jueves, 24 de enero de 2019

Desinformados

En estos tiempos en los que estamos hiperinformados, que Google todo lo sabe, que puedes preguntar a Siri, que todos los medios de comunicación tienen una aplicación, que te metes en las redes sociales y te cuentan todo al instante...parece que está de moda para algunos decir que no ven los telediarios porque "todo son desgracias" o "son aburridos" o "un espectáculo de sucesos". Como si el periodista fabricara esas malas noticias, si estoy segura que ni siquiera le gustará darlas, todos ellos recuerdan la peor crónica que han contado mientras tienen que aguantar el tipo en directo.

Esta gente defiende que al final te acabas enterando, supongo que cuando son noticias que persisten en el tiempo porque yo, sinceramente, ha habido días que he estado más desconectada o no estás a la hora de comer en casa y he sentido que me perdía cosas. Pero a lo mejor es de formación profesional.

Hubo un tiempo en un trabajo en el que tenía algunas compañeras de esta cuerda y de verdad que no se podía hablar de muchos temas en el café porque no estaban actualizadas. Y, al contrario, cuando algo perduraba días, su respuesta era que "las teles son muy pesadas todo el día con el mismo tema".

¿Se puede vivir sin saber cómo va el rescate de Julen? ¿Sin sufrir por Pablo Ibar? ¿Puedes salir a la calle e intentar coger un taxi porque no te has enterado que están de huelga? ¿O viajar a Londres y no saber si pertenece o no a la Unión Europea? ¿Y volar a Venezuela?

Seguro que se puede, pero yo no lo comparto. Porque, aunque claro que sufres viendo algunos sucesos (somos humanos, los periodistas también), sino, es como si no estuvieras en este mundo. Un periodista cuenta lo que pasa a tu alrededor -porque no vives aislado en tu casa- y trata temas de interés general porque precisamente ofrece información relativa a hechos presentes y atractivos para el público. Así que, desde aquí, una vez más, felicito a los periodistas, mis compañeros de profesión.


viernes, 11 de enero de 2019

Frío polar

Estos días de invierno polar, me acuerdo que hace apenas un mes estaba en Laponia y no pasé tanto frío, que era mi mayor temor en ese viaje. Es cierto el dicho popular de que "no existe el mal tiempo, sólo ropa inadecuada".

Eso es lo que tienen en Finlandia y lo bueno de llevar todo organizado con las excursiones incluidas, que lo tienen tan preparado y están tan acostumbrados que te plantan el mono térmico para todas sus actividades y...¡pelillos a la mar!

Había leído antes de embarcarnos en esta aventura la teoría de las capas y es verdad...pero con matices. La primera, pegada a tu piel, es la ropa térmica que inundaba la maleta, camisetas y pantalones térmicos que ya había llevado anteriormente en otros viajes en diciembre a Viena, Budapest o Alemania. La segunda capa, ropa cómoda tipo forro polar, pantalón de chándal o mallas, olvídate de los vaqueros que se van a congelar. La tercera, es el manido mono que te dan en la organización - el nuestro rojo y negro con el que salimos en todas las fotos-. Este el matiz del que hablaba, y es que cuando todavía no te lo han prestado o cuando ya lo tienes que devolver, tienes que llevar tu ropa de esquiar, pantalones de nieve y anorak para ponerte como tercera capa.

Imprescindible gorro bien calentito que tape las orejas, braga para el cuello mejor que bufanda, calcetines de lana que te prestan por encima de los tuyos, guantes -unos con los que puedas manejarte por debajo de las manoplas de nieve que te dejan, créeme que sacarás mil veces la mano para hacer fotos al paisaje blanco- y esas botas de goma enormes e impermeables que te proporcionan ideales para pisar el hielo. Volvemos al matiz, el último día ya habíamos devuelto todo y necesitas tus botas de nieve o de montaña para dar un último paseo fuera del hotel.

Con todo ello podrás tirarte en trineo, hundir tus pies para ver la profundidad de la nieve, incluso jugar con ella sin problemas por las bajas temperaturas. Te lo dice una friolera que disfrutó mucho de este destino. Para que el diablo no se ría de la mentira, como decía mi abuela, el único momento gélido fue el paseo en trineo con huskies sobre un lago helado, cuando comenzó una ventisca de nieve. Pero ahí, los copitos se mezclaron con mis lagrimillas de emoción...


viernes, 4 de enero de 2019

Nombres


La dominicana Rebeca Alexandra Cadete, de 26 años, pasará a la historia negra por ser la primera asesinada en 2019, tan sólo tres días después de estrenar el año.

Nombres, mujeres, ciudades marcadas. Familias destrozadas. Niños huérfanos.

Hay nombres que se te quedan grabados en el alma, anclados en el corazón con una chincheta. Algunos casos son más mediáticos que otros, no sé muy bien por qué, pero detrás de esos nombres hay cientos de anónimos que jamás conoceremos y que también merecen ese recuerdo.

Desde que se recogen los datos de estos crímenes machistas -año 2003- alcanzamos la cifra de 975 mujeres asesinadas, que me parece una barbaridad y deja en anécdota que 2018 se haya cerrado con el número más bajo, "sólo" 47. Cifras, datos, noticias.

Algunos son recientes, Laura Luelmo, Diana Quer o el pequeño Gabriel. Otros ya tienen algunos años pero el dolor sigue intacto, los pequeños Mari Luz Cortés y los hermanos Ruth y José. La mayoría son de mujeres y niños, aunque da igual cuando tiene ese desenlace. Otros rondan sin un final: Marta del Castillo, Madeleine MacCann, Yeremi Vargas.

Sandra Palo, Anabel Segura, Rocío Wanninkoff, Ana Orantes la primera por la que empezamos a hablar de violencia de género.

Dos muy impactantes para mí, Leticia Lebrato y Olga Sangrador. Los dos en mi provincia, una de ellas de mi colegio. Jamás olvidaré esos días de pánico, de psicosis generalizada, de tristeza infinita.

Y el primero al que alcanza mi memoria, un pueblo que se nos quedó grabado para siempre Alcasser y las niñas Miriam, Toñi, Desirée. Recuerdos, noticias, nombres.

martes, 1 de enero de 2019

Feliz 365 nuevos días

Quiero empezar el año con buen pie y pasarme por mi rincón con los mejores deseos. Quiero soñar 365 días de buenos momentos, de esos que recordarás el 31 de diciembre cuando hagas balance, con los que esbozarás una sonrisa al ver las fotos.

12 meses en blanco, para comenzar un nuevo libro. Ojalá se escriba con buena letra y no con renglones torcidos, donde empieces a apuntar los propósitos de año nuevo, pero no puedas cumplirlos porque estás entretenido en aprovechar cada minuto de esos 525.600 que hoy estrenamos.

Seguro que cada uno ha hecho su particular ritual de Nochevieja para atraer fortuna y éxito, todos nos hemos comido las uvas de la buena suerte, apartar los malos augurios y soñar despiertos. Oportunidades, logros, sueños, aventuras, emociones...

Pediría 52 lunes llenos de trabajo y que nos acompañe el amor cada una de esas 8.760 horas que pasaremos con la familia, la pareja, los amigos, los compañeros y tu mascota. Pero sobre todo, un tópico del día de la lotería: salud. Y tiempo para disfrutarlo. ¡Por un 2019 con 31.536.000 segundos de felicidad!