Eso me enseñó a valorar que todo lo que sube baja, y que hay tener cuidado a quien pisas para subir porque quizás te lo encuentras al bajar -esto lo leí por internet y viene al pelo-. Vamos, lo típico de "la vida da muchas vueltas", pero dicho de una manera más trepa.
Estos días me acordé de una frase que solíamos comentar en broma: "Si quieres conocer a fulanito, dale un carguito". No sé si la habéis oído, pero es la pura realidad. Hay personas que se transforman cuando tienen un puesto por pequeño que sea...O no, quizás no cambian, quizás sólo revelan su verdadera personalidad cuando ejercen un poco de poder. ¡Es tan fácil caer en la soberbia y la vanidad...!
Si bien es cierto que siempre he creído que las personas más grandes son siempre las más humildes, los que no creen que brillan por ellas mismas, sino que siempre quieren aprender más, crecer en grupo, no hacer pequeño al de al lado. Esto se ve en muchos ámbitos, en el deportivo -piénsalo- los más grandes son siempre los más sencillos y modestos; los que no se creen importantes a pesar de todos los títulos que llevan a las espaldas, los que no han olvidado de dónde vienen, el esfuerzo que les ha costado conseguirlo y, lo más importante, los que siguen tratando a todos con respeto. Los no necesitan apagar la luz de los demás para brillar.
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