Esta semana he visto que se va a quitar el "señor" a Mister Potato para que no tenga género y a partir de ahora se llamará "Potato Head" (Cabeza de Patata) para hacer el juguete más inclusivo. Pues bien, si estamos en la moda de eliminar los juguetes sexistas, no tiene sentido que el muñeco tenga accesorios para niñas y otros propios de niños.
Esta noticia se parece al cambio que se produjo con las Barbies del que ya escribí aquí, que son acertados, pero que dejamos a medias. No sé si los niños y niñas a la hora de jugar se plantean tantas cosas, porque sinceramente yo de pequeña me divertía sin plantearme nada más.
Me parece perfecto que evolucionemos en muchos temas, aunque creo que a veces nos centramos en anécdotas cuando hay datos más inquietantes. A las puertas de un nuevo 8M me preocupa mucho más otras noticias que sí diferencian los géneros. El pasado 22 de febrero se celebró el día europeo por la igualdad salarial entre hombres y mujeres, y cifraron que las mujeres siguen cobrando un 21,4% menos que los hombres, y que esta diferencia se ha mantenido presente en los últimos seis años. Estos datos de la Agencia Tributaria para 2019 han situado el salario medio anual de los hombres en casi 5.000 euros más que las mujeres. Además, la crisis de la Covid-19 eleva la brecha salarial de género a niveles de hace ocho años. Estas sí son noticias de diferencias de sexos.
Mezclado con todo esto, esta semana la televisión también ha recordado el "Caso Nevenka" porque Netflix va a sacar un documental sobre Nevenka Fernández, la primer mujer que se atrevió a denunciar el acoso que sufrió por el entonces alcalde de Ponferrada. Lo recuerdo perfectamente porque entonces trabajaba en un periódico local y todos los días sacábamos una noticia en la sección de regional. Hablé con ella y muchas otras personas por teléfono. Ya lo dije el año pasado con motivo del 8M, pero ella fue muy valiente por no quedarse callada en un tiempo donde todo se tapaba.
Nevenka, en medio de esa depresión, luchando contra los elementos, siempre dijo que lo hacía por su dignidad y que hablar la salvó. Ella lo pagó caro. Tanto que tuvo que irse a vivir fuera a pesar de haber ganado. Me acuerdo quedarme atónita ante las declaraciones a favor de Ismael Álvarez y manifestación contra ella, cuando era la víctima.
Quiero creer que ahora no hubiera sido así, que habría tenido más apoyos. Quiero creer que en 20 años hayamos avanzado algo más que cambiar el nombre de un muñeco.
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