viernes, 11 de enero de 2019

Frío polar

Estos días de invierno polar, me acuerdo que hace apenas un mes estaba en Laponia y no pasé tanto frío, que era mi mayor temor en ese viaje. Es cierto el dicho popular de que "no existe el mal tiempo, sólo ropa inadecuada".

Eso es lo que tienen en Finlandia y lo bueno de llevar todo organizado con las excursiones incluidas, que lo tienen tan preparado y están tan acostumbrados que te plantan el mono térmico para todas sus actividades y...¡pelillos a la mar!

Había leído antes de embarcarnos en esta aventura la teoría de las capas y es verdad...pero con matices. La primera, pegada a tu piel, es la ropa térmica que inundaba la maleta, camisetas y pantalones térmicos que ya había llevado anteriormente en otros viajes en diciembre a Viena, Budapest o Alemania. La segunda capa, ropa cómoda tipo forro polar, pantalón de chándal o mallas, olvídate de los vaqueros que se van a congelar. La tercera, es el manido mono que te dan en la organización - el nuestro rojo y negro con el que salimos en todas las fotos-. Este el matiz del que hablaba, y es que cuando todavía no te lo han prestado o cuando ya lo tienes que devolver, tienes que llevar tu ropa de esquiar, pantalones de nieve y anorak para ponerte como tercera capa.

Imprescindible gorro bien calentito que tape las orejas, braga para el cuello mejor que bufanda, calcetines de lana que te prestan por encima de los tuyos, guantes -unos con los que puedas manejarte por debajo de las manoplas de nieve que te dejan, créeme que sacarás mil veces la mano para hacer fotos al paisaje blanco- y esas botas de goma enormes e impermeables que te proporcionan ideales para pisar el hielo. Volvemos al matiz, el último día ya habíamos devuelto todo y necesitas tus botas de nieve o de montaña para dar un último paseo fuera del hotel.

Con todo ello podrás tirarte en trineo, hundir tus pies para ver la profundidad de la nieve, incluso jugar con ella sin problemas por las bajas temperaturas. Te lo dice una friolera que disfrutó mucho de este destino. Para que el diablo no se ría de la mentira, como decía mi abuela, el único momento gélido fue el paseo en trineo con huskies sobre un lago helado, cuando comenzó una ventisca de nieve. Pero ahí, los copitos se mezclaron con mis lagrimillas de emoción...


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