Para entendernos, la semana pasada fue el día del padre, el día internacional de la felicidad, el día del Síndrome de Down y el día mundial del agua. Y no todos los celebramos igual. Ni todos tienen la misma repercursión. Simple y llanamente porque a cada uno le incumbe lo suyo.
Mientras en Intagram el día 19 de marzo se llenó de fotos de famosos con sus padres o con sus hijos los que ya tienen retoños, no ví apenas imágenes de gente con Síndrome de Down el día 21. El símbolo de este día era llevar calcetines distintos aludiendo a que todos somos diferentes. Ni qué decir tiene que no había tantas medias en las redes sociales como lazos rosas o rojos, por ejemplo, que ya se han convertido en un emblema.
Como siempre, la razón es que somos tan egoístas que sólo nos implicamos cuando nos toca de cerca. Esto se lo leí a dos blogueras que sigo, una, que padeció cáncer de mama y la otra con una niña con Down. Difundieron más el proyecto cuando les afectó. Lógico. Por desgracia casi todos hemos perdido a alguien con cáncer, por lo que somos más proclives a los lazos que a los calcetines. Lo bueno de estos días son la visibilidad a causas menos conocidas, que necesitan esa publicidad gratuita en medios de comunicación y redes sociales.
No ví apenas hashtag del día del agua (bebida, mar, lluvia, agua corriente)... y sin embargo, la gente sí utilizo la etiqueta para decir lo que le hacía feliz el 20 de marzo. Una iniciativa chula para darnos cuenta de disfrutar de los pequeños momentos, como ya dije en este post en el que me reafirmo totalmente, porque ahí está la verdadera fortuna. Sin convertirlo en una obsesión o en un negocio como me parece que está pasando en la actualidad, cada uno lo puede encontrar en distintas cosas. Pero si ese día, además, llega la primavera, lo pasas junto al mar, cambian la hora y los días son cada vez más largos, sale el sol, lees un buen libro, lo pasas en familia y paseas con tu perro...la dicha puede ser completa.
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