domingo, 19 de agosto de 2018

40

A lo largo de la vida hay muchos momentos en los que empezar a contar y usar de punto de partida, como un kilómetro cero. Mucha gente lo hace el 1 de enero, otra tanta en septiembre al comenzar el curso, otros en su cumpleaños cuando empieza realmente el año nuevo, hay personas que lo hacen después de un acontecimiento importante que utilizan como un antes y un después, una fecha, una crisis, una desgracia o una alegría.

No soy dada a hacer balances ni tampoco planear el año como suele hacer la gente en Nochevieja, aunque acaba de ser mi cumpleaños y este año estreno década. Si miro hacia delante, asusta...y si miro hacia atrás, también.

40 años. Si parece que fue ayer cuando iba al colegio, a la Universidad, cuando me casé... La vida es un regalo, uno maravilloso que se abrió por primera vez el 14 de agosto de 1978. Como en esas cajas que dentro tienen muchas sorpresas, muchos paquetes más pequeños llenos de buenos momentos y de buena gente. Otras veces el envoltorio no es tan bonito y hay que saber tirar a la basura el papel más feo y quedarse solo con el que brilla.

Ya lo dije en otro post, que sólo se puede dar las gracias por este tesoro, porque dentro de mi cofre había muchas joyas: mis padres y el resto de mi familia, estudios, trabajo, amigos, una persona con la que compartir el camino, viajes, muchos días para disfrutar y mágicos instantes que saborear. Como dice la canción “gracias a la vida que me ha dado tanto...”.

En la vida diaria ajetreada no tenemos tiempo de pensar todo eso, por eso está bien cuando escoges un día para hacerlo, ya sea Año Nuevo o tu cumpleaños mirando al mar y rodeada de tu gente. Ya sabéis lo que me gustan las sorpresas y las gominolas, así que espero seguir abriendo regalos envueltos en papel bonito y dulces que dejen buen sabor de boca.



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