jueves, 27 de julio de 2017

Piel

Ahora que me paso el día piscineando, pegándome por unos rayitos de sol, comparando lo morena que está la gente y admirando el bronceado de playa, recuerdo esa frase que se ha puesto tan de moda de que la piel tiene memoria. Si la tiene, entonces se acordará de las horas muertas a la orilla del mar haciendo castillos, cuando parecía que el sol a las 14 horas era menos dañino que ahora. Y cuando nos echábamos crema de zanahoria porque cogía más rápido, y aceite sin protección donde se podía freír un huevo. Y cuando nos quedábamos a comer en la piscina en la parte que llamábamos solarium a pleno sol...

Ahora que todos sabemos mucho de factores de protección y todos estamos muy concienciados -gracias a Dios-, ahora que instagram parece un continuo anuncio de cremas solares, sprays para niños, leches vitaminadas, calmantes de aloe vera, sombreros de ala ancha para cubrir bien la cara...ahora es cuando pienso en mis arrugas alrededor de los ojos.

Ahora que pasamos días disfrutando al sol, sonreímos más, estamos de vacaciones y nos hacemos muchas fotos como ya dije en este post para inmortalizar el momento verano-playa-piscina-helado-montaña, luego vuelvo a casa y cuando voy a sacar las fotos para hacer un álbum veo las imágenes...y también las arrugas. Aquí está la memoria de mi piel. Y si esas marcas en los ojitos reflejan la felicidad, yo he debido de sonreír mucho porque como decía aquel "ya que vamos a tener arrugas que sea de tanto sonreír".

No seré yo quien tire piedras contra el tejado de la industria farmacéutica y cosmética con lo que me gustan a mí estos productos que hay veces que parezco "doña potingues": crema hidratante para la cara, de día, de noche, para los ojos, para el pecho, para los granos, para piernas cansadas, para celulitis, exfoliante, sérum, antiestrías, reafirmantes, antimanchas, protección solar, calmante...¿Verdad o no?

No seré yo quien recomiende unos u otros -que ya me pasó una vez y repito que no soy una "blogger anuncio pagada"-, ni seré yo quien deje de usarlos para intentar retrasarlo y ocultar esos hoyuelos, pero también estoy convencida de este otro consejo: "mejor tener arrugas en la cara que estrías en el corazón". Nunca dejes de sonreír.




martes, 18 de julio de 2017

Fiesta

A riesgo de que me partan la cara, la voy a sacar por los Sanfermines. Decía mi madre que siempre fui una defensora de las causas perdidas, y no creo que esto lo sea, pero sí pienso que se le está tratando injustamente. Me refiero a los auténticos Sanfermines, no a los que salen en la tele.

Porque Sanfermines es una gran fiesta con todo lo grande que es esta palabra, no sólo noche, alcohol, borrachos, bares y sexo. Es la auténtica celebración en la calle, disfrutar desde que sales por la mañana hasta la noche, es la exaltación de la alegría de vivir, es poder ser tú, sin dobleces, en una ciudad que te acoge desde que te bajas del coche.

Igual ahí está el problema, que acoge a todos y no todo vale. Los extranjeros (no sólo de otros países, también de otras ciudades) que llegan con el concepto equivocado, atraídos por una publicidad de fiesta universal a una ciudad que ellos creen sin ley.

Si no te gusta no tienes por qué correr el encierro, ni siquiera verlo, ni ir a los toros, igual que no es obligatorio tirarse de la fuente de Navarrería, ni trasnochar, ni beber hasta caer rendido, ni ligar, ni entrar al vallado con una cámara o un teléfono.

Sanfermines es música, charangas, peñas, gigantes y kilikis, cuadrillas almorzando, es un bocata de chistorra que te tomas para reponer fuerzas, es la procesión del Santo, ver los fuegos artificiales mientras comes un pintxo, dianas y riau riau, es esperar con emoción el chupinazo para ponerte el pañuelico, son tiendas implicadas vestidas de blanco y rojo, son comidas en familia, con todos bien uniformados, desde el abuelo con 80 años hasta el bebé en la silla. Tú eres el protagonista, son unas fiestas participativas y espontáneas, no tienes que pagar para entrar en casetas privadas, el espectáculo está a todas horas y está en la calle. Y no sólo en Estafeta. Hay diversión en muchas más zonas, igual que hay más de 400 actividades para todas las edades.

