Una vez oí que todo el mundo debería tener un pueblo, aunque mi bisabuela era más de decir que todo niño debería tener un abuelo que le contase las historias pasadas, para mostrarle cómo era la vida antes.
En el fondo, es casi lo mismo si ampliamos el pueblo al concepto del lugar donde reencontrarte, recordar tus raíces, saber dónde está la gente con la que se puede contar, donde están tus recuerdos y tu infancia, sea un barrio, una aldea, la casa de tus abuelos, tu lugar de veraneo...lo que llamamos hogar.
Me dijeron que regresar a ese lugar era como quitarte 20 años de encima, rejuvenecer, saber que todo sigue igual, pero con 20 años más. Quizá haya otra gente pero con las mismas tradiciones o encuentres a las mismas personas que envejecieron a la vez que tú y vuelvas a hacer lo mismo de antes. Y vuelvas a ser el de antes.
Esto no significa anclarse en el pasado ni que cualquier tiempo pasado fue mejor. Me gustaba escuchar a mi abuela -y me sigue gustando- oír esas anécdotas de gente mayor que recuerda a la perfección cosas que para nosotros son inimaginables ahora. Estoy segura de que es la edad la que me lleva a recordar imágenes y frases que permanecen intactas en mi mente. Me pasó en un concierto de la gira EGB, donde me vi repitiendo de memoria eslóganes de anuncios, sintonías completas de las series y canciones de los 80. Es lo que ocurre con los encuentros de antiguos alumnos, donde corren torrentes de emociones, historietas por doquier y un sinfin de recuerdos bonitos de nuestro pasado que te hace ser feliz por un momento en el presente.
Contradiciendo la canción de Sabina que decía que “al sitio donde has sido feliz no debieras volver”. Y tú, ¿estás de acuerdo?
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