Se secó las lagrimas, labios de carmín. Zapatos de tacón.
Pisando fuerte, como dice la canción.
Salió fuera a comerse el mundo, se lo merecía.
Creyéndoselo. Haciéndose visible.
Callada no estaba más guapa. Y habló. Alto y claro, como debió hacer antes.
En el fondo le temblaban las manos con sus uñas de color.
Pero disimuló. Ya lo había hecho antes. Cuando se callaba.
Volvió a soñar. Soñó que podía hacerlo.
No fue fuerte ni valiente.
Solo se oyó. Escuchó su voz interior. La que le dijo que ella no se rendía.
Que era capaz.
Solo se lo creyó. Se valoró. Se empoderó.
No era 8 de marzo, no hacía falta.
Es cualquier día. Uno más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario