jueves, 31 de diciembre de 2020

Este año

El año que nos mostramos vulnerables, que sentimos miedo.

El año que oímos el silencio.

El año que desnudamos nuestra alma, dijimos más te quiero sin vergüenzas. 

El año de las pantallas. 

El año que fuimos solidarios, que nos ayudamos, que nos pusimos en la piel del otro.

El año más casero, más familiar. 

El año que nos echamos de menos.  El año que más separados estuvimos pero más juntos que nunca.

El año que se paró la normalidad, que sentimos las pequeñas grandes cosas de la vida. 

El año de la salud. El año de los aplausos. 

El año que también fuimos fuertes, que nos levantamos al caer, que nos reinventamos, que modificamos los planes, que nos adaptamos.

El año que aprendimos.

El año que soñamos con lo que teníamos y que anhelamos volver a tenerlo.

El año que iba a ser redondo, que iba a rememorar los felices años 20, que discutíamos si empezamos nueva década o no. El año que sentimos que no podía ser peor año y nos dio miedo desear un feliz año nuevo. Pero lo será, a poco, y entraremos en 2021 con todo lo bueno que sacamos de este mal año.





sábado, 26 de diciembre de 2020

La vida en colores

Sola, escuchando atenta las palabras de la doctora. Su mente viaja, sale de esa pequeña consulta. Se oyen las teclas del ordenador mientras escribe. Pero ella sólo mira su manicura perfecta. Rosa. 

Como el lazo solidario.

Le animó, no eran tan malas noticias. Le insufló energía como se hace con los globos del poster gigante que había detrás. Rosas. Como el algodón de la feria, dulzura, inocencia, romanticismo.

Días de blanco, limpio, puro, bondad. Ángeles de bata blanca que iluminan a su paso, como las luces de Navidad. Y uno en particular, como un ángel de la guarda que te acompaña. 

Otra vez el pensamiento viaja y se va al Caribe. Al sol, siempre le ha gustado el calor y fuera hace mucho frío estos días. Pero siente la calidez, la energía.

Un rato en verde, esperanza, tranquilidad. Hasta que oye una voz y una sonrisa se dibuja en su cara. Se cierran los ojos. Se abren, ahí sigue, a su lado. Azul confianza, calma, protección. Salud.

Dicen que en la oscuridad aparecen las estrellas y estas han brillado con fuerza, desde muy distintos puntos, cerca o lejos. Resplandecientes. Amarillo luz, alegría, vitalidad. Optimismo.

Ir a casa a brindar. Es Navidad, con su magia e ilusión. Con su espíritu de paz y amor.

Con sus luces. De colores.



viernes, 4 de diciembre de 2020

Visitas

 A Jorge le gustaba mucho su trabajo en la residencia de ancianos, les cuidaba con mimo como lo haría si tuviese a su madre cerca. Sara era una de sus preferidas, llevaba ya varios años allí y conocía a toda su familia. Lo que más le gustaba era cuando podían ir todos, hijos y nietos, y se iban juntos de paseo con Sara. Ella ya no sabía en qué día vivía, por eso Jorge no entendía cómo adivinaba esas visitas que le daban la vida. Hoy tendría que ser uno de esos días, así que Jorge intuía que Sara estaría en su habitación intentando vestirse sola. Allí estaba, preparada a su manera, sentada en la cama con ese tic nervioso moviendo las piernas. Jorge la miraba desde la puerta, incapaz de darle la mala noticia de que ya no podían recibir visitas. 


#HistoriasCOVID para Tú, también yo, dentro del proyecto Bio-Tech Soy+

sábado, 28 de noviembre de 2020

La mente

 "La mente no guarda datos, guarda recuerdos". 

Esta frase la dijeron el otro día en un curso que estoy realizando y pensé que no podía ser más cierta. ¡Cuántas veces he dicho yo que soy mala con los números! No me acuerdo de muchos datos de dinero, por ejemplo, de lo que me costó tal cosa, pero sí recuerdo dónde lo compré o con motivo de qué ocasión. Bromeo con que no sé a cuántos años tengo la hipoteca, pero sí lo que pasó cuando la firmé, el momento, el lugar y el calor que hacía en esa sala a pesar de ser diciembre.

Ese es el poder de los recuerdos, ¿no? Es curioso cómo puedes ver en tu mente tal día concreto, incluso la ropa que llevabas, lo que te dijeron, frases exactas, lo que leías, lo que olías, con quién estabas, y sin embargo, olvidar una cifra que puede variar tanto su valor. 

Una canción te transporta a un lugar, a una persona, a un momento. Incluso un olor, hay aromas que también son recuerdos. Y como llegan a tu mente en el momento más preciso. Es la memoria episódica la que hace que nos acordemos de las emociones que sentíamos con esos recuerdos. Eso pasa un poco con las fotos, que eres capaz de acordarte de lo que sentías. Pero para tener esas evocaciones hay que sentir los momentos, vivirlos, disfrutar cada instante. Dicen que los recuerdos que llegan con emoción son perdurables.  

jueves, 5 de noviembre de 2020

Otra perspectiva

Juan esperaba en casa a que su madre volviera del hospital, no era de esos héroes sanitarios que se dejan la piel con los enfermos del Covid. Pero para él sí era una heroína que desinfecta los suelos intentado matar el bicho. Y la esperaba, aburrido y ansioso, para que le dejara el único teléfono móvil que tenían y poder hacer los deberes del "telecolegio". Pero antes, siempre le preguntaba cómo había ido el día. Juan sabía que en el hospital habría alguien que se encontraba peor que ellos. Ella le enseñó que todo es cuestión de perspectiva.


#HistoriasCOVID para Tú, también yo, dentro del proyecto Bio-Tech Soy+

sábado, 31 de octubre de 2020

Sobreinformados

Si eres de esos que presumen de no ver las noticias, no sigas leyendo este post porque es un alegato a la información. Voy a sacar una lanza a favor de mis compañeros periodistas que están haciendo una gran labor en esta pandemia, mientras ahora está de moda decir que estamos "sobreinformados" y es mejor apagar la tele por salud. 

Comparto la parte de que todo son malas noticias, por desgracia, pero es la realidad que estamos viviendo. Y ya se sabe que la realidad siempre supera a la ficción. Y ésta se cuenta en los periódicos y en los informativos, no en las redes sociales. No es equiparable estar hiperconectados, con estar hiperinformados. Porque si estás informado por Twitter, apaga y vámonos. Instagram está muy bien para tus ratos de ocio, que por supuesto hay que tenerlos, igual que momentos de desconexión, diversión y deporte. 

Pero que no me venga la influencer de moda a decir que satura tanta mala noticia y a presumir de que mejor se da un paseo. Porque puedes ver una serie, una peli y leer un libro, pero también un informativo o un periódico. Y sobre todo, si yo no me meto con tu trabajo, tú tampoco con el mío. 

No digo que hagas como en mis tiempos de estudiante de Periodismo que estudiábamos las noticias -literal, teníamos un test de actualidad a la semana- y leíamos varios periódicos para compararlos y tener todo el arco de visión -y no eran digitales-. Pero qué menos que ver un telediario al día, que como su nombre indica, es diario. 

Porque sino, lo que pasa es que nos encontramos con este informe en el que los jóvenes no saben quiénes son Miguel Ángel Blanco, Ortega Lara o Irene Villa. Y mira, puedo entender que no vivieran ese horror en directo, pero no conocerles cuando te enseñan una foto, quiere decir que no has visto la tele ni un minuto cada año que han recordado su asesinato, secuestro o atentado durante los últimos 20 años. Y así nos va. 

Así que ahora es cuando me pregunto si no vendrían mal recuperar en las facultades esas preguntas de actualidad. 

martes, 20 de octubre de 2020

Pasitos

Un pasito pa'alante... No es la canción de Ricky Martín que luego daba un pasito pa'atrás, ni las indicaciones de un baile nuevo, sino un aplauso para las personas que en esta vida se comprometen con la acción que sea y dan un paso al frente. 

A veces no se les ven porque quieren permanecer ocultos, pero esa gente existe, están cerca y merecen toda mi admiración. Ante una situación de injusticia o cuando aprecian una necesidad en cualquier ámbito, no se quedan mirando y lamentándose, sino que pasan a la acción, sobre todo en labores sociales voluntarias.  

Porque parece sencillo el simple acto de dar un solo paso, pero conlleva muchas consecuencias detrás para seguir dando más zancadas y mantenerse en movimiento. Requerirá de apoyos, buscar otros compañeros locos como tú que compartan tu causa para poder avanzar más deprisa y acompañado. Significará 'papeleo', recados, burocracia, contactos, reuniones, intercambios... Y supondrá tiempo, mucho, de ese que decimos que nos falta y lo que pasa es que cada uno lo invierte en sus prioridades. 

Todo esto por intentar alcanzar un objetivo que merece la pena y porque creen necesaria cambiar una situación. Son emprendedores, sin esperar nada a cambio, y por supuesto sin recompensa económica, aunque luego siempre dicen que reciben mucho más. Son empujones, porque al buscar apoyos y compañeros, se encuentran con gente que necesita un impulso. Ellos les animan y suman más a la causa. Otros, sin embargo, se quedan inmóviles, callados, dan un paso atrás o se pierden por el camino. 

Pero en esta sociedad egoísta, hay gente que deja huella. 




sábado, 10 de octubre de 2020

Relato contra la pobreza

Todos los días en su camino a clase veía a ese hombre en el suelo entre cartones. En los días malos de invierno, pensaba en el frío que tendría. 

Su madre siempre pasaba de largo casi sin mirarle. Sin embargo, unos pasos más allá, se paraba puntual con la señora que estaba en la puerta del colegio. A veces sólo a charlar, otras le daba algo de dinero, incluso le llevaba algo de comida en la bolsa del almuerzo. 

Nunca entendí la diferencia entre los dos. 

Nunca pensé que la vida a veces golpea a quien más queremos. 

Concurso de microrelatos de EAPN (Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Contracorriente

¿No te parece a veces que vas al contrario de la gente? ¿No llegas a pensar que tú debes ser el raro? Que ves las cosas de forma tan diferente que al final crees que eres tú el equivocado. 

Es como si fueras en un coche conduciendo tú solo por una carretera, y cuando miras a la izquierda ves que en dirección contraria van muchos coches. ¿No os ha pasado esto alguna vez en los famosos viajes de vuelta de vacaciones? Al final te preguntas si donde vas tú no va nadie más.

Y entonces empiezas a bajar la velocidad y te lo cuestionas de verdad: si eres tú el único que va en esa dirección, a ver si te has equivocado y estás yendo mal. Necesitas parar el coche y consultar un mapa o preguntar a alguien, llamar por teléfono para cerciorarte. ¡Qué importante es consultar para ver que no estás solo! Igual que entender las señales, esas que no solemos ver porque creemos que nos sabemos la ruta de memoria. Y entonces, puedes tener el accidente.

Quizás es momento de comprender que el destino de los otros puede ser igual de válido, pero no es el tuyo. A lo mejor ellos van a la montaña, pero es que a ti te gusta la playa, que es lo que siempre te ha gustado y a donde siempre has ido. No está mal ir en alguna ocasión por otro camino y ver otro paisaje, pero donde tú estás más cómodo es en otro rumbo. Y siempre hay que volver a casa. 



sábado, 12 de septiembre de 2020

Vuelta al cole

 Ahora que no paramos de hablar de la vuelta al cole, no, no voy a referirme a las medidas que se han tomado, sino a una frase que vi en el instagram de Sara Carbonero (no sé si era suya) pero me viene al pelo. Creo de verdad que los pequeños son los que más han entendido -sin entender- lo del coronavirus, quedarse en casa, no besar a los abuelos, no ver a sus amigos y no ir al colegio. Solo por el simple hecho de que sus padres se lo han explicado como han podido acorde a su edad, y ellos les han creído. Sin más. Y han obedecido. Y lo han interiorizado. 

Así que esta frase es perfecta para todo lo que tengas que decirle al crío. Te va a creer porque confía en ti, en el adulto, en la familia. No le digas que no puede hacer algo porque te va creer. No le cortes las alas, al contrario, apoyale en los sueños.

Pero además creo que vale para los mayores en esta época de cambios e incertidumbre. Septiembre siempre es para todos como un nuevo comienzo, pero este año más. No te pongas tú los límites, ya se encargará la vida de colocarlos. No creas que no puedes emprender, hacer ese curso que siempre quisiste, no pienses que estás mayor para estudiar si es lo que quieres o para hacer ejercicio. 

El otro día leí a una influencer de decoración que nunca se le habían dado bien las manualidades y ahora hace cosas increíbles para su casa. Y otra persona decía que siempre quiso hacer ballet de pequeña y se había apuntado el curso pasado de mayor. Pues genial. Prueba. Lo mismo no eres tan torpe como piensas, como te han hecho creer o te lo has dicho tú mismo tantas veces que ya lo has interiorizado. 

Pierde la vergüenza y baila. Como hice yo -ya lo conté aquí- Y pasa un buen rato con lo que te gusta hacer de verdad. Seguro que descubres algo nuevo. Y como digo siempre, disfruta. Ya la vida se ha encargado de decirte que no hagas tanto planes de futuro y vivas más el presente de las pequeñas cosas. 



lunes, 31 de agosto de 2020

Día de la solidaridad

Dice mi agenda del community manager que hoy es el día de la solidaridad y me parece que no puede llegar en mejor momento. Falta mucha en estos momentos de rebrotes e incumplimiento de las normas. Mi primer pensamiento es "¡ponte la mascarilla!" Por solidaridad, precisamente. Antes decíamos por nuestros mayores, pero es que ahora ya no es cuestión de edad, póntela por el que está a tu lado porque no sabes si eres asintomático. Y el otro se la pondrá por ti, y entonces empezará a rodar esa cadena de solidaridad tan necesaria.

Otra de las palabras que se me vienen a la mente es la empatía. Tenemos muy poquita y se ve reflejada en multitud de ejemplos. ¿Has pensado en el pobre camarero que lleva no sé cuantas horas trabajando sudando -con-la-mas-ca-ri-lla- puesta mientras tú protestas porque no puedes quitártela al sentarte a la mesa? Ya dije en tiempos del confinamiento que era buen momento para ponerse en los zapatos de otro y entender muchas de sus razones. Si no lo hemos hecho, lamento que hayamos perdido una oportunidad de oro para comprobarlo. 

Hay muchos trabajos que merecen nuestra comprensión en estos tiempos: el hotel que ha estado cerrado y ahora abre con todas las precauciones y preocupaciones pero tú sólo piensas en que te haga una oferta para ir de vacaciones, o el pobre empleado de la agencia de viajes que ha descendido su facturación y tú le gritas tu reclamación como si él tuviera la culpa de la pandemia, el centro de belleza que ha tenido unos gastos añadidos en desechables pero te quejas por la subida de un euro... 

Y no sólo en este verano "especial", siempre creemos que lo nuestro vale más o menospreciamos el trabajo del otro. No me quiero ir por las ramas, quiero pensar en positivo y en la gente que sí ayuda a que la rueda de la solidaridad siga girando, que afortunadamente, no son pocos. A todos ellos, ¡feliz día!

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viernes, 7 de agosto de 2020

El relato del Camino

Hoy hace un año emprendíamos viaje para comenzar la aventura del Camino Santiago...que viéndolo ahora en perspectiva fue toda una experiencia. Es algo a lo que tienes que hacer "check" en tu lista de cosas pendientes y marcarlo como realizado. Tenía muchos miedos e iba nerviosísima, y volví con muchas lecciones aprendidas en la mochila. Ya hice balance en el blog aquí, no te lo pierdas y vuelve a leerlo. Pero ahora quiero dejaros con un relato que escribí para un concurso de escritura de Galicia. Espero que os guste, es un pequeño homenaje a los peregrinos y la gente que trabaja en los albergues y... a la magia del Camino.

LAS DUDAS DE LA LLUVIA
Estaban a punto de apagarse las luces y Martín sabía el ritual que iba a empezar Héctor como hacía todas las noches desde que llegó a colaborar en el albergue de Paradela. A Martín le gustaba observarlo, aunque él disimulaba recogiendo papeles y ordenando. Con el paso de los meses, había cogido cariño a ese chico, trabajador y tan extremadamente tímido. Tanto que luego supo que tenía un grave problema y por eso Martín se sentía tan orgulloso de formar parte de su mejoría.
Ese era el momento en que comenzaba el silencio, ya no se oía el ruido de las duchas, ni los pasos de los peregrinos antes de acostarse. Con un poco de suerte se dormirían pronto porque al día siguiente había que madrugar y seguir caminando. Ya se habían acabado las consultas en la pequeña recepción que tenían en el albergue, habían sellado todas las credenciales y ese día habían vendido bastantes pulseras del Camino de Santiago. Tenían alojado un grupo numeroso de jóvenes, con unos monitores muy amables. Martín enseguida se dio cuenta que debía cederle a Héctor el protagonismo y dejarle hacer los papeles de la admisión. Había acertado porque pasó largo rato hablando con ellos, en concreto con una de las chicas más jóvenes.
Martín siempre pensaba lo mismo, que era una pena intimar porque sólo se alojaban un día, apenas unas horas, y después se marchaban. ¡Veían a tanta gente diferente en tan poco tiempo! Pero un día Héctor le dijo que eso precisamente era lo que le gustaba de aquel sitio, que aprendía mucho y que le estaba viniendo muy bien trabajar allí. Bueno, trabajar es un decir, era una colaboración altruista, aunque a Héctor le gustaba decir que lo que se llevaba cada día valía más que todo el oro del mundo.
No hablaba mucho y casi nunca de su problema, por lo que Martín no llegaba a saber qué pasaba exactamente. Tampoco le importaba mucho desde que empezó a notar un cambio. Héctor llegó a Paradela en su bici, a pesar de ser un día lluvioso, casi sin abrir la boca y apenas sabían nada de su vida personal.Sólo se dirigía a Martín para preguntarle lo estrictamente necesario y con un tono de voz que realmente le costaba oírle. Sudaba tinta e incluso temblaba levemente, pero había algo limpio en su mirada, como si se pudiera ver en su interior. Y por eso a Martín le gustó desde el principio.
Él era el encargado de ese pequeño albergue desde hacía años, y como siempre que se instala la rutina, había llegado el punto en el que realizaba las tareas mecánicamente. Pero Héctor se convirtió en un soplo de aire fresco.
Con el paso de los días le recordó cuál era la verdadera satisfacción de trabajar allí, en medio del Camino de Santiago, en dar posada a quien llega exhausto, apoyarles e intentar hacerles el descanso más ameno. Querían que se llevaran un buen recuerdo de aquella etapa. No obstante, se sentían profundamente orgullosos de su pequeño pueblo.
Los primeros días, tras enseñar todo el albergue, como no creía que fuera a valer para las tareas de la recepción, Martín le ordenó limpiar los baños y la cocina. Comprobó lo meticuloso que era y cómo dejaba todo impoluto. Trabajaba concentrado y sin distracciones, pero poco a poco Héctor comenzó a relacionarse un poco más, sonreía tímidamente a los peregrinos y empezaba a hablar con alguno ya sin temblar tanto.
Un día fue el propio Héctor el que le dijo que ya había acabado de limpiar y que había preparado un par de infusiones en el comedor para los dos. El chico le comentó cómo había llegado hasta allí casi por prescripción médica, precisamente para abrirse y conocer más gente. Martín enseguida comprendió era el momento de explicarle cómo se hacía el ingreso de peregrinos y desde el día siguiente, empezaría a colaborar en la recepción.
A la noche, cuando se instauraba la calma en el albergue y casi llegaba la hora de apagar las luces, es cuando comenzaba el pequeño ritual de Héctor. El joven abría despacio su mochila, sacaba su botella de agua y se tomaba su pastilla. Después, cogía su pequeña libreta negra, sin ningún adorno. Héctor
escribía apenas unas líneas, a modo de resumen del día y acababa con algo por lo que dar las gracias. Verle pensar antes de coger el bolígrafo era algo que a Martín le fascinaba.
Aquel habitáculo que compartían entre papeles, credenciales, postales y pulseras se convirtió en su pequeño mundo. Martín nunca hizo por ver su libreta, simplemente le llamaba la atención aquel ritual y le gustaba pensar también a él cómo había ido el día. A veces cuando ya veía que Héctor cerraba
el cuaderno, comenzaban una breve conversación preguntando por algún peregrino concreto o comentaban algún chascarrillo. Otras veces apenas era un tímido “¡cómo ha llovido hoy!” o “¡qué sucios estaban los baños!”, pero ese repaso empezó a formar parte del ceremonial. Héctor pasó de imaginar la vida de los viajeros y se atrevió a preguntar y entablar pequeñas conversaciones, que luego le comentaba a Martín por la noche. Que si Rosa acaba de comenzar a andar y va sola porque necesita tiempo para pensar, que si Juan ha hecho ya más de diez veces el Camino de Santiago, que cómo tenía de mal los pies Carmen que habían tenido que ir al centro de salud, que Nacho se tomó algo para la espalda y se acostó nada más llegar al albergue, que Virginia había preparado macarrones para toda la familia….Un montón de anécdotas que Héctor le contaba sonriendo y Martín escuchaba con atención.
Aquella noche, al acabar su resumen diario, Martín no pudo remediar ver cómo había acabado su agradecimiento con un solo nombre: Juana. Al día siguiente, cuando ya todos se habían marchado y empezaba su duro trabajo de adecentar el albergue para los siguientes peregrinos, Héctor se dio cuenta de que en el suelo se había caído una pulsera. Enseguida supo que era la de Juana porque estuvo un buen rato viendo todos los souvenirs que vendían en el albergue, pero no compró nada. Ese fue el momento que Héctor aprovechó para hablar un poco con ella. Juana le dijo que no quería más
pulseras porque ya tenía una. Le enseñó su muñeca, la que llevaba puesta era un modelo antiguo y descolorido. Juana le contó que era de su madre, de cuando ella había hecho el camino de Santiago hacía muchos años, y que se la había regalado cuando ella también empezó esta aventura. Apenas hablaron nada más, Juana parecía tan tímida como él, pero Héctor comprendió que había un valor simbólico. La joven acabó diciéndole que era la manera que tenía de mandarle fuerza. 
Y ahora, él tenía esa pulsera olvidada en su mano. No tenía cómo localizar a Juana, así que sin pensar salió corriendo a la calle a ver si todavía alcanzaba al grupo. Su intento fue en vano y volvió al albergue empapado y frustrado. Martín le miraba atónito sin comprender su actitud.
Héctor cogió entonces su bicicleta y se fue en medio de la lluvia. Ese día no trabajó y, aunque Martín estaba enfadado, entendía que tenía que haber una razón muy poderosa. Héctor pedaleaba con fuerza, apenas veía el paisaje, mientras intentaba recordar su pequeña conversación con Juana. Lamentó no haberle preguntado más cosas, qué etapas iban a realizar o dónde iban a alojarse para poder tener un sitio donde ir a su encuentro. Volvió apesadumbrado al albergue de Paradela, sin rastro del grupo de Juana. No le quedó más remedio que contarle todo a Martín. No era una simple pulsera. Eso lo entendió enseguida, y también que para Héctor era la oportunidad de volver a verla.
Sin tener más datos, sin haberla encontrado por el Camino, no tenían muchas opciones. Pero para asombro de Héctor, al encargado se le ocurrió otra solución: ir al final del Camino.
Era una locura, ¿cómo iba a encontrarla?
De pronto, Héctor recordó que Juana le dijo que llegarían a Santiago de Compostela en una semana y que sería un día especial porque era su cumpleaños. ¿Y si iba allí a esperarla? 
Martín le animó a emprender esa aventura. Sabía el día y el lugar, no necesitaba nada más. Sólo tenía que viajar y esperar en la Plaza del Obradoiro hasta que viera llegar al grupo. A Héctor no le parecía tan sencillo como él lo pintaba, pero si quería demostrarse a sí mismo que había mejorado, ésta era la
oportunidad perfecta.Así que, aunque los nervios le comían por dentro, siete días después estaba realizando el viaje más importante de su vida. La cabeza le iba a mil por hora pensando en todas las posibilidades. Pero ya no tenía vuelta atrás. Estaba decidido a comprobar si ese disparate merecía la pena.
Así que allí se vio, contemplando la preciosa Catedral, como si fuera un peregrino más. Era un día nublado y empezaban a caer unas pequeñas gotas. Héctor intentó resguardarse de la lluvia, pero no quería ir muy lejos. Lo peor fue la espera, mandando mensajes a Martín, escudriñando los grupos …hasta que les vio aparecer.
Héctor echó a correr entre la multitud en cuanto distinguió a Juana. Pero se paró de pronto. ¿Y si no se acordaba de él? Era lo más lógico, al final y al cabo apenas habían compartido unas horas, una etapa como tantas otras. Desde entonces, se habrían quedado en muchos más alojamientos, habría conocido a mucha gente. Seguro que ella no sabía en qué momento había perdido la pulsera. Héctor intentó apartar esos pensamientos negativos mientras caminaba hacia el grupo que justo cantaba el cumpleaños feliz. El joven agarró con fuerza la pulsera y esperó apartado. Se estaban haciendo fotos, abrazándose, riendo, llorando…no quería estropear ese momento. Y casi sin pensarlo, avanzó unos pasos y se vio allí en medio del círculo, detrás de la protagonista. Héctor llevaba su talismán en la mano, como si fuera la última llave que abre la puerta, su carta de presentación. Volvieron otra vez la incertidumbre y la desconfianza. No se acordaría del chico del albergue de Paradela, hacía ya una semana. Temblaba,  hacía tiempo que no estaba tan nervioso. Estaba seguro que todos oían los latidos de su corazón cuando tocó el hombro de Juana. Ella se volvió y le vio. Se quedó parada, una mezcla de sorpresa, asombro, ilusión…No entendía nada, pero enseguida vio la pulsera. Muda, le sonrió tímidamente y le abrazó…y todas las dudas se disiparon con la lluvia. 

domingo, 2 de agosto de 2020

Cumpleblog

Sólo quería pasar por aquí para estrenar mes y recordar que hace cinco años me senté en una mesa en el apartamento de la playa, escribí blogger y empecé a volcar mis pensamientos en este cuaderno.

Un rincón que en cinco años podríamos decir que no ha cambiado en lo esencial, que a veces ha tenido más polvo de lo normal porque ha estado más olvidado y que otras veces ha sido una vía de escape. Pero todas las veces son mis opiniones, mis vivencias, mis escritos, mis pensamientos...yo en estado puro. Transparente que es una.

Y disfrutona. Ya dije aquel 2015 que me gustaba disfrutar, "vivir la vida, soñar, reír, jugar, aprovechar el instante y apreciar los pequeños momentos que al final resultan ser grandes". A lo largo de este tiempo, he escrito varias veces sobre esto como si fuera un mantra, pero quizás estos meses atrás más de uno se habrá dado cuenta de ello.

El verano en que comencé el blog fue muy distinto para mí porque me acababan de echar de un trabajo después de más de 10 años, y este verano de 2020 también lo es por otras razones más graves, post confinamiento y el primero con coronavirus. En ambos casos y siempre, lo importante es la actitud. Cómo afrontamos las situaciones que llegan, que en las malas siempre es lo más difícil.

Aunque todos tengamos derecho a nuestros momentos de bajón, intenta mantener siempre una actitud positiva. Va a ser esencial para superar este momento y este verano raro. ¡Feliz agosto, feliz cumpleblog!


viernes, 24 de julio de 2020

Los rincones de mi país

No sé si estoy patriótica, nostálgica o que necesito vacaciones ya, pero al hilo de mi post anterior, hoy quiero hablar de los maravillosos rincones que tenemos en este país. Quiero reivindicar ese turismo nacional y apoyar a esos hosteleros y hoteleros que lo están pasando mal para recuperarse del golpe que ha supuesto perder la Semana Santa, puentes y casi el verano.

Porque sí, digo muy alto y claro que tenemos maravillosas playas, preciosos bosques donde perderse, impresionantes monumentos que admirar, montañas que disfrutar, paseos, calas, buen tiempo y una rica gastronomía que no sabes por qué plato empezar.

Sólo hay que echar un vistazo por Instagram a aquellos que ya disfrutan de su descanso en lugares de los más variopintos del país, a cual más bonitos que te hacen recordar tus propios viajes o desear ir a conocerlos. No quiero detallarlos porque son muchos y de verdad que no sabría cuál escoger, cada uno en su estilo, playa o montaña como se suele decir, norte o sur, frío o calor, carne o pescado...¡tenemos tanto donde elegir!

Desde aquí aplaudo a los que han elegido quedarse aquí y sobre todo a esos personajes conocidos que muestran sus preciosas fotos e influyen en la decisión de los demás. Quizás es momento de volver a aquel sitio de tus recuerdos o apostar por alguno que siempre quisiste ver.

Y si no puedes salir de viaje, no hace importa, también hay fantásticos lugares a tu alrededor. Me encanta esta frase que leí una vez porque es verdad: "Nunca se mira con suficiente atención la ciudad en la que se vive" (Laura Casielles). Date un paseo por las calles, haz una pequeña excursión al pueblo de al lado, entra en el museo al que solo fuiste de estudiante, saborea esas tapas que tanto te gustan y disfruta viendo esos edificios por los que pasas constantemente pero demasiado deprisa como pararte a contemplarlos.

Y después ¡cuéntalo! porque seguro que ayuda a otra persona a descubrir este gran país.




lunes, 13 de julio de 2020

La Copa de todos

Estos días estamos recordando los 10 años que la Selección Española de Fútbol ganó el Mundial. Y a todos se nos viene a la cabeza una imagen, la primera nada más que te dicen este recuerdo. Lo primero que se me viene a mí es: "¡¿10 años?! ¡Pero si lo recuerdo perfectamente!". Después, una fotografía en rojo de mareas de gente celebrando y la mítica instantánea de Iker Casillas alzando la Copa al cielo entre gritos de alegría, que parece que los puedes oír todavía.

Porque cada uno se acuerda de donde estaba en ese momento, dónde lo vio y con quién se abrazó para compartir ese momento de felicidad. Esa es la diferencia, hay otras fechas que también recordamos dónde estábamos pero para mal (léase 11S, 11M...). Y es que aquellos días ese sentimiento de alegría era común, no importaba nada más, todo el país viendo un partido y celebrando unido ese júbilo. Todos con los mismos colores, viendo en bucle las mismas imágenes y juntos cantando orgulloso ¡yo soy español!

