Adoro ese momento de llegar a casa, darse una ducha, ponerse cómoda, cena y
televisión. A esa hora suelo ver programas de entretenimiento y series de
televisión. Le doy una oportunidad a casi todas las series que empiezan,
pero como el primer capítulo no me guste o me parezca una bobada -hay
series de risa que no le veo la gracia- dejo de verla. Me gustan las de
intriga, pero tampoco de miedo, que una reconoce que es miedosa y más a esas horas de la
noche...
También me gustan los programas "chorras" tipo
Gran Hermano, Quién quiere casarse con mi hijo, Un príncipe para Corina, etc. Los veo y no me importa decirlo. No entiendo muy bien a esa
gente que se justifica por hacerlo, como si tu nivel cultural bajase por momentos. No veo que nadie se justifique por ver el fútbol. Yo me lo paso bien, me río, es un
momento de desestresarse en casa y desde luego, no me gustaría que me miraran por encima del hombro por verlos.
Es verdad que cuando ya son muchas ediciones me cansan, porque creo que están viciados y ya no es lo mismo. Pero no me duele en prendas decir que estuve muy enganchada a las dos primeras ediciones de Gran Hermano y me creí lo del experimento social, porque de verdad creía que en aquel entonces sí era la vida en directo. Mi opinión ahora es que van a lo que van, saben del éxito fácil y es un trampolín a una tele que no me gusta y a ciertas revistas. También me declaro "triunfita" total, fan total de aquellos lunes que no pestañeaba hasta que no acababan de cantar ya de madrugada Bisbal, Rosa o Chenoa.
Me gusta mucho los programas como Pekín Express y Perdidos en la tribu porque mezclan la curiosidad de ver cómo viven otras personas en otros países y los viajes, junto con cómo reacciona la gente cuando está desubicado de su forma de vivir habitual.
Por supuesto que veo otras cosas en televisión y también me gusta el cine, leo y hago manualidades, no creo que mi cultura descienda por reírte un rato con algunos "friquis" de la pantalla. También me gusta la prensa del corazón, -la de verdad como yo digo-, los cotilleos de algunas personas famosas de siempre, no todos estos que han emergido hace dos días, y reconozco que me encantan los acontecimientos sociales que retransmiten por la tele tipo bodas o la coronación del Rey, por ejemplo. No me gustan esos programas que dan cobertura a estos famosillos, en los que tengo que bajar el volumen por los gritos que dan los supuestos tertulianos. Mejor apago la tele porque no soporto pensar lo que estarán cobrando por estar ahí sentados con la de periodistas que estamos en paro.
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