Pero es muy difícil ver los Sanfermines de día si estás durmiendo la 'mona' en un parque, donde por cierto no se puede acampar por mucho que siempre se vea en la televisión a la gente allí tirada. Ese es el otro problema, las imágenes recurrentes que vemos todos los años, siempre las mismas, abusando de una mala reputación -que no digo que esto no ocurra-, pero obviando la parte buena. Me da pena pensar que vayan a morir de éxito.

Cuando -Dios me libre de meterme con otras fiestas- supongo que alcohol y sexo habrá en otros sitios, pero lucen más los vestidos de lunares, los ninots de las Fallas, las chirigotas de Cádiz, la reina del Carnaval de Tenerife, los bailes del camino del Rocío, las hogueras de San Juan, las piragüas del Sella, o las camisetas rojas manchadas en la tomatina. ¿O es que aquí no hay incidentes?

Los auténticos Sanfermines fueron lo que me enseñaron a mí, quizás porque tuve la suerte de que siempre los viví con gente autóctona, que conocía las tradiciones y las sentía mucho más que los forasteros que vamos allí creyendo que conocemos el significado de la palabra fiesta.


sábado, 8 de julio de 2017

La vida es un tango

Ya dije al principio del blog que no sabía si existía esta palabra pero que soy muy disfrutona. Me gusta aprovechar las oportunidades que tenemos de pasarlo bien, con moderación y sanamente, pero sacándole el mayor jugo. Cuando llegó mi perro a mi vida me gustó la frase de "la vida es un tango" porque jugaba con su nombre y desde entonces la utilizo como un mantra.

En mis tiempos jóvenes se usaba el lema de Carpe Diem, cuando la película El club de los poetas muertos la puso de moda. Entonces no sabía la magnitud de esa frase, la vida son dos días y hay que vivirlos. Con sus cosas, por supuesto, con trabajo y esfuerzo en el otro lado, sin desatender las obligaciones, pero con compensación. Porque si no trabajas durante la semana, no puedes saborear el finde, porque si no tuviéramos invierno, no apreciaríamos el verano, porque si no has perdido, no comprendes lo que es ganar.

Hay que poner de parte de uno por disfrutar, ya dije en otra ocasión en el blog que hay que huir de los amargaos, los que andan quejándose por todo, no hay que poner más obstáculos a la carrera: que hay que coger dos trenes para llegar, o estar un día en un sitio y al siguiente en otro, o madrugar mucho o hacer encaje de bolillos con las fechas...pues se hace. El viernes fui con los niños de la parroquia de campamento y me divertí mucho el tiempo que estuve, sin pensar que el sábado estaría en Madrid en un concierto, el domingo de cena y el lunes me iba de viaje, porque sabía que el resto de cosas también las iba a disfrutar en su momento.

Porque sí, porque luego ya trabajaré un mes seguido, porque hay que disfrutar cuando sale el sol, porque tristemente comprobé hace unos años que es cierto eso de que la vida es muy corta. No me gusta los que me comentan que no me pierdo ni una o la coletilla de "¡cómo vives!". Ya lo dije en este post que lo más importante es que cada uno disfrute con lo que más le gusta hacer, cada uno con sus prioridades. Tengo los mismos días de vacaciones que los demás, incluso menos, pero será que los exprimo más y saboreo los pequeños momentos. Y los cuento en mis redes sociales y por eso la gente se entera más, pero no me importa, al contrario, hay veces me gustaría gritar a alguno "oye, abre tus ojos, mira hacia arriba, disfruta las cosas buenas que tiene la vida". 

Estos días pasados he puesto mi lema en marcha y como dije en junio disfruté de mis cantantes favoritos en concierto. Así que os recuerdo lo que dice uno de ellos: