas en silencio, cállate, y si se cantan saetas, escúchalas. Admira los pasos, aunque no los veas con los ojos de la fe, las esculturas, el arte. Huele el incienso, oye los tambores, sorpréndete con los pies descalzos. Pero no cuestiones por qué llevan una cruz a hombros ni por qué visitan siete iglesias en Jueves Santo o no comen carne los viernes de Cuaresma.
Y sobre todo, cuando viajes a una ciudad, ve con la lección aprendida. Quiero decir, viaja sabiendo a lo que vas, a dónde vas. Quizás te encuentres con calles cortadas, o pase una procesión justo por la esquina donde ibas a acortar tu paseo, o toquen una campana a las dos de la mañana o una trompeta se pare a tocar el himno a tu lado. Asómbrate, quizás te desconcierte, pero no protestes. Te aseguro que si te metes en ese ambiente, puede llegar a sobrecogerte. Contémplalo desde el respeto y la tradición.
Ahora que llega Semana Santa, igual. Puedes planear tus vacaciones en la playa o descansar en casa. Puedes escaparte a esquiar o salir en una procesión. Pero si viajas a un sitio con mucha tradición de Semana Santa, deberás hacerlo con respeto. No reirse de sus trajes ni tradiciones, si es costumbre verlas en silencio, cállate, y si se cantan saetas, escúchalas. Admira los pasos, aunque no los veas con los ojos de la fe, las esculturas, el arte. Huele el incienso, oye los tambores, sorpréndete con los pies descalzos. Pero no cuestiones por qué llevan una cruz a hombros ni por qué visitan siete iglesias en Jueves Santo o no comen carne los viernes de Cuaresma.
Y sobre todo, cuando viajes a una ciudad, ve con la lección aprendida. Quiero decir, viaja sabiendo a lo que vas, a dónde vas. Quizás te encuentres con calles cortadas, o pase una procesión justo por la esquina donde ibas a acortar tu paseo, o toquen una campana a las dos de la mañana o una trompeta se pare a tocar el himno a tu lado. Asómbrate, quizás te desconcierte, pero no protestes. Te aseguro que si te metes en ese ambiente, puede llegar a sobrecogerte. Contémplalo desde el respeto y la tradición.
lunes, 15 de febrero de 2016
Las muñecas
Siempre fui una niña que jugó con muñecas, desde que tengo uso de razón recuerdo colocar en mi habitación a las Barriguitas, Barbies, Nancys y Nenucos y jugar a profesoras. Era bien pequeña cuando quitaba a mi tía una muñeca que le había traído su novio de París y era lo más parecido a una Barbie. Luego tuve unas cuantas, y también sus complementos, y mis vecinas pasaban a jugar con ellas. No recuerdo que ninguna de nosotras tuviéramos ninguna fijación por tener esa cintura de avispa, ni esos minipies siempre en tacones, ni esas medidas de pecho, ni ese pelo rubio, largo y liso. Pero aplaudo la decisión que ha tenido la empresa si es que esa imagen sí ha influido a otras niñas hasta causarles alguna enfermedad.
Aplaudo que la Barbie tenga ahora caderas, haya muñecas bajitas, morenas, incluso calcen zapato plano porque así soy yo -así somos todas- y la antigua Barbie debía modernizarse. Estoy de acuerdo con que esa imagen era falsa viendo la variedad de mujeres que hay, pero no he visto las mismas críticas con la nueva versión de las Barriguitas ni de la Nancy, con esos ojos grandes pintados que nada tienen que ver con la imagen inocente de mi infancia (en la foto mis dos Barriguitas). Ni con las Bratz o Monster High que tanto furor causaron entre las niñas que les apasionaban que tuvieran los labios pintados, ese pelo y esas minifaldas.
Y no hablo sólo de muñecas. Si te fijas en una estantería de juguetes infantiles, en la caja -siempre rosa- de la plancha de juguete, de la cocina y de la máquina de coser hay una foto de una niña jugando. Algunas veces se venden conjuntamente la lavadora, plancha y máquina de coser, todo en color rosa.
Creo entonces que será el turno ahora de normalizar al Ken, ya que mi marido no es alto, atlético ni marca abdominales. Porque puestos a criticar y a esterotipar, yo tenía la cocinita de la Barbie y el Ken iba al gimnasio conduciendo un Porche gris. No digo nada más.
Aplaudo que la Barbie tenga ahora caderas, haya muñecas bajitas, morenas, incluso calcen zapato plano porque así soy yo -así somos todas- y la antigua Barbie debía modernizarse. Estoy de acuerdo con que esa imagen era falsa viendo la variedad de mujeres que hay, pero no he visto las mismas críticas con la nueva versión de las Barriguitas ni de la Nancy, con esos ojos grandes pintados que nada tienen que ver con la imagen inocente de mi infancia (en la foto mis dos Barriguitas). Ni con las Bratz o Monster High que tanto furor causaron entre las niñas que les apasionaban que tuvieran los labios pintados, ese pelo y esas minifaldas.
Y no hablo sólo de muñecas. Si te fijas en una estantería de juguetes infantiles, en la caja -siempre rosa- de la plancha de juguete, de la cocina y de la máquina de coser hay una foto de una niña jugando. Algunas veces se venden conjuntamente la lavadora, plancha y máquina de coser, todo en color rosa.
Creo entonces que será el turno ahora de normalizar al Ken, ya que mi marido no es alto, atlético ni marca abdominales. Porque puestos a criticar y a esterotipar, yo tenía la cocinita de la Barbie y el Ken iba al gimnasio conduciendo un Porche gris. No digo nada más.