Esto mismo han recordado los jugadores en diversos reportajes, que les hacía especial ilusión haber llevado ese entusiasmo a todo un país y ver las calles llenas de gente felices y unidos. Pues esto es a lo que me gustaría apelar hoy, diez años después, en una situación bien distinta, en medio de una pandemia. Repetir hasta la saciedad el lema acertado del Ministerio de Sanidad: este virus los paramos unidos. 

Ya lo dice la RAE, unido: "acercar una cosa a otra para que formen un conjunto o concurran al mismo objeto o fin. Dicho de varias personas: confederarse o convenirse para el logro de algún intento, ayudándose mutuamente".

Si todavía tienes dudas, echa para atrás en mi blog donde hablo de solidaridad y empatía. Y sino, mira todavía más atrás y recuerda aquellos días de julio de 2010 en el que fuimos felices unidos.

martes, 30 de junio de 2020

Mi privilegio

La primera vez que salgo al jardín cuando llega el buen tiempo lo disfruto como una niña pequeña. Hay veces que levanto la vista del libro y me quedo mirando el césped pensando lo bien que estoy allí. Cierro los ojos para sentir el sol en la cara, tumbada en mi hamaca y me siento afortunada. Es mi privilegio. No me he cansado de decirlo en este confinamiento, una casa con un trozo de jardín ha sido mi paraíso esta cuarentena.

Además, localizada en un pueblo. Esto ya es de matrícula de honor. Salir al paseo con el perro y estar en el campo en menos de un minuto y no encontrarse con nadie. Y cuando ya se podía salir, saludar a tus vecinos con nombre y apellidos, no como aquellos que se han descubierto estos meses por las ventanas. 

La única vez que fui a la ciudad me sorprendió muchísimo, se me encogió el corazón y volví corriendo a mi casa como un refugio, convencida de que vivíamos en una realidad paralela que nada tenía que ver con un piso en el centro de la capital. Que no digo que esto esté mal, ojo, cada uno toma su opción, pero yo creo que nunca me he alegrado tanto de vivir aquí en los 15 años que llevo haciéndolo.

Ya en la nueva normalidad se han confirmado mis sospechas y me dice un amigo que ahora prolifera la búsqueda de casas con patio o terraza, mejor si puede ser en el mundo rural. Tampoco es que haya que salir huyendo, ni que esto sea la panacea. Es una decisión que se debe tomar con calma, meditada y no pensando que vivir en un pueblo significa vivienda barata y trabajo asegurado.

Pero está bien demostrar que se puede trabajar en casa, sin el estrés de los atascos y con unas vistas preciosas, poder ver a los niños jugando en la calle, charlar con los vecinos y comprar en la frutería de toda la vida. Como repetía sin cesar un profesor mallorquín que conocí: "calidad-de-vida".

Y tenía razón, pero eso implica también acordarse de tantos lugares olvidados para que puedan mejorar en infraestructuras y telecomunicaciones. Una buena conexión a internet para poder hacer gestiones bancarias, compras on line y teletrabajar y estudiar y no estar hablando de la brecha digital. Se abrirían un sinfin de posibilidades en esos pueblos que sólo buscamos en el mapa para pasar unos días de tranquilidad, pero que ahora deberían adquirir un protagonismo que se merecen.




miércoles, 10 de junio de 2020

En otros zapatos

Parece que las fases se aceleran y vamos desescalando y yo me pregunto si hemos aprendido algo de todo este tiempo, porque si no lo hemos hecho, siento que habremos perdido una oportunidad de oro, ojalá que la única que la vida te vaya a presentar tan claramente para que pares y reflexiones.

Creo que hemos tenido la oportunidad de ponernos en los zapatos de otros, como los actores que pueden interpretar varios papeles. Quizás has entendido el esfuerzo de los profesores con tus hijos, la paciencia de los abuelos o de los canguros, las ansias de los mayores cuando esperan a ver a la familia en la residencia, has podido probar en tus carnes las ventajas e inconvenientes de teletrabajar si normalmente lo haces en una oficina, o lo que supone estar tanto tiempo en casa, organizar las comidas y la limpieza, has sentido la incertidumbre de un erte o el paro, quizás te haya dolido la espalda y has comprendido a quien siempre se aqueja de esa dolencia o has comprobado quién atiende más en casa a los niños...

Un sinfín de ejemplos que nos pueden ayudar a entender la empatía, la solidaridad y la humildad de la que hablaba aquí, el sacrificio de hacerlo por los demás, la sensación de que otros dependan de ti y tú de ellos, entender que juntos salimos de esto, pero no si no estamos unidos. Creo que el camino no es buscar culpables ni crear bandos, ya dije al principio de esto que era "excepcional" y como tal tendríamos que tratarlo. Entiendo que todos lo estamos haciendo lo mejor que sabemos. O así debería ser y no ver en las noticias que al final los malos se vuelven peores. No, deberíamos salir de esta siendo mejores. Ojalá hayamos aprendido a serlo. Porque sino, ya sabes que la vida es tan buena maestra que si no aprendes la lección te la repite.


viernes, 22 de mayo de 2020

Echar de más

En este tiempo de confinamiento no podemos dejar en cuarentena nuestros sentimientos, e igual que echamos de menos, echamos de más. Cada uno lo que sea. Habrá quien haya echado de menos el café de la oficina, las comidas familiares, los besos de los papás, el abrazo de un amigo, ir al estadio o a misa, jugar al pádel o ir al gimnasio, sentarse en una terraza, viajar, las risas de los sobrinos o cenar con los amigos.

Este tiempo ha revolcado tu corazón, es una buena oportunidad para entender cada latido. Nos acerca a quienes ya sentíamos cerca, aunque sea a través de una pantalla, y nos une más con quien hablábamos esporádicamente, quizás hemos descubierto a los vecinos o al frutero. Podemos sorprendernos por lo que echamos de menos, y también de lo que echamos de más. A lo mejor no creías que cosas insignificantes te importaran tanto y sin embargo, personas primordiales han podido pasar a un segundo plano. Quizás te has dado cuenta de a quién no has echado en falta nada, a pesar de que antes os vierais a diario. Como una piedra en tu zapato y cuando esto acabe podrás sacarla sin problema. Puede que al final lo de que el tiempo pone a cada uno en su sitio sea verdad. Lo que creo es que es el corazón quien manda. Como (casi) siempre...

Puede ocurrir también con hábitos, nuevas aficiones que has empezado en este confinamiento, costumbres que has dejado atrás, nueva organización, pensamientos... A lo mejor es el momento de ir al menos es más, recolocar lo que es fundamental en tu vida, porque  si has podido estar dos meses sin esas cosas, quizás cuando esto acabe las pases a la carpeta de "eliminadas", ¿no?



martes, 5 de mayo de 2020

Lecciones

Espero que esteis aprendido las lecciones que nos deja este confinamiento, a echar el freno de mano, disfrutar del hogar, de la familia, a dar valor a las cosas importantes de verdad. Entender que el destino decide por mucho que tú planifiques y que el tiempo vuela... o pasa lento.... A saborear cada detalle de la slow life.

Cada uno deberá aplicar sus enseñanzas, pero creo que hay dos comunes para todos: solidaridad y humildad. La primera está clara, saldremos todos juntos, nos quedamos en casa para proteger a los demás, paseamos a las horas que nos indican para no mezclar grupos de edades, ayudamos en la compra a los mayores, hacemos un donativo para los necesitados ... Muchos gestos solidarios ha habido estos días y deberían continuar para no desaprender la lección. Y más solidarios tendremos que ser para salir adelante unidos, reflotar la economía, ayudar al pequeño comercio, viajar por nuestro país...pequeños gestos que ayudan.

Y humildad para darnos cuenta de que nadie es más que nadie. Esta enfermedad es como la muerte, que nos iguala a todos. No entiende de edad, ni países, ni razas, ni ricos, ni pobres. No me gustó cuando leí comentarios en las redes de las famosas que por qué ellas estaban preocupadas si tenían mucho dinero. ¿Y? Si aunque sean millonarios, la familia pueden enfermar igual y no hay dinero que lo remedie.

Humildad, cuando de repente la vida te pone delante de esa cajera del supermercado que sigue al pie del cañón como el médico, cuando la señora de la limpieza es igual de importante que la farmacéutica  y la panadera como el científico que investiga la vacuna. Y esto ya es difícil. Lo he visto con mis propios ojos, menospreciar al reponedor desde la altura de un doctorado y mirar por encima del hombro al celador. Pero ahora admiramos al camionero, a quien se desloma trabajando por los demás, las manos encalladas del agricultor que valen igual que quien teclea el ordenador. Respeto se llama.

jueves, 16 de abril de 2020

Aprende

"Éramos felices y no lo sabíamos". Esta frase la he visto en varias redes sociales, siempre acompañada de bonitas imágenes de vacaciones, de risas entre amigos y de besos familiares.

Y sí, las fotos son preciosas y reflejan bienestar, pero a mí al leerlo me da pena por esa gente que no supo disfrutar de esos momentos y ahora los echa de menos. ¿De verdad estuviste el verano pasado con tu familia de viaje y no te diste cuenta de la fortuna de tener esas pequeñas cosas? ¿No apreciaste la velada que pasaste con tus amigos el fin de semana anterior al confinamiento? ¿Ha tenido que pasar esto para que te des cuenta de la delicia de un beso de tu sobrino lleno de babas, de todo el apoyo que envuelve un abrazo o de lo contenta que se pone tu abuela cuando la vas a visitar?

Dicen que la naturaleza nos ha mandado parar porque la vida va muy deprisa y no sabemos apreciar esos instantes. No debería ocurrir una desgracia para saber que el tiempo se escurre entre las manos, que la vida cambia en un momento. Como las lecciones se aprenden a golpes y esta vez el impacto es muy grande, la enseñanza también lo será.

Lo bueno de todo esto es que la situación es temporal y reversible y, salvo en la desgracia de los fallecimientos, volveremos a nuestra vida de antes...o no, espero que regresemos siendo mejores. Así que guarda eso que estás aprendiendo ahora, todo lo que añoras y de lo que te estás dando cuenta y acuérdate cuando salgamos. Queda más con esos amigos con los que estás haciendo tantas videollamadas, ofrece tu mano a quien la necesite, siente las caricias, saborea ese café en la terraza, apura el helado en la playa, ríete a carcajadas, canta a voz en grito en el concierto y reparte besos por doquier.

Así que imagina y haz planes con tu mente porque todo eso volverá. Pero cuando abras los ojos, no te olvides de valorar también lo que tienes en casa. Al fin y al cabo, estás en lo que llamamos hogar.





miércoles, 1 de abril de 2020

Silencio

Cuando salgo con el perro por la noche, hay veces que no se oye nada en la calle y me gusta esa quietud. Apenas se escuchan voces y miro a las casas, veo si tienen luz en las ventanas y me pongo a imaginar...Pienso lo pequeña que es esa luz en el edificio, en el barrio, para toda la ciudad. Me acuerdo de esa frase tantas veces repetida de que cada casa es un mundo y a saber lo que se está cociendo ahí dentro. Familias, preocupaciones, alegrías, discusiones...Y paro, porque me parece que les estás invadiendo algo muy íntimo.

Ahora, cuando saco a mi perro en el confinamiento, lo pienso mucho más. Se oye el silencio que da miedo. Veo más luces encendidas, gente que toma el aire en un minúsculo balcón, el señor que se asoma a la ventana a respirar y la señora que está hablando a gritos con la vecina. Y pienso, ¿cuántas veces habrán salido hoy? ¿Estarán huyendo del aburrimiento? ¿Se están agobiando encerrados?

A veces se vislumbra un objeto infantil e imagino cuántos hijos tendrán, cómo será su casa de tamaño para sobrellevar esto, a qué estarán jugando, si le estarán leyendo un cuento antes de acostarse, o a lo mejor ya se han dormido porque mañana es uno de esos héroes que tiene que trabajar...

Si algo hemos visto estos días es la casa de la gente, de los famosos e influencers, grandes, ordenadas, bonitas...incluso las de nuestros amigos y familiares cuando hacemos videollamadas, y me parece que entras en la intimidad de los hogares. Como yo cuando me lo imagino mirando a las ventanas. Esos cuadraditos de luz que estos días cobran protagonismo, que es el salvoconducto para mucha gente, la forma de conexión, uno pone una canción, el otro la canta al otro lado, escuchas las conversaciones banales entre vecinos, los mensajes de ánimo, las voces de los niños, el ladrido del perro y ese momento de unión a las 20 horas. Todo en las mismas ventanas que veo cuando saco al perro en el silencio de la noche.


viernes, 20 de marzo de 2020

Excepcional

Una semana con el país en estado de alarma, sin salir de casa y teletrabajando. Cuando la situación es excepcional como ésta, surgen respuestas extraordinarias. O así debería ser, aunque siempre existe la excepción que confirma la regla -vamos, el garbanzo negro del cocido-.

Y excelente es la respuesta de mucha gente, cada uno aportando lo que puede, creatividad a raudales por las redes, memes y chistes para hacernos reír un poquito, solidaridad desde los balcones, juegos, clases abiertas y gratuitas de todo tipo en internet, recomendaciones y consejos...Porque como decía aquella canción de Mecano refiriéndose a la Nochevieja "hacemos por una vez algo a la vez".

Excepcional por supuesto el trabajo de tanta gente de la que dependemos ahora, sanitarios, pero también la señora de la limpieza, muy expuesta y más olvidada. Cajeras de supermercado y reponedores de alimentos, pero también hay que volver los ojos al inicio de la cadena, agricultores y ganadores, transportistas...

Hay muchas más profesiones que no quiero citar porque me voy a olvidar de alguna, pero quiero barrer para casa y recordar también a los quiosqueros y periodistas. Ellos también van a la redacción, al plató de televisión o a la emisora de radio para informarte constantemente, o están en casa inventándose la manera de teletrabajar porque el derecho a la información es un servicio público. Informar...y entretener, que los picos de la tele el fin de semana pasado adquirieron cotas históricas.

¡Y las redes! Tantas veces demonizadas, que si pasamos mucho tiempo conectados, que si no son buenas las pantallas...¡pero si ahora estamos todo el rato enganchados al móvil! ¿Te das cuenta de la cantidad de cosas que se pueden hacer on line? Desde teletrabajar, una videoconferencia, un curso a distancia, talleres y juegos, manualidades, seguir una clase, hacer deporte, la llamada a tus padres, incluso la quedada para salir a aplaudir.

Por último, aunque esto suene mal, si no fuera por el carácter de incertidumbre, incluso de miedo...es una época histórica. Algo que estudiarán tus hijos, hoy encerrados sin entender por qué. Siempre recordaremos qué hacíamos estos días (como cuando nos preguntan por el 11-S o el 11-M), así que aprovéchalo. Dale una respuesta extraordinaria a este momento excepcional.


domingo, 8 de marzo de 2020

Un día más

Ni un día más.
Se secó las lagrimas, labios de carmín. Zapatos de tacón. 
Pisando fuerte, como dice la canción.
Salió fuera a comerse el mundo, se lo merecía. 
Creyéndoselo. Haciéndose visible. 
Callada no estaba más guapa. Y habló. Alto y claro, como debió hacer antes. 
En el fondo le temblaban las manos con sus uñas de color.
Pero disimuló. Ya lo había hecho antes. Cuando se callaba. 
Volvió a soñar. Soñó que podía hacerlo. 
No fue fuerte ni valiente. 
Solo se oyó. Escuchó su voz interior. La que le dijo que ella no se rendía.
Que era capaz. 
Solo se lo creyó. Se valoró. Se empoderó.
No era 8 de marzo, no hacía falta. 
Es cualquier día. Uno más.


martes, 3 de marzo de 2020

Comer sano

Confieso que no sé muy bien cómo enfocar este tema de alimentación que quería tratar en mi blog, así que voy a plantearlo en plan debate si queréis dejarme algún comentario. Quería hablar desde mi propia experiencia de que comer sano me parece más caro, pero cuando brujuleas por internet te dan todos los argumentos para demostrarte que no.

Yo sólo sé la de veces que voy a la frutería y lo que gasto en cada ocasión. Y es una pena cuando luego ves a los agricultores manifestándose por la miseria que les han pagado a ellos.¿Dónde se ha quedado mi dinero?

Verdaderamente creo que algo hacemos mal. Por un lado la comida saludable parece una moda, cuando no debería ser así, volver a la dieta mediterránea, intentar cumplir las cinco piezas de fruta al día (mira que es difícil, a mí no me da la vida para tanta recomendación sana)... y por otro lado, las ofertas de las cadenas de comida basura tiran los precios por lo suelos. Casi te empujan a caer en la tentación. Y con la salud no se juega.

Lo peor de todo es que debería ser un hábito común y no una foto en instagram, un estilo de vida como se suele decir, pero no todo el mundo tiene la misma cartera ni el mismo conocimiento -y paciencia- para leer los etiquetados. Y si se trata de volver al origen, a comer lo que se cosecha, los productos frescos que no vienen envasado, creo que sería justo que el agricultor se llevase la mejor porción del pastel.

Y tú, ¿crees que comer sano es más caro? ¿Cuánto pagas por tu cesta de la compra? Me encantará saber tu opinión.


jueves, 20 de febrero de 2020

Memoria frágil


De la programación actual de la televisión, intento no perderme ni un capítulo de ¿Dónde estabas entonces? No es que me haya vuelto una nostálgica, es que me sale la vena periodística con este programa. Primero admiro el trabajo que lleva detrás, resumir en una hora todos los acontecimientos importantes que pasaron en el año en cuestión. El trabajo de documentación -siempre me ha parecido flipante esa labor- el de síntesis y el de producción, buscar a los protagonistas todo este tiempo después para entrevistarles por aquellos sucesos. Simplemente me encanta.

Dos ideas me suelen cruzar por la mente mientras veo cada programa. Una, ¡qué memoria tan frágil tenemos! Como algunos hechos los recordamos fielmente y cómo puede ser que de otros apenas nos acordemos. También te das cuenta de cómo pasa el tiempo, que esto ya lo hemos hablado por aquí, algunos te parece que fueron ayer y han pasado 15 años como el que no quiere la cosa...

Pero a lo que iba de la fragilidad... Salvo acontecimientos históricos que te acuerdas perfectamente dónde estabas, con quién y qué estabas haciendo el día D, hay otros sucesos que se solapan con el siguiente. Cuando trabajaba en el periódico esto era muy claro. Ocurría algo importante, abría portadas, seguías días con el tema, buscabas declaraciones, luego ya sólo ocupaba media página etc y ... de repente, otro acontecimiento lo relegaba al olvido y ya nadie se preocupaba por eso otro que hace apenas unas horas era de suma trascendencia. Ya se sabe eso de que "tus grandes exclusivas de hoy envuelven el pescado de mañana" (Walter Lippmann).

La otra sensación que tengo es que la vida es ciclíca, que hay incidentes que se repiten, otros estarían hoy de actualidad y que como dice ese refrán "¡las vueltas que da la vida!" Aparece alguien en la pantalla, un político o un deportista famoso en esa época y te preguntas "¡Anda, ¿qué es de su vida ahora? ¿dónde estará?" Porque de pronto ya no es nadie. Esto ya lo he comentado en otro post que dediqué a algunos futbolistas estrellitas, que hoy están arriba y mañana en el olvido. Pero ocurre con todo porque en este programa, además de los fallecidos que ya no están, ves protagonistas que están en la cárcel o en la soledad de su casa, que se han cambiado de bando, el/la que dijo aquella frase de la que hoy seguro se arrepiente en vista de los acontecimientos...

Y luego por supuesto luego está lo que sientes tú de cara a ese año o evento, lo que realmente contesta a la pregunta que da título al programa.










martes, 11 de febrero de 2020

Los mejores años

Viernes. María apagó el ordenador y salió corriendo de la oficina muy contenta. Estaba segura de que ese fin de semana sería muy especial, pero todavía le quedaban muchas cosas por hacer. Su exmarido recogería a los niños en el colegio, por lo que tendría dos días completos para reencontrarse con sus amigas de la Universidad y revivir mil anécdotas.

Ya llevaba unos días invadida por los recuerdos. Cuando se divorció volvió a alquilar el piso que compartió en sus tiempos de estudiante con otras compañeras. Le pareció un guiño del destino que estuviera libre, esperándole. Fue como volver donde empezó todo... pero con más años. Allí se dirigía ahora porque todavía tenía que acabar de arreglar las habitaciones donde se volverían a alojar. Era increíble que fueran a coincidir de nuevo, todavía no se explicaba cómo habían podido cuadrar horarios.

Hace ya tiempo que empezaron a convocar por redes sociales un encuentro típico de antiguos alumnos de la carrera. Con esa excusa, ella y Andrés -con el que seguía manteniendo mucho trato y vivían en la misma ciudad- habían planificado juntarse como hacían otras veces y acudir al evento, pero lo que era inaudito era que también vendrían Mónica y Laura. A esta última le habían perdido la pista cuando decidió viajar a Guatemala de cooperante de una ONG. Ahora resulta que se había reconvertido en chef y trabajaba en un restaurante en Toulousse. María casi no se lo creía cuando le llamó diciéndole que había reservado un avión para venir al reencuentro. Fue entonces cuando empezaron a maquinar su particular fin de semana de chicas en el mismo piso que compartieron hace 20 años.

Pero todavía les quedaba la tarea más difícil, que Mónica pudiera bloquear su apretada agenda y acudir a la cita. La que en sus tiempos era la más guapa del grupo, que se llevaba a los chicos de calle con su larga melena castaña, se había convertido en una gran modelo. Aunque no hablaban apenas con ella, todas le seguían la pista por Instagram y por las revistas. Viajaba mucho a esos sitios paradisíacos que todas soñaban cuando eran jóvenes, cuando creían que se comerían el mundo. Ella parecía que lo había conseguido.

Aunque ahora no quería pensar en las vueltas que habría dado la vida de cada uno, en si habrían conseguido sus sueños. Imaginaba que todas habría tenido éxitos y fracasos, pero lo importante era que se iban a juntar para ponerse al día. Quería pensar que, a pesar de los cambios y los años, serían los mismos jovenzuelos de la Universidad, que tendrían los mismos valores e ideas que les unieron en su día.

Todavía recordaba cuando tuvo que hacer aquel trabajo con Andrés en la primera semana de clases y cómo descubrieron que, aunque parecían tan diferentes, les unían más cosas de las que pensaban y se entendían muy bien como equipo. Laura se sentó a su lado casi desde el primer día y fue con la primera persona que habló al entrar en aquella aula tan grande muerta de nervios. Le cayó bien desde el principio y, casi sin darse cuenta, ya estaban planificando irse a vivir a un piso y dejar la residencia.
En aquella especie de internado, con esas normas tan rígidas, fue donde conocieron a Mónica, que siempre llegaba tarde a la cena porque ya en aquel entonces era una auténtica relaciones públicas. Era propiamente el alma de la fiesta. ¡Ay las fiestas de la Universidad!

