Mira por la ventana. Las gotas de agua resbalan por el cristal cual lágrimas. Cierra los ojos triste. Un día tras otro un cielo gris plomizo que amenaza malos augurios. Y de repente, un estruendo y la descarga, como enfurecido. La mansa lluvia se transforma en tormenta y poco a poco en pequeños pedruscos, obligándole a permanecer en casa un día más. Oye el ruido del viento ensordecedor.
Apatía, melancolía, falta de energía como si estuviera enchufada a una bombilla y se hubiera fundido. Como los días sin luz. Lástima de ventanal en el salón por donde tendrían que filtrarse los rayos de sol e iluminar la casa. Y su cara.
Mira a su perro, dormido. Desidia. No hay paseo. Limpia las botas de agua de barro porque ayer le pilló la tormenta en la calle. Cambio climático lo llaman. O quizás sólo primavera. En la tele dicen que ha llovido 21 días de marzo. Días cortos, fríos y húmedos. ¿Cómo sobrevivirán en algunas ciudades grises? Cierra los ojos y piensa en la playa. Casi puede oír el mar. Recuerda su escapada al pueblo de montaña donde les recibió un sol primaveral.
En el telediario preguntan si el tiempo afecta a los estados de ánimo. Aunque no hay estudios que lo corroboren bromean con que el "trastorno afectivo estacional" se traduce en inglés como Seasonal Affective Disorder, cuyas siglas forman la palabra SAD, que significa triste. Ella lo tiene claro. No necesita investigaciones científicas ni refranes de "al mal tiempo buena cara". Sólo repica en su mente "abril, aguas mil". Como las gotas de lluvia en sus cristales. Cierra los ojos.
Pero la primavera tiene estas contradicciones y un día el sol se hace fuerte y entra por ese ventanal, como una explosión de luz iluminando la vida. Los parques se llenan de niños y risas. Vuelven los paseos largos al atardecer. Anochece más tarde y los días se hacen más largos para poder exprimirlos mejor. Las flores se abren paso en su cerezo. Su perro se tumba en el césped, se revuelca, juega. Vuelve el pantalón corto y el ejercicio al aire libre. Abre el balcón, se oyen las voces de la gente en las terrazas. Coge un libro y sale al jardín. Su pequeño remanso de paz. El sol le da en la cara y enciende su sonrisa. Cierra los ojos y disfruta.
Agradecido por la sensación de tranquilidad, sosiego y paz que me has dejado con tu descripción de una tarde de primavera otoñal.
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar. Me alegra que te guste.
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