viernes, 27 de octubre de 2017

Colores

Me acuesto con la imagen de Baiona ardiendo, la misma ciudad que nos encantó este año en vacaciones, pero con un aspecto muy distinto. Triste. Color naranja donde debía haber verde. Me duermo pero sé que los gallegos de las zonas afectadas no tendrán una noche tranquila.

Me levanto, abro el grifo y no hay agua en mi casa por una avería. Me lavo la cara con un cazo de agua reposada y vienen a mi mente las imágenes de las cadenas humanas y solidarias de los vecinos también con cubos y calderos de agua. Otra vez las grandes tragedias sacan lo mejor de nosotros. Al darme cuenta de la cantidad de cosas que no puedo hacer, me acuerdo también de mi abuela, que sin agua corriente en su casa, la sacaba también del pozo con calderos.

Veo en la televisión terribles imágenes de incendios, provocados, y el parte metereólógico que no pronostica lluvia y sin embargo sí hay viento. Lo peor. Naranja y negro. Quien me conoce sabe que no me gusta nada llover, pero es obvio que tampoco me gusta ver el campo así de seco cuando salgo de paseo. Amarillo. Me acuerdo entonces de cómo llovía los días que estuvimos de vacaciones en verano y mi malestar por ello, ¡qué paradoja! Días grises, mar azul, campos verdes. Y ahora, como las conversaciones de ascensor, no paramos de hablar del buen tiempo que todavía tenemos, soleado y sin rastro de otoño. Y sabemos que no es normal ni bueno.

Soy consciente de que este post llega tarde, una semana tarde, en la que nosotros ya estamos pensando en otras cosas, menos los afectados de Galicia que siguen con este inmenso problema. El resto de España ya ha vuelto a otra actualidad, como a Cataluña por ejemplo. Me doy cuenta de nuevo de lo efímeras que son las noticias, de que en cuanto llega otro tema, nos distraemos, se solapan y nos olvidamos de lo anterior. Así de frágiles de mente somos. Lo vi claro en su día cuando trabajaba en un periódico, que cuando llegaba una noticia de última hora, lo que tuvieras entre manos ya no importaba nada. Nadie recuerda los nombres propios de casos sociales que fueron muy sonados en su momento y que nos supimos de memoria durante días.

Es verdadero el popular refrán periodístico de "el periódico de hoy envolverá el pescado de mañana". Triste pero real.


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