Estudiar estudiaban mucho, pero ¡qué bien se lo pasaban! Acudían juntas a todas las fiestas que se convocaban, más el resto de amigos que fueron haciendo. El caso era conocer gente, relacionarse y explorar nuevas ideas y proyectos. La cabeza les estallaba de planes.

Compartir piso les hizo mayores de pronto, organizar las tareas de la casa y responsabilizarse de ello fue uno de sus logros. Más el de la convivencia, claro. Establecer aquellas normas internas que se pusieron respecto a horarios de estudio y visitas de amigos. Porque en esa casa siempre había gente.
Eran compañeros en clase y en casa y, aunque habían tenido sus roces, María estaba segura de que ese lazo les uniría de por vida. Sólo rezaba para que los años sin verse no hubieran hecho mella en ese compañerismo que sellaron. Estaba a punto de comprobarlo.

Cuando llegó a casa, Andrés ya le esperaba para echarle una mano con los últimos preparativos. Siempre se podía contar con él. Los dos estaban inquietos e ilusionados como adolescentes.
Laura no podía creerse que la dirección fuera la misma cuando llamó al portal. Le temblaban los dedos al tocar, los recuerdos se agolpaban en su mente. Como apenas faltaban unos días para su cumpleaños, se acordó de cómo lo celebraban por todo lo alto en esa misma casa. Siempre les pillaba en época de exámenes y tenían que retrasarlo para estudiar, pero después merecía la pena. Y María, que estaba en todo, le recibió con globos en la puerta, que soltó rápidamente para abrazarla.

Mónica le mandó a su chófer aparcar un poco más lejos porque quería recorrer andando los últimos pasos hacia esa puerta, como había hecho tantas veces antes. Caminó esa calle en zapatillas de deporte cuando salía a correr casi al amanecer, también a altas horas de la noche cuando volvía de fiesta, cargada con apuntes cuando iba a estudiar a la biblioteca y con fotocopias que le habían dejado sus compañeros cuando no había podido ir a clase… La Universidad le había enseñado disciplina y organización para poder llegar a todo. Pero esta vez no iba sola, llegaba con una sorpresa que estaba segura les iba a gustar, aunque tenía mucho que explicarles. En eso pensaba cuando respiró hondo, se agarró de la mano de su pareja y llamó al timbre. Se podían oír las risas y los gritos detrás de la puerta.

Tras abrir y saludarse entre chillidos, sus amigos se quedaron en silencio al ver que venía acompañada. Mónica se apartó para dejar pasar a Marcos, que se había quedado en el pasillo. No daban crédito. Aquel profe del que no se perdían una clase, aunque fuese los viernes a última hora, al que entregaban sus mejores trabajos, fruto de tantas horas de investigación en grupo, estaba allí escoltando a Mónica. En sus mentes tenían un montón de preguntas, pero sonreían. Ya estaban todos, como si se hubiese parado el tiempo. Al fin y al cabo, habían compartido los mejores años de sus vidas.

sábado, 25 de enero de 2020

Superman

Ayer fue el día del periodista, San Francisco de Sales, y de todas las frases que leí por Internet felicitándonos la que más me gusta sin duda es: "Por algo Superman era periodista".

Ya reivindiqué otro año (aquí) algunas de las miserias de esta profesión, y esta vez quería escribir un post basándome en el intrusismo. El otro día ví el programa nuevo de Chicote, Auténticos. La presentación en los medios ya se refería a esto que voy a criticar: "El chef deja los fogones a un lado para sumergirse en una nueva aventura profesional que tocará la fibra de todos". Sí, la mía la tocó.

Personas con discapacidades psíquicas son ayudadas por él a cumplir su sueño. Buen material. Pero cuando acabó y miré a Chicote emocionado, yo pregunté: ¿no había ningún periodista para presentar este programa? ¿Qué tiene que ver esto con la comida y la cocina, que son especialidades de un buen chef como él?

Me parece bien que si es un buen comunicador conduzca programas como Pesadilla en la cocina, ¿Te lo vas a comer? o Top Chef. Perfecto, pero él mismo se presenta en su web como "soy cocinero", nada relacionado con prensa. Admito que dé el salto del entretenimiento al documental y presente uno que hizo sobre hábitos saludables. Pero me sienta muy mal, que con la de compañeros buenos que tengo, muchos en el paro, se contrate una cara conocida de un ámbito que es muy distinto al tema principal del programa.

Y cuando ya pensaba que éste era mi post de los periodistas, sale un artículo en El Mundo sobre la periodista Ana Pastor (periodista porque estudió periodismo en la Universidad), que me indigna aún más. "De becaria de Ferreras a un emporio con las fake news" era el titulo. No sé qué me enfada más.

Sin entrar a valorar su trabajo, me gustaría decir que un día como hoy -como ayer- está bien recordar que esta basura no es periodismo, que las periodistas -en femenino- podemos serlo sin estar casadas con alguien, incluso podemos ejercer nuestra profesión (la que sea) sin invocar lo de "mujeres de". Podemos serlo en chanclas y también con escote, y nada de esto invalidaría nuestro trabajo. Y por último, mencionar que es muy honrado empezar la carrera de becaria. A todos, en cualquier profesión, nos tienen que dar una primera oportunidad y muchos hicimos prácticas en algún momento.

Así que felicidades compañeros, porque sí, seguimos siendo unos supermanes.


viernes, 17 de enero de 2020

Brindis

Hoy quería pasar por aquí y dejaros este relato corto que presenté a un concurso. Como veréis, es un brindis por la Navidad, pero creo que se puede extrapolar. Siempre está bien brindar por todas estas cosas que parece que se intensifican en las fechas navideñas, pero que ojalá practicáramos también el resto del año.
Espero que os guste

Brindo por la magia de estos días, 
por los destellos de tu mirada 
y por la ilusión de sus caras. 

Brindo por los cuentos de Navidad, 
el calor de las chimeneas y 
la solidaridad. 

Brindo porque intentamos ser más buenos,  
por los regalos con argumento y 
los hogares abiertos. 

Brindo por los reencuentros, 
los lazos de sangre y 
el efecto sanador de los abrazos. 

Brindo por las risas, 
la fantasía de los recuerdos 
y por los amigos que brindan. 



Imagen de OpenClipart-Vectors en Pixabay 

jueves, 9 de enero de 2020

Descontrol

Ya 9 de enero y no me he pasado por aquí a desearos feliz año, como ya ha hecho todo el mundo. Es un mero formalismo, porque yo preferí desearos feliz vida en mi anterior post. Y al hilo de esto, vuelvo a repetir, como cada diciembre en mi blog, que no me gustan los balances que hace la gente del año que termina. Entiendo que si te ha pasado algo maravilloso en tu vida o algo horrible, lo destaques en ese caso, pero sino, la vida es así, con sus altos y sus bajos.

El cómputo final inclinará la balanza a un lado o al otro, pero en general, suele tener sus blancos, sus negros, normalmente sus grises, incluso momentos de colores.

Y muchísimo menos me gustan los própositos de año nuevo, la vida calculada y planificada a largo plazo. Si la vida es descontrol, si ya he repetido por aquí que todo cambia en un momento. Deja que la vida te sorprenda.

Creo que sólo es una excusa para buscar un día para empezar a mejorar o a cambiar aquello que nos gusta menos. Si se llama 1 de enero, bienvenido sea, pero perfectamente puede ser 10 de febrero o 3 de octubre.

Lo que me agobia mucho es esa planificación al detalle de todo el año, me crea ansiedad pensar que estrenamos libro en blanco donde escribir. Soy de la opinión que hay cosas que podremos anotar al margen, ¡pero hay tantas que ya están escritas de antemano!

Al final sólo es un día más...y ya veremos lo que nos depara la jornada, el mes, la temporada, el verano, el nuevo curso...así hasta el próximo diciembre que volveremos a hacer balance.